Quienes siendo de izquierdas, manifestaban que la hipocresía de la UE era tremenda y que no se hablaba de la guerra en otras partes del mundo, que las hay a porrillo, pueden sentirse aliviados. Ya casi no se habla de Ucrania. No acapara primeras páginas. Shakira y su canción sobre Piqué tienen mucha más audiencia. ¿Nuevo truco diabólico de los EE.UU.? Haya pues, paz. Ucrania poco a poco se está convirtiendo en un conflicto crónico, y saldrá en los periódicos de forma esporádica, cuando se produzca algún desastre monumental.
Al comienzo de la agresión militar del ejecutivo ruso sobre la población ucraniana, a finales de febrero del pasado 2022, uno de los reporteros trasladados a aquella región fue Pablo González, politólogo afincado en Polonia especializado en Europa del Este con doble nacionalidad, rusa y española. Este hombre ya había cubierto el conflicto armado en la misma región en 2014 o el de Nagorno Karabaj, guerra entre fuerzas armenias y azerbaiyanas en 2020 que se remonta a la caída del bloque soviético y cuya tensión no se ha dejado de producir hasta hoy (esos conflictos de los que apenas informan). Pablo González informó, al comienzo de la invasión de Ucrania, de la huida masiva de civiles con artículos en diversos medios, conexiones televisivas y actualización constante en la redes. Todo eso terminó con su detención el 28 de febrero por parte de las autoridades polacas sin que estuviera muy claro de qué diablos le acusaban; después de unos días, el gobierno de aquel país informó acerca del deternido y los cargos que tenían contra él sin mostrar prueba alguna: se le acusaba de ser miembro de la la inteligencia militar de Rusia y de actuar en contra de los intereses de Polonia. No era la primera vez que el reportero se enfrentaba a los servicios secretos de un Estado, ya que unas semanas antes fue retenido por espías ucranianos, mientras que en España sus familares y allegados en el País Vasco recibieron la visita de agentes del CNI para interrogarles sobre un periodista acusado de ser prorruso y haber colaborado nada menos que con el periódico Gara. Todo, tal y como contaron aquellas personas, muy surrealista. Poco después de aquellas acusaciones disparatadas, González fue detenido, algo que llega hasta el día de hoy, más de 10 meses después, sin que haya evidencia alguna de las acusaciones que le hacen.
Me ha costado mucho decidirme a escribir sobre el tema de la guerra en Ucrania y la actitud de la izquierda, incluidos sectores libertarios, hacia este conflicto bélico (no caeré en el justificante ideológico de decir «guerras» cuando quiero decir guerra en Ucrania). Asumo el riesgo que conlleva esta reflexión a contracorriente, busco el debate y el intercambio de pareceres.
Cuando empezó el lío ese de la operación especial militar en Ucrania, una de las quejas del sector de izquierdas (por resumir) que defiende que esa guerra o como se la quiera llamar, ha sido propiciada por la OTAN, manifestaba que (por simplificar) esa organización militar ejercía una censura contraria a la libertad de expresión, al impedir el acceso a los canales rusos informativos. Y tengo que decir que eso es completamente falso.
Cabizbajo y meditabundo leo diariamente el parte de guerra, tanto el que da el Ministerio del Interior ruso, como el que proporciona el de por aquí, intentando no intoxicarme y creerme de la misa la mitad, si acaso. Como ya dije, alguien debería dar el paso de declarar un alto el fuego unilateral. Pero la cosa se lía y se lía… Y dado que parece que tengo gafe y que lo que digo nunca se cumple, mejor me callo no sea que algún soldado tropiece con un cable, caiga sobre el botón rojo y para qué queremos más. ¿Por qué nadie me hace caso? ¿Por qué?
Yavor Tarinski de la revista libertaria griega Aftoleksi entrevistó a dos anarquistas del Este de Ucrania, políticamente activos durante décadas en la zona hasta antes de la invasión de 2014, donde se derrumbó la posibilidad de cualquier acción política sin mediación. Ambos son lo que mucha gente tiende a llamar de manera simplista ciudadanos de Ucrania «de habla rusa». Esta entrevista fue motivada por los referéndums realizados por las fuerzas de ocupación rusas en esa región, así como por el resurgimiento de noticias falsas sobre su organización anarquista RKAS, en la que ellos mismos participaron y fueron miembros fundadores.
En un artículo anterior mencionaba que al haber sido invadida Ucrania por un ejército agresor, los ucranianos pensaban en buen número que están legitimados para defender su país y sus familias. Lo que pasa además –en mi opinión– es que el que se piense eso, no quiere decir que sea una buena idea.
Hace un par de semanas leía lleno de perplejidad, un artículo de opinión de un vicepresidente segundo de la coalición gobernante en una autonomía. Lo menciono porque aunque he escuchado y leído cosas similares estos meses, proviene de la experta opinión de un alto cargo de los que mandan mucho en un periódico digital de los que se dicen progresistas. El artículo lo que me sugirió, es que la izquierda está completamente chiflada, y que su lógica la lleva al desastre una y otra vez, de tal manera que es de izquierdas, solo si no gobierna. Porque cuando gobierna, se vuelve brutal y de derechas.
La guerra no es más que un atajo para conseguir objetivos políticos. ¿Para qué pasar años y años discutiendo, cuando podemos resolverlo a hostias? Unas semanas repartiendo estopa, y conseguimos esto, lo otro y lo de más allá…
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