De Alemania a Bakur

A partir de la exitosa defensa de Kobanê contra el Estado Islámico de hace un año, el movimiento kurdo de resistencia ha atraído la atención de los medios internacionales de comunicación. Mientras tanto, sus experimentos de formación de una sociedad sin estado en los cantones autónomos de Rojava tienen fascinados a los anarquistas alrededor del mundo. Pero para entender la resistencia kurda en Rojava (Kurdistán occidental), tenemos que buscar una visión más amplia sobre las luchas por la libertad y la autonomía que se suceden en la región.

Entrevistamos a dos miembros de una red de anarquistas internacionalistas de Alemania que han pasado un tiempo en Bakur (norte de Kurdistán), aprendiendo de las luchas que allí tienen lugar. Comenzando por un repaso histórico de la aparición del movimiento kurdo y del «nuevo paradigma» del PKK de la última década, describen cómo sus experiencias en el Kurdistán les han hecho replantearse su manera de entender la lucha anarquista en otras partes del mundo.

 

Anarquistas europeos sobre la lucha kurda

En nuestro artículo «Understanding the Kurdish Resistance» y los episodios 36 y 39 del programa de radio Ex-Worker nuestro interés por la lucha kurda por la libertad y la autonomía se centró en Rojava (Kurdistán occidental). Pero en otras partes del Kurdistán también se están llevando a cabo luchas importantes, algunas de los cuales no han recibido tanta atención. ¿Podríais contextualizar históricamente el surgimiento del movimiento kurdo, y describir las luchas que se desarrollan hoy en Bakur (norte de Kurdistán)?

Bueno, la historia comienza con gente sentada alrededor de una fogata en la alta Mesopotamia mucho, mucho tiempo atrás. Hace unos 4.300 años, una nueva estructura social comenzó a evolucionar en el Medio Oriente, una forma de organización social muy agresiva que atacó a las viejas estructuras comunitarias: el estado sacerdotal sumerio. El proceso histórico que llevó a la revolución en el Kurdistán sirio no puede entenderse sin tener en cuenta la larga tradición de resistencia y levantamientos en las regiones kurdas asentadas en las cadenas montañosas de Zagros y Tauros. Esa zona fue objetivo,  probablemente por primera vez, de los intentos colonizadores del sistema estatal naciente, cuyas raíces se asientan en la baja Mesopotamia, el actual norte de Irak, y que también es el predecesor del sistema estatal occidental de hoy en día. Hoy el PKK y el movimiento kurdo se consideran parte de esta larga tradición de resistencia antigubernamental, contándose a sí mismos como el vigésimo noveno levantamiento kurdo de la historia. Las regiones kurdas siempre están situadas en la fronteras de imperios fuertes y se han enfrentado a ataques prácticamente por parte de cada una de las estructuras imperiales que han surgido en la región desde hace unos cuantos miles de años. Debido al terreno montañoso y la organización social descentralizada de los kurdos en confederaciones de aldeas, estas regiones nunca fueron totalmente conquistadas y asimiladas. Como resultado, durante miles de años se han enfrentado a los esfuerzos de las potencias extranjeras por adentrarse en su territorio y cooptar a las élites feudales kurdas a fin de asegurar la obediencia y evitar (o al menos aislar) la rebelión.

Si avanzamos hasta el siglo XX, podemos observar cómo estas dinámicas se siguen reproduciendo de igual forma que cuando emergía el sistema de estado nación. El Estado turco fue fundado en 1923 tras la caída del Imperio Otomano, que había gobernado sobre los territorios kurdos en el este, pero les había otorgado autonomía cultural e incluso política. Durante la I Guerra Mundial, los otomanos se aliaron con las potencias centrales, forjando particulares vínculos políticos e ideológicos con Alemania que se han mantenido hasta nuestros días. Tras la derrota de las potencias centrales y el colapso del Imperio Otomano, los grupos nacionalistas turcos lucharon por un estado propio. Desde su fundación, la ideología del nuevo Estado era ultranacionalista. Proclamaron Turquía un estado para la población turca, y definieron a todas las personas que viven dentro de sus fronteras como parte de la gran nación turca, vinculando su estado a la idea de superioridad étnica. Como resultado, las personas que reivindicaban una identidad étnica o nacional diferente, ya fueran asirios, armenios, kurdos, u otros, fueron tratados como traidores y terroristas separatistas. Hasta la década de 1990, las lengua kurda y otras lenguas no turcas estaban oficialmente prohibidas en Turquía —no sólo como lenguas oficiales, sino incluso para el uso privado.

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Desfile de soldados turcos

Hablamos sobre historia porque es importante entender la dureza de las condiciones en las que fue fundado el Partiya Karkeren Kurdistán (PKK), el Partido de los Trabajadores del Kurdistán. El movimiento kurdo contemporáneo surgió durante la revuelta juvenil de 1968 de Turquía, cuando creció la agitación revolucionaria entre organizaciones socialistas, estudiantes radicales, trabajadores y campesinos. En la década de 1970, un grupo de amigos kurdos y turcos alrededor de Abdullah Öcalan, Kemal Pir, Haki Karer y otros, se reunieron en Ankara y comenzaron a discutir la cuestión kurda desde una perspectiva revolucionaria. Una de sus ideas centrales fue que el Kurdistán era una colonia interna, y necesitaba ser liberada de la opresión colonial para establecer una utopía socialista. Así fue que el PKK fue fundado en 1978, y se comenzó a organizar de acuerdo a los principios de la clásica teoría marxista-leninista. Bajo «el viejo paradigma», como lo llaman hoy en día, el PKK se propuso organizar una vanguardia política y comenzar una guerra revolucionaria para liberar los territorios kurdos y establecer un estado kurdo, que sería utilizado para implantar el socialismo.

En el extremadamente opresivo clima de la Turquía de la década de 1970, muchos estaban desesperados por luchar por otra vida, y la estrategia y la convicción del PKK se extendieron rápidamente. En 1984, comenzó una lucha de guerrillas que se convirtió en una brutal guerra civil. El movimiento guerrillero atrajo un apoyo social considerable, y en muchas regiones no podía distinguirse de la población en general. En respuesta, el ejército turco, la policía militar y los servicios secretos realizaron campañas de represalia para derrotar a los rebeldes e intimidar a la población. Bajo los auspicios de «Gladio», el programa anticomunista patrocinado por la OTAN, destruyeron unas 4.000 aldeas y mataron a más de 40.000 personas.

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Una aldea kurda en Bakur

A raíz de este derramamiento de sangre, el movimiento de liberación kurdo inició a principios de 1990 un proceso de reflexión y autocrítica. Además de enfrentarse a un estado brutal y a la represión paramilitar, el movimiento guerrillero estaba sacudido por problemas internos: algunos líderes del PKK actuaban como caudillos feudales, según la lógica militarista del ‘sangre por sangre’. Había quedado claro que una lucha meramente militar no resolvería nada. El viejo paradigma había llevado a una guerra y una hostilidad implacables, y tampoco permitía abordar los problemas sociales dentro de los territorios kurdos, ni tampoco defenderlos eficazmente de las amenazas externas. El PKK puso fin a la guerra civil en 1993, declarando un alto el fuego unilateral, para crear un espacio en el que el movimiento pudiera formular un paradigma diferente para la transformación social. El movimiento kurdo enfrentó muchos reveses y desafíos durante este proceso de reflexión —debido a los repetidos esfuerzos del Estado turco para provocar nuevos brotes de guerra civil, el secuestro y encarcelamiento del presidente del PKK, Abdullah Öcalan, y el ascenso de partidos al viejo estilo feudal kurdo, como el clan Barzani en el norte de Irak. Sin embargo, a pesar de estos desafíos, entre 1993 y 2005, el movimiento kurdo desarrolló lo que ahora llaman «el nuevo paradigma», que cambiaría profundamente los objetivos y estrategias del movimiento kurdo.

Uno de los impulsos más importantes en este proceso interno de transformación provino del movimiento de mujeres kurdas. Miles de mujeres se habían unido a las fuerzas de la guerrilla durante la guerra civil. A menudo, se encontraron en conflicto con anticuados comandantes que intentaban que se mantuvieran en los roles tradicionales de género y no las trataban igual que a los hombres. En respuesta, se establecieron grupos guerrilleros femeninos completamente autónomos, lo que fue todo un acto revolucionario en su contexto cultural. Ellas reclamaron para sí el derecho a entrar en combate y se organizaron por su cuenta, como parte del movimiento pero tomando sus propias decisiones de manera autónoma. Según nos han dicho nuestros amigos, también su manera de luchar era distinta: en las unidades masculinas o mixtas, persistieron los comportamientos competitivos, herencia de una sociedad jerárquica transmitida de generación en generación que continúa siendo un problema en la actualidad. Las dinámicas entre las mujeres combatientes eran menos competitivas; encontramos evidencia de esto en el número de combatientes caídos. La mayoría de las muertes tuvieron lugar al regresar de una acción, momentos en que eran bastante comunes entre los combatientes masculinos las actitudes de arrogancia y orgullo por la victoria. Por el contrario, las unidades de mujeres estaban en guardia a más largo plazo, y sus combatientes resultaron ser menos vulnerables a este exceso de confianza potencialmente fatal.

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Combatientes kurdas

Además de las unidades militares autónomas, las mujeres kurdas también formaron comités sociales y políticos para discutir el problema de la opresión patriarcal. Hoy en día, el organismo más importante del movimiento de mujeres es el Komalen Jinen Kurdistán (KJK), la Confederación de Mujeres del Kurdistán, que es parte de la KCK, la confederación general, pero que toma sus decisiones autónomamente. Además, el movimiento de mujeres tiene capacidad de veto sobre las decisiones tomadas por los grupos de hombres o por las asambleas generales. Bajo su influencia, el movimiento kurdo ha desafiado desde hace mucho tiempo los patrones patriarcales y jerárquicos en sus modelos de organización.
El proceso de cambio hacia un nuevo paradigma también fue impulsado por un ala ideológica dentro del PKK en torno a su presidente, Abdullah Öcalan, quien formuló la idea de confederalismo democrático tras la realización de un análisis histórico profundo del sistema jerárquico de Oriente Medio y otras partes del mundo. Hizo hincapié en que los problemas del poder, opresión y violencia surgieron del propio desarrollo histórico de la civilización, empezando por los antiguos estados sacerdotales sumerios, que plantearon el desafío inicial a las formas más igualitarias y con frecuencia matricéntricas de organización social que les habían precedido.

Los problemas de opresión, guerra y búsqueda del poder están vinculados a la institucionalización de las relaciones patriarcales en las estructuras del Estado y el sacerdocio. El sistema capitalista, el Estado-nación, y el industrialismo son conceptos que se desarrollaron a partir de estos modelos de pensamiento jerárquicos y dominados por los hombres. Öcalan también se basó en las ideas del anarquista estadounidense Murray Bookchin en su análisis del potencial utópico del confederalismo democrático, y destacó la importancia de adoptar un nuevo paradigma ecológico, democrático y de liberación de género. La idea central de su concepción del ‘nuevo paradigma’ del PKK era el comunalismo; que cada parte de la sociedad debe organizarse por sí misma y unirse en una confederación comunitaria descentralizada.

Con este nuevo paradigma como inspiración, fue fundada en el año 2005 la Komalen Ciwaken Kurdistán (KCK), la Confederación de Sociedades del Kurdistán. Es en esencia un sistema de consejos de barrios, pueblos y ciudades que actúa como un potente contrapoder civil desarrollando la autonomía frente al estado-nación y la economía capitalista. El KCK convoca la asamblea general de la red de consejos del Kurdistán, que incluye delegaciones de todas las regiones kurdas participantes. Eligen un órgano ejecutivo con el mandato de trabajar en temas de importancia para todas las regiones, como la representación diplomática a nivel global, las propuestas ideológicas y estratégicas y las cuestiones de defensa. También administran las Fuerzas de Defensa del Pueblo (HPG), de las que forman parte los brazos armados de todas las partes del movimiento. Durante la última década, a pesar de las duras condiciones de represión y de guerra, el movimiento en el norte de Kurdistán ha creado estructuras para una sociedad democrática, ecológica, y de liberación de género.

Al igual que el KCK abarca las estructuras de la autonomía democrática en todo el Kurdistán, el Demokratik Toplum Kongresi (DTK), el Congreso de la Sociedad Democrática, comprende el sistema de consejos en la región de Bakur —el norte de Kurdistán, que está dentro de las fronteras de la nación-estado turca. La estructura federada del DTK comienza a nivel de aldea o barrio urbano y pasa por el distrito, la ciudad, y en última instancia la región de Bakur. En el nivel más alto de la federación, la asamblea del DTK incluye delegados revocables de más de medio millar de organizaciones de la sociedad civil, los sindicatos y los partidos políticos. Tiene una cuota de género del cuarenta por ciento y puestos reservados para las minorías religiosas en las asambleas y un sistema de presidencia compartida con un puesto reservado para un hombre y el otro para una mujer. Al estilo clásico de los movimientos de base, los participantes tratan de resolver sus problemas locales a nivel local, y sólo si no pueden encontrar una solución la buscan en el siguiente nivel. La gente no kurda, incluidos los miembros de las comunidades de Azerbaiyán y los arameos, participa en alguna de las asambleas.

Además, los jóvenes se están organizando tanto dentro de estas estructuras como paralelamente a las mismas bajo el lema «el capitalismo es un hombre viejo —somos un movimiento formado por las fuerzas unidas de las mujeres y la juventud». Este sentimiento hace hincapié en la importancia de la juventud y la organización de las mujeres para poder superar el arraigado legado jerárquico presente en la sociedad kurda, pero también refleja la idea de que la juventud no es en realidad una cuestión de edad, sino más bien una mentalidad similar a la del lema zapatista «caminando preguntando,» que invita a avanzar sin dejar de cuestionarse las cosas.
Esta estructura federal de asambleas y organizaciones civiles se estableció para resolver problemas comunes y apoyar la auto-organización de la población a través de procesos democráticos de abajo a arriba. Por lo tanto, en lugar de ser definido únicamente en términos de origen étnico o territorio, el concepto de autonomía democrática propone estructuras locales y regionales a través de las cuales las diferencias culturales pueden ser libremente expresadas.

Como resultado, por todo el norte de Kurdistán, hay una colorida variedad de organizaciones  educativas, culturales y sociales y de experimentos que desarrollan la economía cooperativa. Vale la pena destacar los comités de mediación, cuyo objetivo es encontrar un consenso entre las partes en conflicto y, por tanto, un acuerdo a largo plazo, en lugar de posponer el problema a través del castigo. Esto a menudo da lugar a muchas largas discusiones, pero muestra una concepción colectiva de responsabilidad en la que el acusado no debe ser excluido mediante detención o sanciones, sino que debe ser consciente de la injusticia y el daño que su comportamiento ha causado. Esto ha hecho innecesarios en la práctica los tribunales estatales en muchos bastiones del movimiento de liberación kurdo. Junto a estos comités de mediación y otros consejos, se pueden encontrar centros sociales para los jóvenes y para las mujeres en todos los niveles de la sociedad, con actividades que van desde cursos de lengua kurda y seminarios políticos a grupos de música y teatro.

Este es el contexto en el que debemos entender el éxito de la revolución en curso en Rojava. El movimiento kurdo puede mirar hacia atrás a cuarenta años de lucha radical, con sus fracasos, reflexiones y avances. A pesar de que la formación de la autonomía democrática en el norte de Kurdistán es mucho más caótica, de que crece enmarañada con las viejas estructuras del Estado, y de que está atrapada en una guerra social y ecológica más que en una militar, es ampliamente comparable con los procesos que se están produciendo en Rojava.

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Policía turca bloqueando el paso a sirios kurdos que intentan huir de ISIS

 

Una pregunta que los anarquistas se han hecho acerca de esta lucha es cuánto del reciente rumbo antiautoritario de la lucha —incluyendo las estructuras de confederalismo democrático, los principios de la liberación de la mujer, y así sucesivamente— vienen de arriba a abajo, de Abdullah Öcalan y los dirigentes del PKK. ¡Si una revolución antiautoritaria estuviera siendo dirigida desde arriba se vería como una contradicción! ¿Cuál es vuestro punto de vista sobre la relación entre la ideología de los líderes de estas organizaciones y la transformación de las relaciones sociales y las estructuras en el Kurdistán?

Es un debate pesado, en el que hemos discutido mucho, y que, al menos en Alemania, está vinculada a un cierto temor derivado de las malas experiencias con otras luchas revolucionarias. Por supuesto, la cuestión del liderazgo e iniciativa es de las más difíciles cuando hablamos de autoorganización, y también es algo difícil para el movimiento kurdo. Las verdaderas preguntas son: ¿cómo puede haber un cambio revolucionario radical en la sociedad?, ¿quién evalúa las necesidades? y ¿quién toma las decisiones sobre la dirección del movimiento? La respuesta tiene que ser: todo el mundo, todas las cosas, siempre. Tal vez la evolución del movimiento kurdo y el PKK puede ofrecer un ejemplo útil, que todavía tiene que ser comprendido plenamente en el mundo occidental. Öcalan y el PKK no están simplemente actuando según un patrón ideológico fijo o un sistema dogmático, como el único y verdadero camino del marxismo-leninismo reivindicado por los antiguos estados socialistas. Tal vez estamos siendo engañados por la estética del socialismo revolucionario —líder barbudo y sombrío y abnegado guerrillero—, y no miramos más allá de la imagen y nos hacemos otras preguntas.
Lo que estamos presenciando hoy en día en Kurdistán, tanto en Rojava como en el norte, es un nuevo método por el cual toda la sociedad está concienciándose. Si entendemos que la persistencia del Estado y la opresión patriarcal es debida a que la gente no es consciente de las posibilidades de resistencia, comprenderemos la importancia de la activación de la conciencia en la sociedad. En todas las partes del Kurdistán donde se organiza el movimiento de liberación, nos encontramos con comités creando lo que ellos llaman academias. Una academia puede adoptar muchas formas diferentes, pero podemos comprenderla más fácilmente como un espacio colectivo para la formación de una conciencia común. Algunas pueden ser tan simples como un grupo de discusión que se reúne una vez a la semana, pero también las hay más intensas, en las que todos los activistas participan (y, en los últimos años, a las que puede unirse cualquier miembro de la sociedad que así lo desee).

Las academias siempre están vinculados a otras organizaciones sociales; los grupos de jóvenes y el movimiento de mujeres tienen las suyas propias, mientras que otros grupos organizan academias generales para todo el mundo. En cada una de ellas se hace hincapié en el auto-empoderamiento, y en estas instituciones las propuestas de Öcalan y el PKK son discutidas y criticadas intensamente. Esos líderes no son los únicos que ofrecen propuestas: cada institución, cada comité, y cada individuo pueden difundir sus propias ideas.
Esta práctica se desarrolló a partir de las clases de formación política del antiguo PKK, donde era obligatorio para todos los combatientes y militantes de la guerrilla recibir formación tanto militar como ideológica. Al surgir el nuevo paradigma, quedó claro que el objetivo no era simplemente crear una vanguardia filosófica bien educada como en el antiguo sistema de cuadros leninista, sino liberar la conciencia de, literalmente, cada persona que participa en el proceso de creación de la nueva sociedad. Quienes quieren autoorganizarse tienen que reflexionar sobre su relación con el mundo, lo que significa profundizar en la exploración filosófica propia.

Un práctica frecuente en estas academias es lo que podríamos llamar análisis asociativo. Cuando se habla de un tema determinado, todo el mundo expresa sus asociación con el mismo, y a través de ese proceso, de cada persona compartiendo sus impresiones y experiencias mientras que el resto escucha atentamente y trata de entenderla, se puede formar un consenso. A nivel teórico, este enfoque niega la «objetividad», y pone en su lugar múltiples subjetividades. Cuando identificas tu propia postura frente a cierto argumento, incluyendo tanto tu voluntad de actuar como tus propios temores, entonces se pone de manifiesto lo que es estratégicamente necesario.

A día de hoy, el papel y la postura de los militantes del PKK y el PAJK (el Partido de las Mujeres Libres) ha cambiado en comparación con los años 1980 y 90. La imagen de sí mismos ha crecido aproximándose a lo que podríamos entender como una personalidad de militante anarquista: alguien en lucha por la autonomía y el apoyo mutuo. Bajo el viejo paradigma, el militante tenía que ser desinteresado y abnegado. Aunque este concepto no ha desaparecido totalmente, está cambiando, ya que las discusiones en el movimiento rechazan dicotomías y apoyan la lucha tanto en los procesos individuales de auto-transformación, como por la fuerza y belleza colectivas. A medida que su concepción del papel de los militantes ha cambiado, han rechazado la anticuada idea de convertirse en una vanguardia. En su lugar, se trata de vivir de forma ascética, laica y bien organizada, basada en la idea de que luchar por nuestros amigos y por la revolución es la mejor manera en la que una vida puede ser vivida.

 

¿Qué lecciones aplicables a las luchas radicales en Alemania y otras partes has aprendido de tu tiempo de permanencia en el Kurdistán?

En primer lugar, mi compromiso con el movimiento de liberación kurdo, como lucha histórica y sociedad en rebelión, en realidad ha hecho posible que crea de nuevo no sólo que este mundo es absolutamente inaceptable, sino en la posibilidad de luchar por otro distinto. Yo llamaría a esto reivindicar el poder de la imaginación, lo que ha desatado una enorme sensación de motivación y también una cierta gravedad en muchos de nuestros amigos. Es abrumador ver la enorme conciencia colectiva en la sociedad kurda.

Pensando en la vida metropolitana occidental, parece muy obvio cómo el patriarcado y el capitalismo se han extendido en cada ámbito de nuestras vidas. Creo que hemos hecho enormes avances en la comprensión de nuestra propia historia y sociedad a través de discusiones con nuestros amigos del movimiento juvenil kurdo. En particular, su enfoque en la filosofía y la autopercepción ha dejado claro lo mucho que, como anarquistas o izquierdistas radicales, estamos obstaculizados por el moralismo. Hemos aprendido a basar nuestras acciones, más que en nuestros propios lazos éticos y de amistad, en estas nociones de bueno/malo, correcto/incorrecto, y culpa/lástima, que nos han sido inculcadas a través de la religión y la teoría del mundo académico. Para iniciar nuestro propio proceso de liberación y vencer a nuestra propia mentalidad, tenemos que superar la personalidad burguesa liberal y el comportamiento capitalista.

En contraste con esto, en Alemania y en el occidente en general, nos enfrentamos con la interiorización del individualismo y el liberalismo, no sólo en la sociedad en general, sino también dentro de nuestra «escena» política —escena con una tendencia general hacia estilos de vida nihilistas y hacia la política identitaria. Según he observado, la mayoría de los militantes en nuestra escena, así como la mayoría de la juventud liberal, dan una prioridad absoluta a la «libertad» del individuo; básicamente siguen sus impulsos e inclinaciones allá donde les lleven en un entorno donde todo esta permitido. Al mismo tiempo hay una sensación de sujeción y, por tanto, una aceptación de un ambiente predeterminado inmutable. Esto a menudo conduce por un lado a una pesimista sensación de parálisis, desesperanza y depresión, y por otro lado a, con el sentimiento de culpa como combustible, el atrincheramiento en identidades que se derivan de las estructuras de poder que se critican (blanco, de clase media, con privilegios) y la inmersión en las diversas formas de escenas de estilos de vida comercializados (punk, hardcoreta, izquierdista radical, «anarquista»)… todo lo cual surge del y conduce al individualismo omnipresente. Creo que podría ser interesante analizar el impacto de las rebeliones juveniles de 1968, porque le dio una gran unidad a este desarrollo. Estamos enfrentados a las masas de gente que nos rodea, despotricando de esta sociedad inconsciente, de los políticos, de los policías, o de los fascistas como si fueran el coco. En cambio, la mayoría de nosotros sigue viviendo el mito liberal de éxito económico y posterior jubilación, evadiéndonos en los estudios, el trabajo, el ocio, el activismo político de autoconsumo, las vacaciones, las fiestas, las drogas, el consumo —¡suicidio!

Sólo hay una delgada línea entre el actual concepto occidental de anarquismo y el liberalismo. Aunque anarquistas clásicos como Emma Goldman reconocieron la importancia de la libertad positiva, «libertad para», el liberalismo se centra en la libertad negativa, o «libertad de», la idea de que la gente es libre en la medida en que no se ven limitados por leyes y reglamentos. Esta comprensión de la libertad se adapta fácilmente a la ética del individualismo, la propiedad privada y el capitalismo, negando por completo la relación dialéctica entre el individuo y la sociedad y el hecho de que los seres humanos siempre han vivido en comunidades como individuos sociales, unidos entre sí a través de normas y valores comunes. Creemos que los valores humanos son determinados socialmente, y que las normas y los reglamentos sociales para defenderlos no representan una restricción de cierta libertad preexistente, sino que forman parte de las condiciones de una vida libre, que debe incluir la libertad individual y colectiva.

Como contraejemplo a la «libertad» liberal del anarquismo occidental y otras corrientes de la izquierda radical, vale la pena mencionar que el movimiento juvenil kurdo está luchando muy estrictamente contra el tráfico de drogas y la drogadicción, debido a que el Estado turco claramente está tratando de destruir el movimiento no sólo con gas lacrimógeno y arrestos, sino con todos los medios disponibles de la moderna contrainsurgencia, incluyendo el apoyo al tráfico de drogas y la prostitución. Creemos que debe haber una reflexión colectiva sobre cómo el consumismo, el individualismo, y otras formas de liberalismo funcionan como contrainsurgencia y cuánto las hemos interiorizado en nuestra mentalidad y conducta. Necesitamos organizar la autodefensa contra los ataques de estas ideologías capitalistas que nos reducen a consumidores y emprendedores/trabajadores por cuenta propia.

En contraste con estas ilusiones liberales, nuestras experiencias con compañeros del movimiento kurdo nos han proporcionado perspectiva sobre la importancia de resolver esta polarización occidental entre individuo y sociedad, centrándonos en los valores y la ética colectiva más que en puntos de vista políticos e identitarios. Inspirado por el ejemplo del movimiento kurdo, creo que hay que estudiar y recuperar nuestra historia como parte del proceso de desarrollo de la autoconciencia que necesitamos para resolver el dilema occidental al que nos enfrentamos. A través de la crítica a la civilización y el análisis de nuestro patrimonio comunal y democrático, podemos desarrollar la conciencia histórica y la confianza en lo que estamos haciendo. Abdullah Öcalan intentó, en sus escritos de prisión, profundizar en los antecedentes históricos de la lucha kurda, a fin de tener la oportunidad de compararla con anteriores experiencias revolucionarias. Hoy en día muchos en el PKK se inspiran en la historia para reflexionar críticamente sobre su ideología y estrategias, insertándola en el proceso de cuestionamiento propio y  creación de su propia filosofía de liberación —una mitología revolucionaria, tal vez.

Y al mismo tiempo, esto no significa dejarse atrapar por la nostalgia. En su lugar, tomar la inspiración de la fuerza renovadora de la juventud, de avanzar continuamente mientras se cuestionan las cosas. No tener miedo de la propia evolución, estar abierto a las críticas y aprender de los errores propios y ajenos. Dejar que el proceso de cambio revolucionario comience en uno mismo. Tal vez eso es algo que merece la pena que recuerden los anarquistas europeos: el proceso revolucionario no es algo que ocurre fuera de la persona; tiene que ir acompañado del propio progreso hacia la libertad, porque te conviertes en una parte simbiótica de una sociedad libre. Creo que cada militante anarquista debe aceptar su responsabilidad histórica y la posibilidad de unir nuestro poder y voluntad colectivos para construir y defender una sociedad basada en la creatividad, la diversidad y la autonomía. Pero esto significa que tenemos que vivir de la manera en que pensamos y hablamos. Así que vamos a llevar nuestras ideas liberales al basurero de la historia. ¡Sólo entonces seremos capaces de pasar de un acuerdo teórico común a ser capaces de «cambiarlo todo», como dices!

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Kurdos en Turquía protestas en solidaridad con la lucha en Kobanê

 

La conexión entre anarquistas o izquierdistas radicales y el movimiento de liberación kurdo parece ser fuerte en Alemania, con muchos anarquistas activos en las iniciativas solidarias e inspirándose fuertemente en Rojava y otros lugares del Kurdistán. ¿Puedes hablar sobre la historia de estos lazos de solidaridad? ¿Cuáles son algunas de las formas concretas que ha tomado la solidaridad?

Al principio, los grupos solidarios surgieron en Alemania del movimiento okupa. Desde la década de 1990 también hubo compañeros alemanes que se unieron a la lucha guerrillera. Algunos de ellos murieron en combate, como Shehid Ronahi (Andrea Wolf). Ella tenía que huir, pues estaba perseguida por el estado alemán por acciones de la Fracción del Ejército Rojo, por lo que se unió a las filas del PKK y luchó como internacionalista. Hubo varios militantes alemanes que se unieron a la lucha armada kurda, y gracias a ello hay algunos compañeros mayores que pueden compartir sus experiencias y reflexionar sobre los errores que se cometieron en aquellos días. En los años 90 hubo también una gran cantidad de problemas entre la izquierda alemana y el movimiento kurdo, por ambas partes. Por una parte, el PKK siguió atrincherado en el viejo paradigma y se centró en gran medida en la lucha en el Kurdistán excluyendo todo lo demás, lo que hacía difícil establecer una verdadera relación de amistad. Por otra parte, los alemanes mantuvimos nuestros patrón clásico de guardar distancias, criticar sin entender, y la arrogancia propia de la metrópoli. Cuando Öcalan fue detenido y el movimiento luchó duramente para sobrevivir, esta tenue solidaridad se vino abajo.

Afortunadamente, al surgir el nuevo paradigma, comenzó un nuevo proceso de acercamiento, aunque durante mucho tiempo iba muy despacio, con múltiples tanteos. Nuevamente compañeros alemanes visitaron el Kurdistán y se pusieron en contacto con las organizaciones de la diáspora, mientras que otros se unieron a la lucha guerrillera. El PKK se declara internacionalista, y el fortalecer las relaciones internacionales es de gran valor para ambas partes. Siempre fue difícil organizarse con las comunidades kurdas en la diáspora, y honestamente, sigue siendo un gran problema en la actualidad. Aunque hay un buen montón de personas kurdas que viven en Europa, las conexiones entre ellas y otros radicales europeos no son muy fuertes. Eso tiene diferentes razones: una de ellas es el hecho de que la sociedad alemana es bastante racista, y una gran cantidad de comunidades de migrantes se organizan sólo entre su propia gente como una especie de mecanismo de autodefensa. Además, el nacionalismo tiende a ser más fuerte entre los kurdos en la diáspora, y la sociedad en la diáspora a menudo todavía está organizada según prácticas feudales. Pero en la década de 1990, hubo manifestaciones comunes, y en la actualidad grupos alemanes y kurdos marchan juntos de nuevo. Pero a nivel de autoorganización común, todavía somos débiles.

Tras el ataque a Shengal y el asedio de Kobanê el año pasado, la atención aumentó inmediatamente y toda la escena radical de Alemania despertó. Desde entonces, algo ha empezado lentamente a cambiar y más y más personas están tratando de encontrar su camino hasta Rojava y algunas se están uniendo a las filas del YPG/YPJ.

 

¿Qué sugeriríais a los anarquistas de América del Norte y otros lugares acerca de cómo aprender de la lucha de liberación kurda y mostrar solidaridad con la misma?

Creemos que los anarquistas deben entender la lucha de liberación kurda, como una lucha internacionalista. Entender a los compañeros en el Kurdistán puede ayudarnos a superar las ilusiones liberales que hemos estado discutiendo. Tiene que haber un reconocimiento, una conciencia, de la responsabilidad en el dilema del Oriente Próximo. Abrir las miras y tener voluntad de participar filosófica y teóricamente en la ideología del movimiento es importante, para que podamos expresar posibilidades en muchos idiomas y colores. Para ello es necesario que apoyemos la lucha en cuestiones de comunicación, lo que puede ser una de las varias maneras de apoyar la lucha técnicamente. Por otra parte, siempre ha habido una cálida invitación a ir al Kurdistán para aprender, criticar, y refinar las ideas sobre la organización local e internacional. Y como nuestros amigos kurdos han subrayado en repetidas ocasiones, es cosa de los que vivimos en la metrópoli occidental construir nuestros propios movimientos revolucionarios —que es la mayor ayuda que podríamos darles, porque abriría una oportunidad de defensa mutua. Además, por lo que hemos oído, se necesita ayuda práctica en varios temas: pueden ser útiles conocimientos de ingeniería, material médico, y todo tipo de cosas prácticas.

 

¿Puede decirnos algo sobre la reciente ola represiva antikurda en Turquía? ¿Cómo está respondiendo el movimiento kurdo a esta violencia?

En este momento nos encontramos en una situación de escalada represiva. En respuesta a la dura derrota electoral de su partido en las elecciones parlamentarias del 7 de junio de Turquía, el presidente Erdogan declaró la guerra a la población kurda y por lo tanto dio por terminado el proceso de paz iniciado por Öcalan en 2013. Desde la masacre en la ciudad fronteriza de Suruç a finales de julio, que costó la vida de 34 jóvenes radicales kurdos y turcos que se dirigían a Kobanê, ha habido miles de detenciones y bombardeos de campamentos guerrilleros del PKK tanto en Bakur (norte de Kurdistán/sureste de Turquía) como en Bashur (el sur de Kurdistán/norte de Irak). Mientras, durante semanas se han venido dando ataques al estilo pogromo contra los kurdos y otros movimientos sociales en el norte de Kurdistán y por toda Turquía, el conflicto militar se está intensificando, con muchos militantes y civiles disparados por el estado. Más recientemente, el ejército turco sitió la ciudad kurda de Cizre durante una semana, mientras que turcos ultranacionalistas atacaron a civiles kurdos y oficinas de la HDP (un partido político kurdo) por todo el país. Muchas tiendas kurdas fueron quemadas por los partidarios del AKP, el conservador Partido Justicia y Desarrollo de Erdogan, así como por miembros de organizaciones fascistas como los Lobos Grises, la organización juvenil del fascista Partido del Movimiento Nacionalista. Ataques similares contra los kurdos y otros opositores a la guerra han tenido lugar en Europa en los últimos días, y mientras el estado alemán guarda silencio sobre estos ataques de los nacionalistas turcos, militantes kurdos han sido criminalizados y detenidos.

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Civiles kurdos asesinados por bombardeos turcos
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Nacionalistas turcos atacando las oficinas del partido kurdo HDP

Frente a esta violencia, el movimiento ha desarrollado un modelo llamado ‘teoría de la legítima defensa’, o ‘teoría de la rosa’. Es una metáfora basada en la idea de que cada ser vivo tiene que defender su propia belleza en su lucha por la supervivencia. Todos los seres deben crear métodos de autodefensa de acuerdo a su propia manera de vivir, crecer, y relacionarse con los demás. Métodos en los que el objetivo no es destruir al enemigo, sino disuadirlo de su intención de atacar. Los guerrilleros se refieren a esto como una estrategia defensiva en un sentido militar, pero también trabaja a otras escalas.

En esencia, podemos entenderlo como un método de autoempoderamiento. Durante mucho tiempo, los guerrillas del PKK no hicieron nada, dejaban que el estado turco continuara con las negociaciones, porque sabían que no podían derrotarlos militarmente. Si eres lo suficientemente fuerte y te mantienes firme, no hay necesidad de violencia; simplemente se convierte en una cuestión de organización. Esta perspectiva de la autodefensa es también parte del nuevo paradigma.

 

Dado el complejo contexto geopolítico de la lucha kurda, atrapada entre varios estados y fuerzas armadas hostiles, ¿qué crees que se necesita para  que una revolución genuinamente antiautoritaria se afiance y perdure en la región?

Bueno, como hemos aprendido del estudio de otras revoluciones a través de la historia: la única oportunidad para que una revolución perdure es que se extienda, que amplíe sus horizontes y supere todas las fronteras establecidas para contenerla. Como nuestros compañeros kurdos explican, hay dos pilares de la lucha revolucionaria. El primero y más importante es el proceso de construcción de la autonomía democrática; todo se reduce a la simple pregunta de cómo queremos vivir, de cómo organizar nuestra vida cotidiana. En este momento, es difícil centrarse en esa cuestión, pues toda la región está ardiendo y atrapada en la guerra. Es por ello que el segundo pilar es la legítima defensa por cualquier medio necesario. Ambos son cruciales, y debe aplicarse en diferentes niveles. Los levantamientos revolucionarios de la historia de Europa y en otros lugares que descuidaron un pilar u otro fueron inevitablemente derrotados.

Es muy importante fortalecer la posición revolucionaria en el Kurdistán, no sólo militarmente, sino también construyendo canales de comunicación con compañeros de todo el mundo. A medida que el levantamiento revolucionario en Turquía se expande y el apoyo desde Occidente crece, otras potencias regionales tienen menos posibilidades de atacar el movimiento kurdo. Por otra parte, hay que reconocer el enorme potencial que la experiencia de este movimiento nos ofrece para ampliar nuestra propia perspectiva. Ellos se organizaron con una situación que ha sido desde el principio más desesperada que la nuestra, y sin embargo han tenido éxito. Yo diría que en cierta manera el tener que hacer frente a un peligro concreto es lo que los hizo tan fuertes. Además, sería muy productivo para el intercambio de experiencias. En las cuestiones específicas de autoorganización, los métodos y herramientas de los movimientos anarquistas en Occidente son muy creativos y pueden ofrecer mucho apoyo.

En este momento en el Oriente Próximo, tenemos la extraña coyuntura de un relativo equilibrio de poder, con Rojava situada en el ojo del huracán. Está la gran visión de la política islamista suní, impulsada principalmente por los gobiernos de Turquía y Arabia Saudí. Luego están los estados chiís de Irán, Irak, y los restos del régimen de Assad en Siria. También existe la OTAN, de la que Turquía es miembro, aunque también defienda sus propios intereses. En el medio tenemos también el Estado Islámico (IS), un ejército de zombis que ya no puede ser controlado por nadie, a pesar de que probablemente fue creado y apoyado para aplastar la resistencia kurda y el régimen de Damasco. Así que en esta situación caótica, Rojava sigue siendo necesaria para la OTAN, por ejemplo, como única opción local de la que te puedes fiar que ha sido capaz de derrotar al IS. Así que, sí, Rojava está bastante atrapada entre todas estas potencias militares. Pero como hemos aprendido de muchas revoluciones, la guerra no es simplemente una cuestión de matemáticas. Está más ligada a una determinada manera de luchar, y una cuestión de conciencia. Debemos aprender de eso.

 

¿Puedes explicar qué quieres decir con que esta ‘forma de lucha’, o ‘tipo particular de conciencia en la lucha armada’ convierte a la resistencia kurda en un caso particular?

Permíteme compartir una historia que un amigo me contó una vez. Tomó parte en la guerra Qandil en 2011. En ese momento, había una alianza pragmática entre Turquía e Irán: ambos tenían un problema con el movimiento kurdo, y eran temerosos de las oportunidades militares que tenían las guerrillas. Qandil es el extremo sur del territorio de Mediya, las montañas controladas por la guerrilla en las regiones fronterizas de Irán, Irak y Turquía. Me habló de una ocasión en que mil quinientos pasdaran, los regimientos de infantería iraníes, trataron de asaltar la colina donde la guerrilla se escondía. Sólo había unos treinta compañeros defendiendo su montaña. Explicó que lo que el ejército iraní trató de usar contra ellos fue sólo sus balas, y su temor al castigo de sus mandos. Corrieron ciegamente hacia arriba, y fueron derrotados. No tenían ninguna convicción, energía, ni amistad entre ellos. Por otro lado, cuando sus compañeros defendieron su posición, me dijo que no sólo utilizaron sus armas. Ellos luchaban por sus pueblos saqueados, por sus familias divididas, por el recuerdo de sus amigos caídos y con la certeza de que el ejército atacante quemaría las montañas y los bosques a sus espaldas y destruirían la naturaleza de su tierra. Lucharon por todos aquellos demasiado débiles para hacerlo por sí mismos, por todos los sectores de la sociedad que había detrás de ellos y les apoyaban. Tal vez sea difícil de entender si no lo sientes tú mismo. Pero su energía fue respaldada por una larga lista de amigos, la opresión históricamente experimentada, la protección mutua, el amor por la vida y la confianza en sí mismos.

Incluso el combatiente que es objetivamente más débil puede mostrar una gran fuerza, si está luchando por su propio bien y por el de aquellos a los que pertenece su corazón, sin ser empujado en una dirección o a una ideología o siendo presionado para hacer algo que no quiere. Los que luchan por su sociedad y por las relaciones simbióticas que les han protegido y nutrido siempre van a derrotar a los métodos convencionales basados en la mera destrucción, intereses hegemónicos y estrategias basadas en la hostilidad. Me recordó las palabras  que dijo una vez un filosófico amigo de occidente: conectar la realidad con tus propios deseos tiene un significado revolucionario. Si sabes realmente por lo que estás luchando, si ves lo esencial de la situación en la que te encuentras, puedes vincularlo con tu voluntad de vivir, lo que te proporcionará belleza aún más allá de la muerte. Este guerrillero me explicó que se ven a sí mismos como guardaespaldas, utilizando sus propias capacidades para proteger la vida de su sociedad. Me impresionó mucho.

Esto plantea la siguiente cuestión: ¿de dónde procede la energía revolucionaria en Occidente? Apenas entendemos nuestra propia situación, empujados a decisiones pragmáticas basadas en un complejo sistema de dependencias. Tal vez esta sea una lección que debamos aprender por nosotros mismos: ¿cuál es la verdad de nuestra situación común que tenemos que entender para comenzar? Esta es la misma razón por la que ningún otro ejército en este momento puede hacer retroceder a las fuerzas de IS en Siria. Al defender Kobanê, el YPG/YPJ basa su defensa en esta misma conciencia. Nadie podía creer que iban a liberar su ciudad; va más allá del racionalismo. Se trata más de fe en sí mismos y fe en su energía revolucionaria, que se desarrolla a partir de su deseo de vivir. Eso es lo que ha sido casi eliminado de uno si ha sido criado en el capitalismo occidental.

Otro amigo agregó que si realmente deseas crear una nueva sociedad basada en relaciones no opresivas, estás tratando de construir algo que no existe todavía. Forma parte de un nuevo mundo, un mundo distinto. ¿Cómo te es posible entenderlo racionalmente desde tu punto de vista actual? No está en los libros. Tienes que volverte loco para superar el status quo; necesitas ser convencido por tu fantasía y tu deseo. Ese es vuestro problema en Europa, concluyó: se os olvidó cómo hacerlo.

Publicado originalmente por Crimethinc.
Traducido por Alasbarricadas

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