No pocos medios y escritores, se empeñan en definir lo de Argentina como el primer gobierno anarcocapitalista de la historia. Es posible que el evidente oxímoron sea solo un intento de atraer una audiencia poco esforzada intelectualmente. Lo que propugnan esos pseudolibertarios, supuestamente partidarios de un capitalismo sin barreras, debería suponer el fin de las instituciones coactivas del Estado. Obviamente, no están en contra de la explotación (sinónimo de acaparación de los medios de producción en manos privadas, digo yo), pero tampoco de la coacción más evidente, ya que se producirían fuerzas policiales también privadas multiplicadas por mucho. En otras palabras, una falacia como la copa de un pino, ni el inicuo Milei va a desmontar totalmente el Estado, más allá de simplemente recortar todo lo que pueda en cuanto a protección social, ni los llamados anarcocapitalistas tienen un mínimo asomo de sinceridad más allá de alguna conferencia en YouTube atractiva para los que tengan poco contacto con el mundo real. Lo que pretende todo esta caterva de ultraliberales pseudolibertarios es solo una exacerbación del terrible mundo político y económico en que vivimos. Ni siquiera esa estupidez del minarquismo resulta demasiado verosímil, ya que el Estado en los que es, con su propia lógica de dominación al margen de que sus instituciones sean más o menos extensas y de que acepte ciertas libertades formales para preservar los intereses de la élites económicas.
Insistiremos, esto es más de lo mismo en la realidad que sufrimos, hoy hay un gobierno de apariencia ultraliberal, dentro de unos años será más o menos socialdemócrata, pero sin cuestionamiento real del sistema económico, ni ojo, tampoco de las instituciones estatales. Y es que el montón de infamias que se han lanzado históricamente sobre el anarquismo se incrementa ahora con esta vil retórica (anarco)capitalista e incluso hablando sin rubor alguno de supuestos gobiernos libertarios. Por supuesto, las ideas anarquistas deben estar en constante revisión y actualización, pero lo voy a explicar para que lo entienda cualquiera con el cerebro bien oxigenado; principalmente, con una premisa irrenunciable, la lucha contra toda forma de dominación. De forma obvia, entra también en esa lucha emancipatoria abolir en la medida de lo posible la explotación del trabajo ajeno en un mundo con pocas posibilidades de elección para los más débiles; es decir, a pesar de lo que asegura toda la maquinaria propagandística de ciertas tendencias, el capitalismo no es sinónimo de libertad, sino de coacción y dominación en el ámbito material de la existencia (tan o más importante que cualquier otro).
Hablar de un gobierno anarquista es, efectivamente, una contradicción, algo imposible a nivel ontológico (signifique eso lo que signifique). Se nos mencionará a los ministros anarquistas en plena guerra civil española, así como a tantos responsables ácratas en organizaciones paraestatales en unas circunstancias muy determinadas, pero eso no convirtió a ningún gobierno en anarquista. Es indudable que hubo anarquistas es un gobierno, eso sí, y en circunstancias muy excepcionales (no adopto un tono justificatorio, la historia es lo que es y las personas sinceras hicieron lo que pudieron), pero lo que es evidente es que ninguno de esos libertarios pretendió acceder al poder para desmontar al Estado y sí para defender un terreno común de lucha contra la reacción. El que no posee ni un ápice de sinceridad es Milei, así como tantos pseudolibertarios actuales, que se llenan la boca de crítica al Estado para luego presentarse a elecciones y asegurar la poltrona. Otra seña de identidad del auténtico anarquismo es la coherencia entre medios y fines, ningún ácrata va a entrar en el Estado, o en cualquier organización política jerarquizada, asegurando que va a hacerlos caer. Como dijo el clásico, solo las prácticas libres pueden dar lugar a la libertad, y recordemos también que la propuesta verdaderamente libertaria es, sobre todo, moral. La confusión política actual conduce a que algunos mercaderes sin escrúpulos se llenen la boca de libertad y adopten su justificación en las prácticas históricas del socialismo estatista (terriblemente autoritario y, cierto, un fracaso a todos los niveles en su supuesto afán emancipador). Lo más significativo, y debería ser evidente para los que tengan bien comunicadas sus neuronas, es que esos pseudolibertarios suelen ir de la mano de la derecha más reaccionaria.
Juan Cáspar
https://exabruptospoliticos.wordpress.com/2024/07/27/a-vuelta-con-el-condenado-y-falaz-anarcocapitalismo/
Milei otro mamarracho más, aupado por las élites, que sin vergüenza ajena , nos presentan en el escenario político, descerebrados y más corrupción.