Ayer, la FCC votó para derogar la neutralidad de la red. Sin esas protecciones, las corporaciones privadas, y la clase que las controla, pueden moldear qué información está disponible para las personas de acuerdo con sus propios intereses ¡Imagina un futuro en el que el contenido ampliamente disponible en Internet sea comparable a lo que podía ver en las redes de televisión en los años ochenta! Hoy, los flujos de información en Internet son casi idénticos a nuestros procesos de pensamiento colectivo: determinan lo que podemos discutir, lo que podemos imaginar. Pero el problema fundamental es que el Internet siempre ha sido controlado por el gobierno y las corporaciones.
Dice mucho sobre el sector privado que el desarrollo militar produjo un marco comparativamente horizontal que el control corporativo ha hecho progresivamente menos participativo e igualitario. Desafortunadamente, no hay una alternativa anarquista, no hay un Internet de las Personas para construir; este es el único. Los socialistas de Estado han aprovechado esta oportunidad para promover la nacionalización de internet, argumentando que esta es una oportunidad para formular una visión de un futuro mejor. Pero si no queremos que la clase capitalista controle nuestra comunicación, el control estatal del Internet no resuelve el problema: después de todo, es el Estado el que está haciendo el movimiento para poner a las corporaciones en control aquí, y los existentes modelos de control estatal (piense: República Popular China) son igual de opresivos. Debemos tomar medidas pragmáticas para defender nuestros derechos en el contexto actual, pero un marco basado en los derechos que dé por sentado que el Estado es el árbitro de las cuestiones sociales nunca garantizará nuestra libertad. Si queremos una visión verdaderamente liberadora de un futuro mejor, tenemos que pensar en grande.
Un enfoque anarquista debe comenzar rechazando la falsa dicotomía entre el poder corporativo y el estatal. A partir de ahí, debemos atrevernos a soñar con formas descentralizadas de infraestructura que sean resilientes contra el control descendente. Internet, en su forma actual, es indispensable para participar en la sociedad; pero eso no significa que debamos dar por sentada la forma actual del internet, o de la sociedad, como el mejor o único modelo posible. Fueron nuestros recursos, extraídos de nosotros en forma de impuestos y mano de obra e innovación, los que ayudaron a crear ambos en primer lugar. ¿Qué podríamos crear si nuestros esfuerzos no estuvieran conformados por las restricciones del Estado y los imperativos del mercado?
Nuestro objetivo a largo plazo debería ser recuperar las estructuras que ayudamos a construir, pero tendremos que transformarlas para que funcionen en nuestro interés, por lo que también podemos comenzar a experimentar con estructuras paralelas en este momento. Incluso los reformistas deben reconocer que hacerlo es prácticamente la única forma de obtener influencia sobre aquellos que actualmente controlan los medios por los cuales nos comunicamos.
La tecnología nunca es neutral. Siempre es política: siempre expresa y refuerza las dinámicas de poder y las aspiraciones que lo originaron. Si los ingenieros y programadores no construyen desde un marco político con la intención explícita de crear relaciones igualitarias, su trabajo siempre será utilizado para concentrar el poder y oprimir a las personas.
Para más información sobre las limitaciones que el capitalismo codificó en lo digital desde el principio, lea Deserting the Digital Utopia (Desertando la Utopía Digital). Para detalles sobre el final de la neutralidad de la red y las alternativas radicales al control corporativo, lea el siguiente texto de William Budington, también entrevistado en The Final Straw.
Tomado de: http://periodicoellibertario.blogspot.com.es/2017/12/perspectiva-anarquista-sobre-la.html