¿Ser anarquista?

La mejor manera de expresar la libertad se da en las actividades que somos capa­ces de realizar con otras personas sin que exista la coacción, cuando conseguimos pactar o acordar la forma de coordinar nuestras acciones sin que una autoridad nos imponga las normas. El poder intenta siempre que la servidumbre sea voluntaria y que los siervos no advirtamos la coacción. En la mayoría de lasocasiones también lo logra gracias a nuestra complicidad, porque nadie desea aceptar que realmente ac­túa bajo coacción o que en el trabajo está siendo explotado, en esta sociedad donde todo el mundo tiene que ofrecer una imagen de felicidad y libertad.

A pesar de ello, intentamos usar nuestra libertad allí donde podemos y nos dejan, en el consumo, en la elección de nuestras experiencias vitales, incluso en la forma de realizar nuestro trabajo. Con mayor o menor fortuna, expresamos nuestra liber­tad, aunque sea bajo coacción, y usando las normas existentes en cada sistema de dominación. Entiendo que lo que distingue al anarquista es el intento de llevar ese deseo de libertad a todos los lugares, a todas las situaciones, de conseguir que todas las acciones y decisiones vitales se adopten de forma totalmente libre, que todos los acuerdos que mantenemos con nuestros compañeros y compañeras de viaje se realicen de forma igualitaria.

La necesidad de la anarquía puede surgir a través de procesos vitales y reflexivos muy diferentes. Pero yo creo que el principal se relaciona con la percepción de la injusticia estructural del sistema, tanto la que uno mismo soporta como, sobre todo, la que advierte sobre el resto de los individuos. Y el hecho de percibir que estas desigualdades, explotaciones e injusticias también dependen de los actos que yo mismo realizo a diario, ya sea comprando, o trabajando para producir mercancías y servicios. En mi caso, ha sido el deseo de desprenderme de mi responsabilidad en el mal que soporta el mundo, de percibir que precisamente son las coacciones y obediencias que acepto a diario las que me hacen responsable de las injusticias que otros padecen.

Existen muchas semillas de anarquía o de espíritu libertario en muchos movi­mientos sociales, asociaciones, sindicatos, grupos políticos, etc. Pero no existe hoy en día un movimiento libertario con capacidad para influir en la vida de las perso­nas, tal y como existió antes de la Segunda Guerra Mundial. El anarquismo nunca ha deseado transformar el sistema desde dentro, por lo que ni se ha postulado para ocupar cargos de representación en las democracias parlamentarias, ni ha aceptado seguir una estrategia de presión o ruego para que el sistema se fuera reformando por presiones de la opinión pública, menos aún, hacer una revolución para poner al frente del sistema a los propios anarquistas. El anarquismo se ha caracterizado, en su lucha política, por intentar llevar ya a la práctica en el trabajo, en la familia, en las tiendas, en el barrio, etc., experiencias libertarias de vida en común en total libertad, y en sintonía con ello, intentar ampliar los márgenes de libertad del sistema con el objetivo de que estas mismas experiencias vayan teniendo progresivamente más viabilidad. Es decir, presionar no para reformar el sistema manteniendo la división en clases y la desigualdad, sino irlo superando para que cada vez exista más espacio para expresar la libertad individual en igualdad.

Os invito a adentraros en este mundo apasionante de la libertad y a reconocer a los monstruos que nos están sojuzgando.

Ahora soy un anarquista solitario. Pero deseo que en breve podamos trabajar juntos en y por la libertad.

Rui Valdivia

Tomado de https://ruivaldivia.net/2019/04/25/ser-anarquista

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