A lo que los economistas se refieren cuando hablan de libertad es a la libertad de hacer negocios, de ganar dinero. A lo que los políticos se refieren cuando hablan de libertad es a la libertad de votar por un partido u otro. Estas libertades son las condiciones y requisitos de la esclavitud real. ¿Qué es libertad ?: libertad es el pleno desarrollo de la autonomía y creatividad humanas, sin injerencias ni tutelas ajenas a su voluntad. Y si hay quien realmente acepta jerarquías, injerencias y tutelas está en su derecho, a lo que no tiene derecho es a imponérselas a quienes las rechazan. Pero cumpliendo esta premisa la sociedad sería de hecho libre. Puesto que lo que caracteriza a la jerarquía es su naturaleza expansiva y omnipresente, abarcadora de todo lo humano, de la naturaleza… Por tanto, no deja ninguna decisión a expensas de los individuos, no hay nada ni nadie que pueda escapar a ella. La jerarquía no puede aceptar reductos de libertad sin renunciar a sí misma, sin asistir a su descomposición. Es totalitaria, por democrática que se presente. No hay ningún afuera de ella misma.

Según un tópico muy extendido y favorable a los intereses de la autoridad, la libertad de uno termina cuando empieza la de otro. Esto, en realidad, convierte al individuo en el policía voluntario de sus semejantes. La libertad es así entendida en un sentido cerrado, unívoco -una contradicción conceptual-. Se concibe como si cada cual tuviera su propia parcela solipsista de libertad, como una propiedad privada .

Por contra, Bakunin afirmaba que cuánto mas libre fuera quienes lo rodeaban mas libre sería él y viceversa. La libertad es una relación social recíproca, que se expande o se contrae según en presencia de quien nos encontremos. Cuánto más libre sea la sociedad, el conjunto, más libre será el individuo, la parte.

Recuerdo la última gran ofensiva antiautoritaria con raigambre social protagonizada en gran medida por el mundillo libertario: la insumisión al servicio militar obligatorio. El PSOE  intentó dividir el movimiento creando la Prestación Social Sustitutoria para los objetores de conciencia. Tuvo cierto éxito con este atenuante del ejército especialmente diseñado para gente que ni quería ir a la mili ni que le cayera una condena de prisión por ello. Los dirigentes socialistas se sacaron de la manga un argumento para combatir la insumisión. Según ellos, los jóvenes insumisos serían unos insolidarios con la gente que sí hacía el servicio militar. La respuesta es clara, nada impuesto u obligatorio puede ser solidario, pues la solidaridad surge en, por y desde la libertad. Estamos ya, por desgracia, acostumbrados a la degradación y prostitución de las palabras por parte de la autoridad política, y la solidaridad fue uno de los primero términos en ser devaluados; hasta el sindicato de VOX se llama Solidaridad, sustrayéndole el nombre al anarco-sindicato Solidaridad Obrera, que intentó detener este abuso poniendo una denuncia en un juzgado de Madrid, denuncia que fue, oh sorpresa, desestimada. ¿Qué significan las palabras libertad o solidaridad en boca de los autoritarios? Precisamente lo contrario: imposición, autoritarismo, jerarquía, obligación, intolerancia -la tolerancia, otro concepto que la política y los medios han degenerado -. Deberíamos emprender una lucha por reestablecer a algunos términos su verdadero significado.

¿Qué pasó con el servicio militar, tan perversamente defendido por un gobierno de izquierdas? Que fue Aznar quien la despenalizó. Pero no cantéis victoria ni hagáis loas a la derecha: aparte de neutralizar un movimiento subversivo que ponía en cuestión no solamente el servicio militar obligatorio sino la existencia misma del ejército, fueron las exigencias por parte de la OTAN de modernización y reestructuración del ejército, vía profesionalización del mismo, las que impelieron a la derecha a derogar el servicio militar obligatorio, tal como ya analizaron y denunciaron en su día los colectivos antibelicistas. El triunfo de la insumisión fue, pues agridulce. Tras la derrota del movimiento anti OTAN y su derrota en un referéndum en el que el PSOE perdió la credibilidad que le quedaba como referencia de las izquierdas, tras el movimiento insumiso y con operaciones de cosmética como la creación de la Unidad Militar de Emergencias, el otrora denostado ejército español, siempre asociado a lo más reaccionario del país, es hoy una de las instituciones más valoradas por el pueblo. Hay que volver a gritar bien fuerte que la única razón de ser de los ejércitos es matar gente. Valga como ejemplo la última gran hazaña bélica del ejército español: masacrar en el transcurso de la Guerra Civil al mismo pueblo que habían jurado defender.

Aciago Bill

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