Las próximas elecciones presidenciales ya se vislumbran en el futuro de Turquía. Quedan seis meses y las previsiones de reelección de Recep Erdogan no están nada claras. La situación económica y política de Turquía no andan en su mejor momento. Así que, si la coyuntura no ayuda, modifiquémosla. Si las condiciones de vida empeoran, si la libertad brilla por su ausencia cada vez más, habrá que jugar al patriotismo, eso siempre sirve. Y para el gobierno turco, jugar a inflamar el nacionalismo es apuntar a kurdos y a Grecia. Y así llevamos un tiempo. Hacia el oeste, las tensiones con Grecia llevan subiendo de tono desde hace meses. Disputas por las aguas territoriales, amenazas por el control de las islas del Egeo y una dantesca carrera en qué gobierno trata de forma más inhumana a los migrantes que intentan llegar a Europa. Tanto Erdogan como Mitsotakis (el derechista primer ministro griego) han visto un filón en estas tensiones. Que la cuerda no se tense demasiado es algo que no está claro que suceda.
Pero si bien las disputas con Grecia se mantienen en el ámbito de las bravuconerías, los kurdos siempre reciben. Con ellos no hay medias tintas. Y noviembre termina con ataques indiscriminados del ejército turco sobre el noreste de Siria (sobre la zona controlada por las Fuerzas Democráticas Sirias), que han provocado numerosos muertos y destrozos en pueblos y ciudades, y con la amenaza latente de una nueva invasión terrestre (sería la cuarta en estos últimos años). Un atentado en el centro de Estambul el pasado 13 de noviembre, del que el gobierno del AKP rápidamente acusó a las YPG y al PKK (a pesar de que ambas organizaciones han negado toda vinculación con los hechos), ha servido de excusa en esta ocasión para atacar Rojava, para atacar el símbolo de la lucha kurda en toda la región.
Nuevamente, el gobierno turco atacando a una comunidad en constante revolución, a quienes tratan de poner en marcha una sociedad más justa y solidaria en la región. Nuevamente, vemos cómo se exacerba el sentimiento nacionalista en pro de unas elecciones, como se intenta desviar la atención de los problemas internos buscando poner el foco sobre los enemigos externos. Esperemos que tanto kurdos como turcos puedan librarse pronto del fascista Erdogan.