Más de 1000 personas han sido ejecutadas en Irán en lo que va de año, han denunciado expertos de las Naciones Unidas. Según Iran Human Rights, es la cifra más alta en los últimos 30 años. IHR, con sede en Noruega, contabiliza y verifica las ejecuciones en Irán a diario. La organización se queja de la ausencia de reacciones internacionales ante esta barbarie.
IHR ha afirmado que sus cifras son “un mínimo absoluto”, y que la cifra real probablemente sea mayor “debido a la falta de transparencia y las restricciones a la información”. En Irán, las ejecuciones se llevan a cabo actualmente mediante ahorcamiento, aunque en el pasado se emplearon otros métodos. La mayoría se llevan a cabo en prisión, aunque ocasionalmente se realizan ahorcamientos públicos. Según las organizaciones de derechos humanos, Irán es el segundo país con mayor número de ejecuciones del mundo, después de China, donde se cree que se ejecutan miles de personas al año, aunque no se dispone de cifras precisas.
Es muy posible que ustedes, que leen estas líneas, conozcan ya la historia de Murtaja Qureiris. Este joven saudí, hoy ya en edad adulta, cuando tenía diez años, en plena primavera árabe en 2011, participó en una manifestación junto a otros niños. Megáfono en mano, pidió derechos humanos y democracia en el repulsivo régimen de Arabia Saudita. Tres años después, en 2014, el joven fue detenido con la acusación de arrojar un cóctel molotov a una comisaría de policía, algo negado por el chaval. Hay que decir que su hermano, otro joven activista, murió en 2012 a manos de la policía. Murtaja se enfrenta a varios cargos, entre los que se encuentran los supuestos gritos en contra del gobierno en el funeral de su hermano. Hoy, tras años de prisión preventiva, el joven se enfrenta a la pena de muerte, acusado de pertenecer a un grupo terrorista extremista. Si las acusaciones de «terrorismo» a activistas sociales se producen en ocasiones en Estados que se llaman democráticos, podemos imaginarnos lo que puede ser enfrentarse a eso en un régimen teocrático como el saudí, donde el monarca concentra el poder absoluto. Valga como ejemplo que la Fiscalía quiere, después de asesinar a Murtaja, imponer un castigo ejemplar con lo que ellos denominan «crucifixión». Eso es, el desmembramiento del cuerpo del ejecutado. Seguir leyendo Murtaja→
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