A pesar de los esfuerzos del sistema, el Capital, el Estado y las ideologías dominantes por erradicar, controlar, domesticar y someter las ideas libertarias y la intervención social del anarquismo, éste vuelve a fluir entre las personas, en sus reacciones personales y en las comunidades más básicas de La sociabilidad. Como señala Vanina Escales al reseñar el libro de Tomás Ibáñez Actualidad del Anarquismo (2007), “Frente a las costras de la quietud, el anarquismo toma las formas del agua; inventa su curso frente a los obstáculos, se moviliza y embiste contra las manifestaciones de la dominación”.
Ciertamente estamos en un período de pensamiento único, como ni se atrevieron a pensar George Orwell o Aldous Huxley cuando imaginaron sus sociedades distópicas pero el camino hacia la transformación social por el que transita la humanidad desde hace miles de años no se ha acabado porque la vida se va abriendo camino y el anarquismo es vida. Es la hora del anarquismo, del movimiento libertario como catalizador de la resistencia y los síntomas para hacer esta afirmación son muchos.
Desde el punto de vista de las ideologías, el capitalismo productivo, empresarial e industrial que generaba cierto “estado de Bienestar” en las sociedades desarrolladas y occidentales desde la II Guerra Mundial, ha evolucionado al capitalismo financiero, especulativo y globalizado, como analiza Antonio Galeote en el artículo “Vigencia del Anarquismo” [http://periodicoellibertario.blogspot.com/2018/04/vigencia-del-anarquismo.html].
Estamos ante la última fase evolutiva del capitalismo que está significando importantes cambios ideológicos al apostar por el fin de las ideologías, que habían estado encargadas de gestionar el capitalismo clásico y por la implantación del pensamiento único.
Con la globalización y la financiarización, el capitalismo está exterminando a la clase media, lo que supone el fracaso de la ideología socialdemócrata como herramienta al servicio de la gestión económica del capital ya que el capitalismo puede prescindir de sus contrarrevolucionarios servicios.
Por otra parte, el fin del capitalismo de Estado o comunismo de Estado centralista y corrupto que hizo aguas con la fulminante debacle de la Unión Soviética y la caida del Muro de Berlín, representó el descrédito absoluto de las “ideas de izquierda” entre las clases más populares. El camino quedo expedito para que la expansión sin límites del modelo único neoliberal y capitalista se aplicase en EEUU, Europa, Rusia o China y con matices más totalitarios en Cuba o Venezuela.
También asistimos a la drástica reducción de los derechos laborales, la institucionalización y burocratización del sindicalismo al servicio del sistema, el arraigo y re-creación cultural entre la población de contravalores como la violencia, el egoísmo, la insolidaridad, el individualismo o el darwinismo social.
La reacción a este proceso desideologizador ha provocado el surgimiento de dos posiciones contrapuestas. Por una parte, la aparición de populismos con sistemas políticos y personajes individualistas, ególatras, caudillos imperialistas, nacionalistas, racistas, xenófobos, supremacistas, androcéntricos y misóginos patriarcales como Donald Trump, Matteo Salvini, Jair Bolsonaras, Marine Le Pen, Boris Johnson… Y al mismo tiempo, el rebrote del movimiento anarquista con sus señas de identidad revitalizadas y las prácticas libertarias revitalizadas para protagonizar la resistencia, la subversión, la lucha contra esa nueva, implacable y atroz dominación que representa el capitalismo del siglo XXI.
Las ideologías, excepto la anarquista o libertaria, conviven, mejoran o propician el capitalismo y el Estado (neoliberal, socialdemócrata, centralista, totalitario, nacionalista o populista) mientras que el anarquismo cuestiona todas las opciones y opta por una crítica radical y racional tanto al capitalismo como el Estado.
Otro elemento que ha propiciado el resurgir del anarquismo de forma renovada son las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, al posibilitar prescindir de estructuras jerarquizadas y favorecer los procesos de autoorganización, aunque en este caso también hay que tener en cuenta la perversidad de dichas tecnologías para controlar a toda la humanidad, ya sea generando ciberdependencia o como nos enseñaron Julian Assange con Wikileaks o Edward Snowden y la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos.
Tambien propicia el rebrote anarquista, la sobredosis de control y reglamentación a la que está siendo sometida la población, cínicamente, en beneficio de nuestra seguridad pero a costa de la libertad.
Existen pues síntomas claros de que el anarquismo se está abriendo paso, que se detectan influencias positivas en este siglo XXI. Uno de ellos es la ingente cantidad de autores, autoras, libros, publicaciones… que abordan la temática anarquista ya sea desde el activismo, el ensayo (Comité Invisible, Daniel Colson, Peter Gelderloos, Uri Gordon, David Graeber, Tomás Ibáñez, Nelson Méndez, Frank Mintz, Carlos Taibo, John Zerzan…) o la historia (Julián Casanova, Agustín Guillamón, Chris Ealham, Dolors Marin, Julián Vadillo, Laura Vicente…), lo que representa, sin lugar a dudas, el interés creciente de la sociedad sobre esta opción político social.
Jacinto Ceacero
Este texto es parte de un artículo más extenso titulado “El anarquismo se abre camino en la sociedad del siglo XXI”, originalmente publicado en la revista Libre Pensamiento # 100, Madrid, otoño 2019.
Excelente,la autogestión de la sociedad ,sus comunidades e individuos resurgirá la fraternidad es el valor máximo