Una buena gestión de la muerte

EEUU ha sobrepasado la cifra de medio millón de –oficialmente– muertos por COVID-19. Puede parecer una cifra pavorosa, pero comparando las poblaciones de España y EEUU, los 68.000 fallecidos oficiales de España, son similares a los de EEUU. Y EEUU es mostrado como un desastre de gestión, con chiflados antivacunas, religiosos hablando de la ira de Dios, asaltantes con cuernos, etc. Siendo positivos podemos afirmar que la fortaleza de la democracia norteamericana, es igual que la española. Aquí tenemos un rey, y una reina, y allí tienen… Lo que les toca. 

Por hacer comparaciones odiosas, en lo que respecta a catástrofes tremendas, el accidente nuclear de Chernobyl (1986) produjo en los últimos treinta años, unas cifras indeterminadas de muertes. La peor estimación habla de que entre 50.000 y 100.000 liquidadores de la ex-URSS han muerto hasta 2006. Y unos cinco mil niños han padecido cáncer y han fallecido. El Desastre de Bhopal dejó unos 25.000 difuntos y medio millón de lesionados. Y por venirnos a España, el Síndrome del Aceite Tóxico mató a 1100 personas y lesionó gravemente a más de 20.000 en el peor evento de terrorismo patronal del Reino. No pasa , pero de esas tres cosas se ha hablado hasta la saciedad, afirmando la responsabilidad de los gobiernos, científicos y empresarios, en el desencadenamiento de esas masacres industriales.

Hay quienes opinan, refiriéndose al COVID y la dichosa pandemia, que dado que los muertos y lesionados en su inmensa mayoría, son viejos mayores de 74 años, que la cosa no es para tanto, ya que de alguna manera iban a morir pronto, si no de esto, de lo otro. Y otra gente dice que la aparición de un virus nuevo es algo impredecible, y que nadie podía suponer que se iba a liar parda. 

En fin, yo sí que pienso que la mortalidad ha sido terrible, que el que muera tanta o más gente de otras cosas, contaminación, cáncer o corazón, es el consuelo de los tontorrones. Y lejos de pensar que esto es como la llegada de un meteorito, pienso que hay que señalar la responsabilidad del Gobierno. Del Gobierno que sea. Y de los que comen en el Parlamento con ánimo de Gobernar. Los Gobiernos, cuando toman el poder, lo hacen con el afán de garantizar la seguridad de la población. Es lo menos que se puede pedir de una mafia: que no maten a la gente que paga la protección.  Y lo que se ve con esta enfermedad, es que el sistema sanitario está cogido con pinzas, porque dicen que no pueden pagar más. O te aseguran que las privadas funcionan mejor. Bueno, resulta que EEUU tiene seguros privados, y parece que en situaciones extremas funcionan igual de mal que los seguros públicos –en lo que a colapsos y muertos se refiere.

Viniendo a nuestro Reino, vemos que las cifras de la primera ola asustaron mucho al Gobierno, porque un montón de gente murió rápidamente. Cerca de treinta mil personas en un mes, a ojo. Y a ello sumad los hospitalizados, y los que no fueron hospitalizados (viejos reviejos) «para no colapsar». Sin respiradores, sin personal, sin UCIs. Así que metieron a todo el mundo en casa, todo dios con guantes, aplaudiendo a las ocho, y fumigando las calles. Ya no se habla de fumigaciones, ni de guantes. Hay mascarillas, hay respiradores, hay UCIs, el temido colapso no acaba de llegar, aunque los servicios se cierran para hacer hueco, y lo profiláctico, las rodillas cascadas, y ese sangrado vaginal, se deja para más adelante. Y el confinamiento, es más relajado. El resultado de esas medidas, es que en unos cuantos meses ha muerto casi tanta gente o más que en la primera ola. Pero, eso sí, ordenadamente. Acabaremos el año pandémico, de marzo a marzo, con unos 90.000 difuntos «de más».

De donde se sigue que el Gobierno no salva vidas. Se conforma con gestionar la muerte. Una buena gestión de la muerte, podríamos decir, conlleva el morir en soledad. Algo que en nuestra cultura, es bastante chungo. En fin, que aquí paz y luego gloria. Y lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, y lo que es de nadie es de uno.

Acratosaurio rex

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