ANARQUISMO SALVADOR SEGUÍ

Salvador Seguí. El héroe de las huelgas obreras de Barcelona

Los pasos firmes de la utopía caminaban por el Raval de Barcelona cuando encontraron la muerte el 10 de marzo de 1923. Sobre la espalda de Salvador Seguí pesaba todo el odio acumulado de la burguesía catalana y cayó acribillado por los pistoleros de la patronal en la antigua calle de la Cadena, actual Rambla del Raval. Y es que las calles de este histórico barrio vieron cómo se fraguaban a lo largo del siglo XX diversas escuelas laicas, ateneos populares, asociaciones sindicales, periódicos, y por supuesto, se levantaron las mejores barricadas para defender las conquistas obreras.

Salvador Seguí trató de reinventar el anarcosindicalismo en Barcelona a comienzos del siglo XX, le otorgó un impulso decisivo a la lucha obrera, situando a la clase trabajadora catalana como sujeto revolucionario con iniciativa e interlocutor indiscutible en los conflictos urbanos. Conocido desde joven por sus inquietudes sociales y políticas, le apodaron «el noi del sucre» y se formó profesionalmente como pintor. Fue un declarado seguidor de la Escuela Moderna de Francesc Ferrer i Guàrdia y de clásicos pensadores anarquistas como Élisée Reclus o Mijail Bakunin. A día de hoy, un siglo después de su asesinato, tenemos una deuda pendiente en la historia del anarquismo con este obrero catalán que escribió sus acciones y su palabra sobre la práctica de la utopía.

El noi del sucre: un inteligente orador y hombre sencillo

Salvador Seguí tenía por costumbre comerse los terrones de azúcar que le servían en las tabernas con el café, y sus amistades cercanas comenzaron a llamarle el noi del sucre. Detrás de ese sobrenombre encontramos al hombre que fue uno de los más inteligentes anarcosindicalistas de su tiempo, posiblemente el más destacado de las huelgas obreras de Barcelona.

Era hijo de un panadero de Lleida, pero siendo niño su familia emigró a Barcelona, donde a los diez años de edad ya trabajaba como aprendiz de pintor en un almacén del barrio del Raval. De adolescente participaba de las asambleas del gremio de los pintores, y sus inquietudes por las realidades sociales le llevaron a lecturas de clásicos de la filosofía como Aristóteles, Sócrates, Kant o Rousseau; derivando seguidamente en pensadores anarquistas como Bakunin o Kropotkin. A los diecisiete años de edad dio su primer mitin político en el local de la Sociedad Lara, en el barrio de Poble Sec. Salvador creía que los obreros debían adquirir una autonomía de pensamiento y decidir sobre su vida ellos mismos, lo que le llevará a ser un fiel defensor de los ateneos populares, las bibliotecas, las tertulias y las reuniones. Había recogido la formación educativa de los círculos afines a la Escuela Moderna racionalista. Se afilió al Ateneu Eciclopèdic Popular, una institución con sede en la calle del Carme en Barcelona, y que aún sigue su labor actualmente, siendo el archivo más grande del movimiento obrero mundial tras el Instituto Internacional de Historia Social en la ciudad de Ámsterdam. Salvador Seguí destacará en los cafés de Barcelona protagonizando charlas, y discutiendo durante horas sobre las cuestiones sociales de su tiempo, convirtiéndose en un gran orador y con cualidades humanas muy reseñables. Se fue fraguando un gran cariño entre los compañeros que le veían como un hombre sereno, convincente y sencillo; los obreros tras escucharle hablar rápidamente se inclinaban a sentir inquietudes sociales críticas.

Participará en la primera comisión constituida en 1907 de Solidaridad Obrera, el antecedente del anarcosindicalismo de la CNT, una federación de sociedades obreras catalanas, y en la que Salvador Seguí estará desde el primer instante. Este ya había sido detenido en 1902 en una huelga general obrera del territorio catalán que reivindicaba las ocho horas laborales diarias. Sin embargo, ese mismo año de 1907 sería detenido acusado injustamente del asesinato de Jaume Soteres, un seguidor de Alejandro Lerroux, republicano conservador muy beligerante contra la clase trabajadora organizada. Finalmente fue absuelto por los tribunales en 1908, y tan solo un año después se le vio a Salvador Seguí en las barricadas de la calle Hospital y en la cárcel de Amalia contra la Guardia Civil, en el contexto de la Semana Roja de Barcelona (Semana Trágica, oficialmente).

Salvador Seguí mantuvo una temprana postura antibelicista durante los años de la Primera Guerra Mundial, mientras que en otros países se hicieron encuentros obreros europeos donde se debatían entre las posturas antagónicas de Errico Malatesta y Piotr Kropotkin; y que finalmente también rechazarían la guerra. El noi del sucre asumía una postura contra la guerra imperialista, y se ratificaba en algunos discursos argumentando que las burguesías nacionales eran las únicas vencedoras del conflicto, que no representaba ninguna futura victoria para la clase obrera. En 1915 fue elegido presidente del Sindicato de la Construcción de Barcelona, al frente del cual organizó una huelga de ramo en ese mismo verano con gran éxito.

La constitución del anarcosindicalismo catalán es obra de Salvador Seguí

En el periodo posterior a la contienda mundial Salvador Seguí sigue manteniéndose en la línea anarcosindicalista y de organizar las sociedades obreras, frente al individualismo de la línea de los seguidores de Max Stirner, que derivaba en la propaganda por el hecho como táctica desconectada de una organización social más grande. Fue responsable directo de que la CNT se convirtiera en una fuerza combativa con una estrategia y capacidad organizativa para poner en jaque a la clase empresarial catalana. Elegido secretario general de la CNT de Catalunya en el Congreso Regional de Sants en 1918, también tendrá una participación destacada en el Congreso de Madrid de la CNT celebrado en 1919 en el Teatro de la Comedia. Ya en octubre de ese año explicaba en unas conferencias en el Salón Olimpia de Madrid que los obreros madrileños y catalanes tenían en común un único enemigo: la burguesía. También participaría del Pleno de Regionales de CNT en Zaragoza donde propusieron la retirada del sindicato de la Tercera Internacional, que había sido constituida desde Moscú, por evidentes diferencias con el devenir revolucionario bolchevique.

Sin embargo, el acontecimiento más destacado en el que participaría en 1919 Salvador Seguí fue la huelga de La Canadiense, que paralizó la ciudad de Barcelona durante 44 días. Estuvo en prisión pero fue liberado el mismo día en que se desconvocaba la huelga, llamando a una asamblea organizada por el comité de obreros en la plaza de toros de las Arenas en Barcelona. Allí con sus grandes dotes como orador se debatió sobre los acuerdos alcanzados con el gobierno ante 25 mil obreros, y se aceptó la consecución de la jornada de ocho horas laborales como una victoria. Sin embargo, la patronal catalana no cumplió en absoluto los acuerdos y volvió a declarar una dura batalla frente a los sindicatos obreros, comenzando a utilizar métodos de violencia y pistolerismo para asesinar a algunos trabajadores.

Salvador Seguí siempre defendió sus prácticas sindicales posicionándose públicamente contra el uso implacable de la violencia afirmando: «El arma nuestra no es ni el puñal ni la pistola, sino la huelga». Y en otra ocasión también aseguraba: «Hay que repetir mil veces más, si ello es preciso, que los postulados de la justicia social no están en la recámara de una pistola». Sin embargo, quienes pasaron a la ofensiva del terrorismo fue la patronal, con apoyos explícitos de la policía y autoridades civiles o militares.

En noviembre de 1920 fue nombrado Gobernador Civil de Barcelona el militar Martínez Anido, quien llevaría a cabo una fuerte represión contra destacados sindicalistas por orden del presidente del gobierno, Eduardo Dato. Salvador Seguí fue deportado a la Fortaleza de la Mola en Mahón (Menorca) junto a otros treinta y seis dirigentes, entre los que se encontraban el republicano Lluís Companys. En ese año la CNT representa ya una fuerza de más de setecientos mil afiliados, de los cuales medio millón corresponden a la organización en Catalunya. Salvador Seguí fue trasladado la cárcel de Barcelona finalmente, y puesto en libertad en 1922, siendo nombrado ese mismo año secretario del Comité Nacional en la Conferencia de la CNT en Zaragoza.

Es asesinado el coloso de las luchas obreras, vengada será su muerte

Tras numerosas amenazas por escrito: «Reunidos los elementos del Sindicato Libre, hemos acordado asesinarte a ti y a Pestaña, entre otros», y dos atentados frustrados previamente, el 10 de marzo de 1923 fue asesinado junto al compañero Francesc Comas Pagés por las balas de los pistoleros de la patronal catalana mientras paseaban por la calle de la Cadena. Rápidamente en todos los círculos obreros de Barcelona aquella tarde se extendía la noticia, y nadie parecía creer que el anarcosindicalista sencillo y corpulento al que todos los compañeros apreciaban, hubiera sido asesinado. El crimen que supuso su muerte fue una gran tragedia para el futuro de la CNT, el sindicato se vio amenazado con ser vencido y caer en la clandestinidad más absoluta debido a la represión de la patronal. Tanto es así, que tuvieron que surgir grupos de autodefensa como el integrado por ‘Los Solidarios’, quienes a punta de pistola y respuesta en las calles, debieron proteger a los obreros amenazados. Devolvieron golpe por golpe de manera más certera, y el anarcosindicalismo sobrevivió a la dictadura del militar Miguel Primo de Rivera, reapareciendo mucho más organizado, con mayor capacidad de acción e intelectual en los años 30.

El legado de Salvador Seguí, a parte de un ejemplo humano brillante y como militante de CNT, supone un ejemplo práctico de cómo construir un sindicalismo revolucionario en el seno de una sociedad, siendo los propios obreros quienes dirijan sus pasos en el camino. El anhelo de la emancipación de las clases populares se consigue aspirando a lograr una articulación transformadora amplia, sin dejarse principios y valores en el tintero, pero apuntando a una coordinación social desde el anarcosindicalismo y otros colectivos o fuerzas plenamente revolucionarias.

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