Esta mañana me reía mucho con lo escrito en un diario por un antiguo alto cargo sindical y político de los de toda la vida. Tema: Reforma Laboral, y ya sé que estoy dejando a un lado temas tan relevantes como el pasaporte sanitario, la amante de Urdangarín o el enchufe del Festival de Benidorm. Lo sé lo sé. A lo que voy: el legendario diputado, mencionaba a la pureza, explicando que mantenía –literalmente– la precariedad laboral. Los puros, –nos explica–, no se mojan firmando, no asumen contradicciones, con lo cual se sumergen en la irrelevancia. Defendía así la firma de la Reforma Laboral (la última). Añadiría yo que los que firman, cobran la subvención estatal, autonómica, local, directas, indirectas, más las fundaciones, los cursillos, el apoyo en materia de locales sindicales, oficinas, fungibles, facturas, las liberaciones institucionales, las de la LOLS, las de las elecciones sindicales, la parte de la cuota de Formación Profesional…, una millonada anual superior a los mil millones de euros (poneos a sumar). Sea dicho de paso: eso es firmar: no sumergirse en la irrelevancia.
En fin, ahora me acabo de enterar de que los puros (e irrelevantes) han dirigido el país durante más de cuarenta años (sin hacer nada). ¿No es genial? ¿Y por qué lo digo? Pues porque supongo que gracias a la la pureza y a no haber firmado los puros nada relevante en estas décadas, España es, oh, cielos, el país más precario y temporal del mundo. ¿O es que acaso los años y años, décadas, de concertación social, fotos de apretones de manos y firmas de acuerdos históricos con sindicatos relevantes, no han existido?
Dicho de otra forma: la vieja política de concertación laboral/social ha firmado todas las reformas habidas y por haber en el proceso del turno sindical. Unas veces un sindicato se ha opuesto y el otro ha hecho su papel firmando. Y cuando a la siguiente oportunidad el otro lo ha visto claro, ha firmado dejando al uno colgado. Y otras veces, las más, se han puesto de acuerdo para hacer el paripé. Junto a –no hay que olvidarlo– la Patronal, que también cobra su sustanciosa parte equitativa. El resultado es este: España. Paraíso de la precariedad y de las ideas reaccionarias. Un país donde la derecha afirma que las inspecciones de trabajo son terrorismo que raya la ilegalidad, y una patronal que sostiene que la jubilación debería producirse a los setenta años.
Este señor además, acusa a los puros de no estar en la realidad de las empresas. Lo afirma un trabajador que se ha pasado la vida primero como abogado del sindicato, luego liberado en el sindicato, después como diputado del partido-coalición, o dando clases en instituciones privadas de negocios (de los jesuitas), o representando al sindicato de su cuerda en consejos de administración, y que ni siquiera habrá tenido que presentarse a unas elecciones sindicales… Aconseja a los demás que pasemos por una empresa, pa ver qué pasa en ellas, cuando él no ha estado aparentemente en ninguna en un puesto de base.
La realidad es tozuda: prometieron derogar totalmente la reforma del 2012, pasaron a decir que eliminarían lo más lesivo, y han terminado haciendo pequeñas modificaciones, aquí quito, aquí pongo, y el resto igual. Lo que deberían haber prometido: «miraremos la Reforma Laboral, a ver si se puede hacer algo, aunque la cosa está cruda…, vótanos que si no avanza el fascismo».
Y conste que no critico el hecho, no, no nono nooooo, porque ¿Pa qué? Oye, que si hay que firmá, se firma. Fartaría máh. Es una película vista mil veces. Lo que se demuestra mil veces es el limitadísimo alcance de cambio de los políticos del turno de partidos. Que dicen que harán, y luego leche migá. ¿Y si dentro de unos años la precariedad y la temporalidad siguen siendo la hostia…? ¡Eh! A reclamar al maestro armero.