Hablando con un vecino de doctrina anarquista, me comentaba que a la vista estaba que un mundo de paz armonía y colaboración era imposible, ya que los humanos somos peores que las ratas. Me planteaba –por ejemplo– lo de la guerra de Ucrania, como prueba irrefrutable de que el anarquismo es una quimera. Y le demostré precisamente que la guerra de Ucrania es la prueba evidente de que el anarquismo es posible. Estos son los hechos:
El Gobierno de Ucrania, tras la invasión del ejército ruso, consideró que el Estado ruso le había declarado la guerra, y proclamó la movilización general. O sea, que puso toda la economía al servicio de la guerra, y obligó –de buen grado o por fuerza–, a todo hombre o mujer que pudiese ser soldado, a ir a la guerra. Y así se coge a un chaval, acostumbrado a beber refrescos, a vapear con su sudadera, su skateboard y su capucha… Y le ponen un casco y a cascarla.
Eso es, personas que hasta ese momento se dedicaban a sus cosas, se ven –de repente– metidos en un uniforme horroroso, y con un equipo que pesa sus buenos cuarenta kilos, cavando agujeros, llueva, nieve o haga un calor de la hostia. En invierno se congelan, en primavera y otoño se embarran, y en verano se asan. Hongos en los pies, huevos escocidos, sudor que chorrea de la nuca al bujero del culo, etc. Y no solo eso, si no que en el pozo de tirador, está el centinela esperando que le degüelle un spetsnaz nacido en Mordovia, Tartaristán o Udmurtia, que no saben ni donde está eso. Ahí va. Placer inenarrable. Nadie, en su sano juicio, votaría por eso.
Y, sin embargo, ahí están aguantando lo inaguantable civiles y soldados, que han muerto más de sesenta mil (rusos y ucranianos) en seis meses de campaña, tantos como murieron en España el primer año de COVID sin mascarilla.
Probado es –por lo tanto–, que la gente aguanta tela marinera (1). Aguanta cosas incomprensibles, si se piensan despacio. Y esa barbaridad –imposible de entender para una persona normal–, la construye la costumbre establecida por los poderes públicos y económicos.
Córcholis: es la costumbre. Así que bastaría con que los y las anarquistas ganásemos una vez, una sola vez, el tiempo suficiente como para apartar a ese puñado de mamarrachos y mequetrefes relegándolos a alguna isla perdida en el océano, o a la puta mierda… Y vencer esa sola vez, para establecer otra costumbre colaborativa, pacífica, amable. La costumbre de cuidarnos unos a otros. Y establecido el hábito, la gente se comportaría de ese modo de forma automática, como los rebaños, y vería la guerra, la acumulación, la avaricia y el escupir al que está abajo, tan imposible como la sangría terapéutica con sanguijuelas en el escroto. Sería entonces la anarquía por mera repetición, y la gente tendría deseo de ir a asambleas semanales para escuchar el balance de cuentas de la reconstrucción del puente Durrutu sobre el río Donets, con la misma impavidez con que en Ucrania, en Rusia, en Armenia o en Azerbayán, contemplan a día de hoy cómo les devuelven los cadáveres de sus hijos tan trinchados que son difícilmente identificables, aún cuando lo intentase Federico Trillo con un patólogo del ejército español (2).
Por eso digo que haciendo ya la gente cosas imposibles y auténticas barbaridades propias de enajenados sin cerebro, seríamos capaces de llevar a cabo una locura menor, tal que la anarquía.
Acratosaurio rex
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NOTAS
(1) Es verdad que rusos, españoles, portugueses, griegos e italianos, somos gente que somos capaces de sufrir muchísimo. No como los alemanes, que no solo no saben sufrir, si no que siempre lo hacen todo bien… Para este caso los ucranianos también saben de eso de sufrir mucho, pero es que un ucraniano es como un ruso, solo que del sur, como los andaluces y los de Chipiona, que se sabe que existe por Rocío Jurado… Pero que me desvío del tema. Volver arriba por favor.
(2) Trillo. El de ¡Viva Honduras! cuando estaba en El Salvador, y el de la identificación de cadáveres del Yak 4230, que no dio pie con bola.
Que bonito seria vivir en anarkia, dicen que al principio de la guerra civil algo se vio en Catalunya y aragon, algo, porque en medio de una guerra, las dificultades son terribles, así acabamos!. Pero esta claro que por ahora, hasta las revoluciones( francesa,rusa…) solo ha servido para cambiar de perro, pero con el mismo collar. Mientras tanto a vivir lo que se pueda en aroma anarquista, siendo antiguo estado, antiguo tv, vegano, naturalista, anti deporte profesional…. , se puede hacer mucho. Gora anarkia, kopon!