Hace un par de días, me leía con seráfica beatitud una serie de reflexiones de un anarquista «clásico» (el de Bakunin, Kropotkin, Malatesta, Proudhon…), sobre lo que era el anarquismo. Para mí que el compañero confundía lo que era el anarquismo, con su opinión. Es una actitud extendida. Es lo mismo que le pasa a un cura, que llama Dios a sus deseos, o a un político que llama Pueblo a sus devaneos. El compañero venía a decirnos que el anarquismo está siendo atacado por universitarios, cercanos a Podemos, que no están en las barricadas (1). Estos universitarios (marxistas renegados) pretenden acabar con el «corpus teórico anarquista» que han elaborado hombres y mujeres humildes, luchadores, de los que beben los movimientos sociales modernos.
Menudo rollo.
Lo primero que me pasa cuando leo esas cosas, es que no sé a qué viene lo de las barricadas. La fuerza de un argumento la da la verdad de su premisa. No que alguien muy humilde se partiese los huevos hace cien años al saltar por lo alto de una pila de cascotes huyendo de la caballería.
Lo segundo, lo de marxistas renegados. Lo dice como si fuera algo malo, que los propios marxistas se den cuenta de las insuficiencias de sus teorías. La verdad, que se fijen en el anarquismo, me halaga más que otra cosa.
Lo tercero, lo de los universitarios. Es verdad que en la Universidad se habla de anarquismo haciéndose unas pajas mentales que pa qué os voy a contar. Hablan y escriben de anarquismo, aunque a los académicos les da mucho reparo definirse como anarquistas. Ven el anarquismo como algo de catetos, porque no tenemos una teoría robusta, escrita en veinte tomos de palabras raras (2)...
Lo cuarto, eso de que los movimientos sociales beben del anarquismo clásico…, hay que ponerlo en entredicho. Los anarquistas, os lo digo bajito, aquí entre nosotros, no hemos inventado nada. El amor a la libertad, el odio a la tiranía, lo ha habido de siempre. El anarquismo lo practica gente que no son anarquistas «clásicos», pero que impulsan las tendencias libertarias. Por eso en todos los movimientos populares, de la Argentina del 2000 al 15M, optan los participantes, cada uno pensando por su cuenta, por modelos asamblearios horizontales, sin líderes, en su organización prematura, y esto sólo cambia cuando los partidos, bomberos y pescadores, reaccionan y pasan a la ofensiva para vampirizar y devorar la protesta. Ay. Si además de un impulso instintivo (libertario) hubiera un tejido (asociativo) detrás, otro gallo cantaría. Y si los anarquistas arrimásemos más el hombro, sin esos sentimientos de superioridad moral que llevan algunos en su haber, seríamos tal vez mejor valorados.
¿Puede haber entonces un anarquismo sin anarquistas? Pues claro que sí, ojalá, porque para que triunfemos no necesitamos que la sociedad nos apoye. Con que simplemente no se oponga a ser libres e iguales, tenemos la batalla ganada.
Notas:————————————-
(1) El artículo que comentaba el compañero es este: ¿Post-anarquismo? Reflexiones sobre la emergencia del pensamiento libertario y su influencia en la renovación de las prácticas anarquistas.
En mi opinión, no es para rasgarse la ropa.
(2) Lo cierto es que sí que tenemos una teoría sobre el Poder, y os la resumo con palabras de un amigo: que el poder es malo (no sólo a niveles morales, sino prácticos), que corrompe; que si lo ejerce el listo nos idiotiza e infantiliza a las demás, y si lo usa el tonto nos arrastra a la perdición; que no lo necesitamos y no lo queremos; que se puede organizar la sociedad y cambiar el mundo sin tomarlo; esa es la idea más original del anarquismo, la que más ha tensionado las filosofías universales. El poder puede destruirse, no reformarse, así es. Por eso es más funcional y responsable que una asamblea de vecinos elija un consejo barrial y organice un barrio que no que lo haga un alcalde. Y que se tomen una tila todos los defensores del «Poder Popular», porque el poder se ejerce contra alguien y si lo ejerce el pueblo, ¿contra quién lo ejerce? El poder, amigos y amigas anarquistas, nunca puede ser popular, porque la esencia del poder se encuentra en una relación asimétrica: alguien puede obligarte a hacer algo que tú no quieres. Y el anarquismo lo que pretende, es que haya equilibrio. Porque cuando existe ese equilibrio, basta un «no» para que no exista ni poder ni autoridad.