LA HISTORIA OFICIAL

La historia oficial

En España, sabemos mucho sobre la falta de memoria (mejor dicho, sobre la perversión de la memoria) y sobre las justificaciones a golpes de Estado y, de manera directa o indirecta, también a una dictadura. Argentina hoy está gobernada por gente inicua, encabezada por ese esperpento que es Javier Milei, que como ocurre también aquí con algunos elementos, de manera más clara si se quiere, justifican en aquel caso el régimen dictatorial de Videla, demonizando a toda izquierda, y negando la represión. Y aclararé que esto no va de disputas ideológicas (resulta agotadora esa estúpida polarización), en el caso de cierta izquierda es muy reprobable que no condene, o que también justifique, regímenes dictatoriales construidos en nombre del socialismo; esta vez nos referimos al caso de la derecha, y dentro de la misma yo solo respeto a aquellos que condenan los golpes y las dictaduras de Franco, de Pinochet o de Videla como atentados contra los derechos humanos. Tan sencillo como eso y, desgraciadamente, no se da muy a menudo.

La historia oficial es una película sobre la represión y el robo de bebés en el golpe de Estado liderado por Videla, producida muy tempranamente, ya que empezó a rodarse en 1983 cuando todavía se mantenía la dictadura militar. De hecho, parece ser que algunos miembros del equipo, de modo comprensible, tenían miedo por las amenazas recibidas por parte de las autoridades, pero el rodaje se llevó a cabo finalmente durante 1984 y la película se estrenó un año después. Una obra para mí soberbia, que acabó ganando numerosos premios, entre ellos el del Óscar en 1986 a la mejor película extranjera. Recordaremos que el de Videla fue otro golpe de Estado apoyado por el gobierno de Estados Unidos; cuando empezó a salir a la luz el terrorismo de Estado, muy probablemente solo por eso, Henry Kissinger retiró su apoyo a Videla. En 2016, con el 40 aniversario del golpe de Estado, se reestrenó una versión restaurada del film.

¿Qué nos cuenta La historia oficial? Por cierto, un título elegido también magnífico, ya que la protagonista es una profesora de Historia en Buenos Aires, interpretada por Norma Aleandro, casada con el personaje que interpreta Héctor Alterio, alguien repulsivo que se ha enriquecido en los últimos años con oscuros negocios relacionados con estadounidenses. El matrimonio tiene una hija adoptada de corta edad y enseguida averiguaremos que es muy posible que la niña sea un bebé robado a personas represaliadas durante el golpe. Está muy bien la progresiva toma de conciencia de Alicia, la rígida y burguesa profesora que interpreta Aleandro, que parece no ser consciente del terrorismo de Estado que ha sufrido el país y las numerosas desapariciones de personas de izquierdas (subversivos, los nombran en el film los más reaccionarios). Alicia tiene, efectivamente, una venda en los ojos, es posible que por conveniencia, por su propia condición social muy cómoda, supongo que como tantas personas en tantas situaciones donde otros sufren situaciones terribles perfectamente evitables. Veremos en la narración qué es lo que provoca el despertar de su conciencia relacionado, sobre todo, con su pequeña hija adoptada.

Es una amiga de la protagonista Alicia, interpretada muy bien por una actriz (de peculiar nombre, Chunchuna Villafañe), excelente intérprete que he de reconocer que no conocía, la que empieza a provocar que Alicia despierte cuando le cuenta en una secuencia estremecedora cómo fue torturada y violada, junto a muchas otras personas, y tuvo que abandonar el país, relatando también el robo de bebés a mujeres embarazadas. El grado de inocencia de Alicia, mezclado con algo de perversidad de clase, queda en evidencia cuando le dice a su amiga, ante el estupor de la misma, si denunció aquellos hechos entendiendo que era inocente (como si hay aquí posible culpabilidad sobre algo o sobre si la misma justificaría semejantes atrocidades). Hay que aclarar que la película de desarrolla en 1983 cuando acababa de reinstaurarse, después de haber limpiado todos los elementos “subversivos”, la democracia formal.

El proceso de toma de conciencia en Alicia se produce también, de forma paralela, en el entorno escolar donde trabaja (son alumnos preuniversitarios). La profesora, desde el comienzo de la película, es caracterizada como una persona rígida, conservadora, que cree en la disciplina y observamos cómo se ajusta, únicamente y de forma patética, a los libros de texto (la “historia oficial» del título), pero habrá diversos factores que también le empujen a hacerse preguntas y cambiar su actitud. Uno es un alumno que, en una discusión sobre la fundación de la patria Argentina y la muerte de algunos presumiblemente revolucionarios, le espeta nada menos que “la historia la escriben los asesinos” (parafraseando la conocida máxima sobre los vencedores); esto provoca que le expulse de clase y le abra una expediente, que más adelante se hace ver como un posible germen de represión sobre los que piensan diferente con un paralelismo con lo recientemente acaecido en el país. Otro lúcido personaje es un profesor del mismo centro, este de Literatura, que si no me equivoco es chileno (por lo tanto, sabe mucho de represión y dictaduras recientes); se trata de alguien socarrón, seductor, totalmente genial, que lleva a que Alicia vaya tomando conciencia e incluso se ría de sí misma llegándole a decir en un momento dado algo así como “no hay nada como una burguesa con culpa”.

Alicia es testigo de las manifestaciones que se están produciendo en el país y toma también contacto con las Madres de Mayo, una de esas mujeres es muy posible que sea la abuela de su hija adoptada. Se trata de una persona tremendamente humana, que sufre el desprecio del cruel marido de la protagonista en otra secuencia impactante, pero que llega a empatizar con Alicia en una trama que queda inteligentemente abierta. Hay que hablar también de la familia de Roberto, el personaje que interpreta Alterio, se da a entender que su padre es un anarquista que luchó en la Guerra Civil Española; el hijo, tras una broma sobre lo mucho que le gusta el dinero, a diferencia de su hermano que es un trabajador en el mismo taller del progenitor, le reprocha a su padre soltar las mismas “voludeces anarquistas” de siempre, de vivir en el pasado y que fue derrotado en el conflicto español… ¡Estremecedor! Me resulta complicado encontrarle algún defecto a este film, dirigido por Luis Puenzo, ni desde el punto de vista cinematográfico, ni tampoco con sus intenciones didácticas muy valientes. Por supuesto, es una película política con mucho discurso (se la ha comparado con el mejor cine de Costa-Gavras), aunque en absoluto panfletaria (solo puede molestar a los reaccionarios, lo cual es fantástico), y también pueden ser vista como una gran historia dramática, excelentemente interpretada, y también con tintes de suspense, como un thriller igualmente notable.

Capi Vidal

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