Cuando empezó el lío ese de la operación especial militar en Ucrania, una de las quejas del sector de izquierdas (por resumir) que defiende que esa guerra o como se la quiera llamar, ha sido propiciada por la OTAN, manifestaba que (por simplificar) esa organización militar ejercía una censura contraria a la libertad de expresión, al impedir el acceso a los canales rusos informativos. Y tengo que decir que eso es completamente falso.
Desde el inicio de ese «conflicto», he tenido acceso a la prensa rusa a través de la red. Uno mira en el buscador «periódicos de Rusia» y te salen los enlaces. A continuación picas, empleas el traductor y puedes enterarte de la versión rusa de las operaciones militares. Del mismo modo buscando muy poco, en páginas latinoamericanas dan abundante información al respecto, con vídeos incluidos. Y con procedimiento similar tengo acceso a la revista Sputnik latina y al Ministerio del Interior ruso… Y tras profundas meditaciones he llegado a la conclusión de que la izquierda mencionada anti-OTAN (hay una izquierda atlantista que apoya a la OTAN), no ha vuelto a lanzar un quejío en torno a la falta de información pro-rusa, porque dicen esos medios tal cantidad de pamplinas, mamarrachadas, majaderías y estupideces dignas de Atila, que piensan los izquierdistas de pro por lo bajini, que es mejor que el lector occidental no las conozca.
El acceso a la información a través de la red no se limita a eso. Los medios afines a la UE no se cansan de difundir la propaganda ucraniana, que enseña cómo despanzurran tanques, y acosan a la infantería rusa con sus drones. Es de muy mal gusto ver cómo le lanzan una granada a un infante tirado en una trinchera, y cómo rematan a los heridos por si acaso. Si a alguien no le da por hurgar, puede pensar que Ucrania tiene machacado al ejército ruso. Sin embargo a poco que se busque, uno puede deleitarse con la página del Ministerio del Interior Ruso, o simplemente con páginas indias o indonesias, para contemplar cómo usando parecidos instrumentos letales, vuelan las trincheras con soldados ucranianos, y cómo la infantería rusa, por si acaso, termina por ametrallar sus agujeros no dejando títere con cabeza.
Es exactamente el mismo procedimiento asesino y cruel, llevado a cabo por soldaditos de remplazo que cobran una mensualidad por ello. Asesinatos en diferido, con cientos de miles de visualizaciones, que muestran lo que es en realidad la muerte que llega a través de un tiro o de una explosión: algo torpe, incapacitante, sin grandes aspavientos. No es como en las películas. Una muerte real, es algo muy tosco. Y definitivo.
Hay veces que en medio de estos idiomas raros en los que me muevo, me cuesta mucho diferenciar cuando muere un ruso y cuando un ucraniano. Se parecen tanto las escenas… Así que… ¿Cómo puede uno estar a favor o en contra de unos o de otros, cuando otros y uno son lo mismo? ¿Cómo puede nadie intentar explicar o justificar esa matanza? A mí al menos me entra una angustia que pa qué.
Y en fin, que por si de algo sirviera, mi opinión en la hora de la guerra, es que a mí me hablan de «lo que nos interesa», que si China, que si lacayos de la UE, que si Turquía avanza, que si otro orden mundial, y es que me echo a reír, porque a mi avanzada edad por las cosas de la geoestrategia, me meten en una trinchera arrastrando cuarenta kilos de barro con noches de diez grados bajo cero… Y pienso que lo que nos interesa es disolver los Estados, borrar la legislación, eliminar la banca, cerrar los periódicos y televisiones, centrar los esfuerzos en la alimentación, y empezar de cero, comenzando por establecer relaciones amistosas con el vecindario a través de lenguaje de signos. No, de verdad, no es una locura. La locura es explicar lo otro. Lo mismo así, cambiando la perspectiva, hasta otro mundo es posible.