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Aguirre, la iniquidad sonrojante

Anda gran parte del persona soliviantado porque la abiertamente repulsiva Esperanza Aguirre ha soltado, creo que en un acto organizado por la derecha de este inefable país en el reciente aniversario de aquella malograda Segunda República, que la culpa de la Guerra Civil Española la tuvo el Partido Socialista. Por supuesto, algunos no sabemos de qué diablos se sorprenden, ese argumentario fue el sostenido por los adláteres del franquismo, pervirtiendo lo bueno que se había hecho, y es el que mantienen en la actualidad algunos pseudohistoriadores mal llamados revisionistas fechando el comienzo del conflicto en la Revolución de Asturias de 1934. Cierto es que, usualmente, las figuras de la diestra hispana no lo usan de manera clara, pero sí de modo tácito en el único lugar donde triunfó manu militari una forma de fascismo. Por supuesto, Esperanza Aguirre, sin necesidad alguna a estas alturas de guardar las formas, sobrada de soberbia, y seguramente más inicua que necia, es capaz de espetarlo sin asomo de vergüenza alguna. Desgraciadamente, la distorsión sobre la historia reciente de este inenarrable país, recuperado en la Transición como Reino de España, no tiene fin.

Efectivamente, culpar en este indescriptible país del conflicto civil (y, sobre todo, social) a, no solo al PSOE (aquel partido, nada que ver con el actual, mayoritariamente marxista revolucionario ocupando el espacio de una fuerza comunista reducida a la mínima expresión antes de la guerra), sino a la izquierda en general es un clásico. Y eso que estamos hablando de uno de los hechos históricos más estudiados, con abundantes libros al respecto, pero supongo que para algunos es mejor creer relatos diseñados para mentes poco esforzadas intelectualmente. Si no culpar a la malvada izquierda, cuántas veces hemos escuchado que aquello fue un enfrentamiento cainita o que fue culpa de políticos extremistas o, en otros casos, se toma por algo parecido a un fenómeno atmosférico sin causa social y económica alguna. Por supuesto, ha habido muchas interpretaciones interesadas, a diestra y siniestra, y gran parte de ellas han buscado legitimar posicionamientos ideológicos para convertir la historiografía en otro campo de confrontación política. Lo que ocurre es que discursos como el reciente de Aguirre, abiertamente insultante, solo puede calar en un público con el cerebro poco oxigenado, que es algo que se insufla excesivamente poco en esta sociedad plagada de información y tan desinformada.

La estrategia de la derecha, de forma diáfana, es demonizar aquel breve periodo republicano sobre el que, de modo obvio si el país no fuera ya algo muy diferente, debería haberse fundado la tradición democrática tras casi cuatro décadas de dictadura. Y no es que uno, ácrata de tendencias nihilistas, sea un amante de la llamada democracia representativa, otra forma más sutil de dominación, pero llamemos a las cosas por su nombre. Y, cierto, la Segunda República acabó siendo una decepción para las clases desposeídas, pero lo que vino después, claro, fue una reacción contra los que quisieron transformar el país, depurando a toda una generación revolucionaria y suponiendo toda una involución a todos los niveles en un lugar donde los libertarios pudieron cambiar las cosas para siempre. Contrarrevolución preventiva, llaman algunos al fascismo, aunque en cada país adopta rasgos diferenciados y el tema es complejo. Los anarquistas aceptaron la llegada del régimen republicano pero, una forma muy bella de expresarlo, solo como punto de partida para un proceso democratizador más profundo entendiendo con ello, por supuesto, también el factor social y económico. Sí, estamos en una época muy diferente en la que hay que indagar, urgentemente, en nuevas vías de emancipación, pero no está mal recordar la historia. Esta que, tantos, se empeñan en difamar.

Juan Cáspar
https://exabruptospoliticos.wordpress.com/2024/04/18/aguirre-la-iniquidad-sonrojante/

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