Que nuestra vía no sea explorar el camino institucional lo tenemos bien claro. Ya hemos afirmado otras ocasiones como medio alternativo que nos parece una vía completamente estéril e, incluso, contraproducente para una verdadera transformación social y política. No estamos ante nada nuevo, siempre sucede la apertura de nuevos ciclos reformistas en los regímenes bajo el capitalismo, para introducirnos en la rueda del electoralismo con perversas amenazas sobre la llegada de algo peor: el fascismo. Siempre alertando con las orejas del lobo, en un discurso reactivo completamente a contrapié, y que determina que no haya posibilidad de tejer alternativas y una agenda propia desde los movimientos sociales.
No desees frenar en las urnas, lo que no se ha frenado en los espacios sociales
La consecuencia de jugar esa carta es la presencia ya desde hace tiempo de la ultraderecha en las instituciones parlamentarias; sin olvidar que, en el contexto español, la extrema derecha nunca ha abandonado en esencia otras instituciones como la judicial, policial, militar etc. Porque, evidentemente, estaba bien claro que no se frenaría en las urnas, lo que no se ha tenido voluntad de frenar en las calles mediante la asfixia a todos los niveles de la extrema derecha española.
Los medios de comunicación ya sabemos que han tenido una enorme responsabilidad de este hecho, de alimentar discursos de ultraderecha desde sus púlpitos, pero es que no es nada nuevo bajo el sol. Para esos fines trabajan los medios del propio sistema. Sin embargo, la responsabilidad de ese ascenso de la ultraderecha en el marco social, no solamente en los parlamentos, ha tenido como protagonista a las fuerzas del neorreformismo, en este caso Podemos y sus marcas, que ahora están embarcadas en esa «Armada invencible» denominada SUMAR.
Hacer campañas electorales centrándose tan solo en criticar a Pablo Motos y Ana Rosa Quintana pues es lo que tiene. El capitalismo si juegas a su juego, tiene unas reglas propias que te deja completamente desarmado y, sino, las cambiará a sus propias necesidades de supervivencia. Cuenta con todos los medios a su alcance, de represión, intimidación, consumo, shock e incluso culturales, para llegar a la conclusión de que con sus normas, siempre gana el matón.
Los escenarios electoralistas: derrota en todos los frentes y pérdida de autonomía de las oprimidas
Obviamente la jugada estratégica del gobierno de Pedro Sánchez tras los resultados de las elecciones municipales del pasado 28 de mayo, no está lanzada de manera alocada en sus lógicas del poder. El PSOE es el ejemplo de «partido de régimen», con una estrategia en la actualidad bien clara y bien engrasada desde hace décadas, incluso hundiendo sus raíces en el tardofranquismo. El PSOE sabe que está en una posición ganadora en cualquiera de los escenarios, porque el bipartidismo que pretendía romperse en las derivas electorales del Movimiento 15-M, en realidad nunca quedó herido de muerte, y ahora quedará consolidado. En uno de los escenarios posibles, el PSOE conseguirá reeditar el gobierno más progresista de la galaxia, con Sumar en arriendo político mucho más estrecho a los intereses de este primero. Es decir, SUMAR consolidando su deriva como PSOE 2.0. y asegurándose que ninguna de las reformas supongan ninguna clase de avance para las condiciones de vida precaria de las oprimidas.
Si en estos años no han derogado nada relevante del marco conservador y neoliberal previo, menos lo realizarán en los próximos cuatro años. Algunos ejemplos en este sentido han sido; la Reforma Laboral de Yolanda Díaz, que supuso una derrota para la clase trabajadora y un regalo a la patronal. También la Ley Mordaza, que ni siquiera se ha terminado por tocar ante la inmovilidad del PSOE sobre los puntos que han supuesto un tercio de las sanciones económicas, o las devoluciones en caliente en las fronteras. O por último, la inmutabilidad de la Ley 15/97 que permitió en su día la entrada de las empresas privadas en la Sanidad Pública, desapareciendo así la posibilidad de supervisar el servicio. Estos ejemplos sirven para desmontar las argumentaciones de los palmeros del progresismo, que ni siquiera han logrado cumplir las expectativas de a quienes les habían generado esas ilusorias esperanzas de cambio. De sobra sabemos que las recetas socialdemócratas solo consiguen hacer retroceder las luchas revolucionarias, y desenfocar una perspectiva de cambios profundos al margen del capitalismo.
En otro de los escenarios, gobernarán PP y VOX conjuntamente, y en ese caso los partidos adalides del progresismo, rescatarán algunos viejos mantras para sacarse cualquier responsabilidad de encima. Airearán la bandera antifascista, espolearán a los sindicatos burocráticos para que hagan alguna mención de amenaza no cumplida de huelga, y tratarán de renovar unas esperanzas sobre la nada. Los ayuntamientos del cambio pasaron sin pena ni gloria, nada queda de aquellos vientos que parecían querer asaltar los cielos, solo egos malheridos y las verdaderamente clases oprimidas engañadas y cansadas. Lo que sí ha quedado es la calle desierta, el espacio social que se vendió en beneficio de unas urnas envenenadas, y un marco sociológico balanceado mucho hacia la derecha.
Fin del ciclo neorreformista, ¿y ahora qué?
Es en este sentido que debemos ver en cualquiera de los escenarios un claro fin de ciclo político y social del neorreformismo. Se intentará reeditar, bajo otras marcas o con otras herramientas, y volverán a llamar a copar las calles para inflar nuevamente el globo socialdemócrata que está destinado a pincharse y favorecer el avance del dominio capitalista. Desde los diversos anarquismos en Madrid, concretamente, se tienen ante sí mismos el espacio de debate abierto a encontrarse, y organizar cómo debe efectuarse esa vuelta a las calles en cualquier escenario. Al anarquismo madrileño no le puede pillar a pie cambiado nuevamente esta situación que pueda abrirse como ocurrió en el Movimiento 15-M. De hecho, no debe esperarse a que eso suceda, sino visto el panorama presentado dotarse desde ya de una visión estratégica para alimentar y guiar ese regreso a una senda de lucha social. Anarcosindicalismo, espacios autónomos, movimientos vecinales, huertos urbanos, ateneos culturales, y cualquier otro espacio deben erigirse como células de lucha y organización, coordinadas para tal finalidad.
Definirnos como anarquistas no significa que no hagamos lecturas políticas en clave electoral, evidentemente, aunque una de las cuestiones que según nosotras debería sacudirse es el parlamentarismo por ser contrario a los intereses de las oprimidas, no podemos ser ajenas a las dinámicas electorales, analizarlas y criticarlas de manera que nos acerquemos más hacia perspectivas revolucionarias, y no reformistas del poder autoritario. Nosotras creemos que la lucha es el único camino, y nos escama bastante ver a líderes o palmeros del neorreformismo acusando al movimiento libertario de promover la abstención y ser responsables de sus fracasos electorales, o bien afirmar que el pueblo vota mal, y que los obreros se han derechizado. Si el contexto actual que nos encontramos es de derechización social no solamente es por el perfecto manejo político y pedagógico que hace el capitalismo sobre lo cultural, sino también se debe a una izquierda reformista post-movimiento 15M que ha aceptado el marco sociológico de la derecha.
Si durante varios años vienes con la misma cantinela de votar con la esperanza de cambiar las reglas de juego desde dentro de las instituciones, y asaltar los cielos, y una vez en el gobierno más progresista de la galaxia, no solamente no haces nada a favor de la clase a la que has romantizado y solicitado el voto, sino que gobiernas en favor del sistema capitalista como mal menor, la gente (a la que no se la puede tratar infantilmente como si fueran idiotas) te da la espalda y busca otras opciones. Y es en ese punto, que con todo el contexto fraguado desde el sistema, se encuentra una ultraderecha para recoger los platos rotos de una falsa quimera de reformismo liderada por Podemos y sus marcas territoriales. Es decir, la responsabilidad directa de las consecuencias sociales y electorales, son tus propias acciones contradictorias remando en contra de las clases oprimidas.
«Si no luchas, no te puedes quejar» o cómo solo organizarnos hará que salgamos de esta
La abstención, además, no creemos que sea un completo reflejo de resistencia al poder, ya que sabemos que del total de abstencionismo en el Estado español en cualquiera de los procesos electorales, solo una pequeña parte corresponde a esa perspectiva. La mayoría de la abstención corresponde a una desafección política como síntoma, pero no como motor revolucionario y de acción de lucha en otros ámbitos sociales. Es por eso que nosotras que sí optamos por no votar, no nos desentendemos de la política cotidiana, en los barrios y en la coordinación amplia con sectores netamente anticapitalistas, revolucionarios o, al menos, de resistencia honesta a la dominación que sufrimos por el sistema.
Es por ello que nos parece completamente tirar balones fuera concluir que la derecha vence y la izquierda parlamentaria palma porque desde el anticapitalismo revolucionario proponemos la abstención. Por ello mismo, además de abstenernos (o votar nulo, o cualquier otra fórmula de disconformidad electoral) proponemos organizarnos socialmente, y participar de los colectivos y movimientos sociales que luchan día tras día para estar un poquito más cerca de una revolución que nos devuelva las riendas de nuestras vidas en común.