La lucha no es por el martirio sino por la vida. Una discusión crítica sobre la lucha armada con guerrillas anarquistas en Rojava

A finales de marzo de 2017 se extendió la noticia de que se había formado una nueva guerrilla anarquista en Rojava, la Fuerza Guerrillera Popular Revolucionaria Internacional (IRPGF). Su irrupción ha vuelto a lanzar la discusión sobre la participación de los anarquistas en la resistencia kurda y en la lucha armada como estrategia para el cambio social. Ha sido difícil comunicarse con los compañeros en Rojava para tratar esta difícil cuestión, pues están en condiciones de guerra y rodeados de enemigos por todas partes. Por tanto, estamos entusiasmados por poder presentar la discusión más crítica y abarcadora sobre la IRPGF, explorando el complejo contexto de la guerra civil en Siria y las relaciones entre lucha armada, militarismo y transformación revolucionaria.

La situación de Siria presagia un futuro cercano en el que la guerra no se limitará a unas zonas geográficas específicas sino que llegará a convertirse en una condición omnipresente. Los miembros del Estado y del no Estado han participado inevitablemente en los conflictos de Siria, y estos conflictos se extienden más allá de sus fronteras; hoy, la guerra civil de Siria se puede imaginar en muchos países que no han experimentado la guerra en sus territorios desde hace setenta años.

Las guerras a distancia, una vez geográficamente contenidas, se están extendiendo por todo el mundo con denominaciones religiosas, étnicas, de nacionalidades, de género o de clases económicas, y se convierten en luchas a distancia entre diversas ideologías y élites. A medida que el capitalismo genera crisis económicas y ecológicas, esas luchas serán probablemente inevitables. Pero mientras ofrezcan nuevas oportunidades de desafiar al capitalismo y al Estado, podrán marcar poco a poco el camino de las relaciones de coexistencia pacífica y apoyo mutuo que desean crear los anarquistas.
¿Pueden los anarquistas participar en esos conflictos sin abandonar sus valores y principios? ¿Es posible coordinarse con fuerzas que persiguen diferentes objetivos a la vez que limitan nuestra integridad y autonomía? ¿Cómo deberíamos enfrentar esas situaciones sin convertirnos en una máquina de guerra militarizada? Desde los confortables emplazamientos de Europa y Estados Unidos solo podremos desarrollar una perspectiva limitada sobre esas cuestiones, aunque es necesario que nos formemos nuestras propias hipótesis críticas. Estamos agradecidos ante la oportunidad de establecer un diálogo con los que están luchando en Rojava, y esperamos facilitar debates sobre este tema a través de los puntos calientes y frentes de batalla de todo el mundo. Los anarquistas de Rojava anuncian la formación de la IRPGF.

Las fuerzas kurdas han hecho un llamamiento por el apoyo internacional en su lucha desde hace años. ¿Cómo se pone esto en práctica? ¿Os consideráis participantes iguales y autónomos tanto en la lucha como en la transformación de la sociedad? ¿O creéis que vuestra función es ser aliados en su defensa?

En primer lugar, es importante darse cuenta de que no todos los apoyos internacionales llegan a Rojava, o a la región más amplia del Kurdistán por la misma razón. Como sabrás, ha habido un flujo importante de apoyo internacional unido a las filas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) durante décadas. Además, ha habido apoyo internacional de los países vecinos, así como de otras partes y grupos de guerrilla como la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) y el ASALA (Ejército Secreto Armenio para la Liberación de Armenia).

Sin embargo, últimamente los apoyos internacionales han llegado a la región principalmente como consecuencia del crecimiento del Daesh (ISIS), y sus ataques tanto a Iraq como a Siria. Hace unos años, durante el periodo de la batalla de Kobane y la campaña genocida del Daesh en Rojava y Shengal, varios grupos e individuos internacionales llegaron a luchar por un centenar de razones. Por ejemplo, los Leones de Rojava atrajeron a las ideologías más militaristas, de derechas y religiosas. Al mismo tiempo, la izquierda militante turca, sobre todo del Partido Comunista Marxista-Leninista (MLKP) y del Partido Comunista Marxista-Leninista Turco (TKP/ML) llegaron a Rojava (este último incluye a las Fuerzas Unidas de la Libertad o BÖG, que se formaron después de Kobane) y se unieron a la lucha armada en un esfuerzo por ayudar a las fuerzas kurdas y contribuir a la lucha no solo en Rojava sino también en Bakur (norte de Kurdistán, en Turquía) y la propia Turquía.

Así, simultáneamente, durante esos meses fundamentales en Kobane, hubo fundamentalistas cristianos, fascistas e islamófobos luchando juntos en Turquía, y también comunistas, socialistas e incluso algunos anarquistas. Esto no quiere decir que todos los luchadores occidentales fueran fascistas o izquierdistas. Por el contrario, de hecho unos pocos apoyos internacionales se identificaban únicamente como antifascistas, defensores de la lucha kurda, feministas liberales, abogados de la democracia, y todos ellos mostraban su fascinación por el proyecto confederal desplegado en Rojava. A medida que la situación ha ido cambiando y muchos de los que tenían convicciones de derechas o religiosas han dejado de luchar con las Unidades de Defensa de las Mujeres y las Unidades de Protección del Pueblo (YPJ/YPG), se ha ido produciendo una mezcla ecléctica y alejada de la mezcla monolítica de los apoyos internacionales.

En la práctica, los apoyos internacionales están dispuestos en diferentes unidades siguiendo determinados criterios. Por ejemplo, el personal principalmente militar que llegó a Rojava puede tener acceso a las unidades kurdas que, en su mayor parte, están cerradas a los que no tienen a una experiencia militar previa. Eso incluye a unidades de francotiradores (suikast) y de sabotaje (sabotaj tabûrs). Los apoyos internacionales que acuden a la lucha por razones ideológicas, por anarquismo, por comunismo o por socialismo, pueden elegir apuntarse a uno de los partidos de bases turcos para entrenarse y luchar como miembros de las unidades de guerrilla. La mayor parte de los apoyos internacionales, sin embargo, se unen a una unidad kurda dentro del YPJ/YPG y luchan con los kurdos, árabes, yazidíes, armenios, asirios y otros grupos dentro de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF).

La posición social de los apoyos internacionales en relación con los miembros locales y nativos de las fuerzas militares es, desde luego, compleja. Para la gente de Rojava y para el amplio movimiento de liberación kurda, es un honor contar con apoyos internacionales que acudan a defenderlos, cuando sienten que la comunidad internacional, durante cerca de un siglo, los ha abandonado en su lucha por la autonomía y la autodeterminación. Ahora bien, se da ese ambiente de casi reconocimiento hacia algunos occidentales que llegan para luchar, así como a la vez una sensación de protección e incluso a veces de paternalismo por parte de algunos elementos del sistema local político y militar. Por supuesto, todo depende de las razones y motivos de los apoyos internacionales que llegan a Rojava. Por ejemplo, algunos sienten gran satisfacción mostrando sus rostros junto a las armas y vanagloriándose de sus «logros». Otros prefieren esconder sus caras e identidades por razones de índole político y práctico.

No hay duda de que algunos apoyos internacionales se han servido del conflicto de Rojava como medio de lucirse, lo que es una consecuencia más de la «era del selfie» y los medios de comunicación. Eso ha permitido a algunos de ellos hacerse con un dinerito escribiendo libros y utilizando la revolución en su propio beneficio. Eso es oportunismo y aventurerismo de la peor especie. Pero se trata de una minoría y no es en absoluto indicativa de los motivos o acciones de una población mucho mayor de luchadores extranjeros. Esta es una observación dirigida a quienes han llevado el conflicto y la revolución a grandes audiencias, y se da el hecho de que, en la mayor parte de los casos, olvidan la lucha y tienen la suerte de poder volver a sus confortables vidas. Se dan también los turistas de la guerra, que llegan porque aman el combate y la lucha. Presumen de su experiencia militar y muchos han servido (o lo han intentado) en la Legión Extranjera francesa. Cuando se les pregunta, a menudo expresan su deseo de viajar a Ucrania o a Birmania para seguir luchando después de dejar Rojava.

Todo ello nos lleva a una importante posición teórica que se traduce en la IRPGF. Nosotros creemos que muchos de los apoyos internacionales, sobre todo occidentales, reproducen sus privilegios y posición social en Rojava. Queremos introducir el concepto de «lucha segura». Esto quiere decir que, desde que la guerra está apoyada por fuerzas estadounidenses y occidentales, es seguro luchar contra el enemigo y no enfrentarse a las repercusiones de ser una organización cuya ideología es apoísta (Apo es un apodo de Abdullah Ocalan, uno de los miembros fundadores del PKK), y por tanto ligada a una organización declarada terrorista. No hay un castigo real por implicarse en Rojava excepto si se tienen vínculos con los grupos más radicales. Por ejemplo, los de nacionalidad turca que luchan con estos grupos han sido declarados terroristas por el Estado turco, e incluso sus compañeros del Partido Marxista Leninista (Reconstrucción Comunista) han sido detenidos y encarcelados, llegando a cerrar sus locales en España acusados de tener relación con el PKK. Al margen de estos casos aislados, la gran mayoría de los apoyos internacionales que llegan a luchar contra el Daesh y a ayudar a los kurdos están libres de persecución.

Además, en algunos casos, esto reproduce el ejemplo tan a menudo citado del sacrificio de activistas e intelectuales occidentales aplaudiendo un conflicto que está más allá de sus fronteras pero en absoluto dispuestos a sacrificar su comodidad y privilegios para aumentar la lucha en casa. Algunos apoyos internacionales pueden llegar a ser revolucionarios durante seis meses o un año, pueden recibir aplausos y felicitaciones y volver a su existencia normal y complaciente después. No son la mayoría de los casos, pero se dan. Además, llegar para unos pocos meses o un año no es algo que minimicemos o consideremos ridículo. De hecho, cada apoyo internacional está poniendo su vida en peligro por el simple hecho de acudir a una zona de guerra. De este modo, los apoyos internacionales pueden aprender destrezas y nuevas perspectivas a la vez que arriesgan sus vidas en esta lucha, y luego pueden volver a sus casas y seguir luchando de muchas formas.

Algunos apoyos internacionales han cambiado sus posiciones ideológicas en dos direcciones. La mayoría, en una dirección positiva, viendo la liberación de la mujer y la autoorganización como componentes de una vida más liberada. Una pequeña minoría ha cambiado sus opiniones a peor, afirmando que los kurdos son luchadores incompetentes, que la revolución ha fracasado o fracasará, y que llegar a Rojava no les ha ofrecido el combate desenfrenado y la guerra que esperaban. Con todo esto en perspectiva y a medida que discutimos, ¿qué pasará cuando los poderes internacionales den la espalda al proyecto de Rojava y no sean de utilidad para las fuerzas revolucionarias? ¿Seguirá dispuesta la mayoría de los apoyos internacionales a luchar contra las fuerzas turcas o, por la misma razón, con las fuerzas estadounidenses? Todo eso está por ver.

En contraste con el mencionado grupo de apoyos internacionales, están los que han llegado con un análisis claro y profundo de sus posiciones ideológicas, de la geopolítica de la región y de la situación de la guerrilla. Esta mezcla, calidad y cantidad de luchadores comunistas, socialistas y anarquistas no ha sido superada por ningún otro conflicto armado en el mundo. Eso ofrece nuevas oportunidades y lleva a innovaciones únicas, como el Batallón Internacional por la Libertad (IFB), así como el entrenamiento y las operaciones en común, pero también suscita el espectro y peligro de repetir la Historia. En el análisis final, los que han llegado por razones ideológicas o para apoyar al pueblo de Rojava en su lucha, sienten que son tan participantes en la lucha y en la transformación social como los que, en este momento en minoría creciente, han llegado con su experiencia militar o su actitud de turistas de la guerra, y reclaman saber más sobre la guerra que las fuerzas locales. Eso puede crear tensiones y en ocasiones intimidaciones y confrontaciones físicas.

Nosotros, como IRPGF, somos participantes iguales y autónomos y, por supuesto, somos aliados en el apoyo de la defensa del pueblo. No los vemos como mutuamente exclusivos. Sin embargo, nuestra autonomía está limitada en algunos aspectos, ya que formamos parte de una lucha más amplia con una estructura militar semiformal y una serie de alianzas. Estamos bajo el YPG, lo que quiere decir bajo el SDF, que en este momento colabora con algunas fuerzas militares estadounidenses y también con las de algunos países occidentales en el ataque al Daesh. Vemos esto con pragmatismo, y desde luego no cambia nuestras opiniones sobre Estados Unidos, al que consideramos tan enemigo nuestro como el Daesh. De hecho, asumimos que la política exterior de Estados Unidos ha dado lugar a la creación de Daesh, y que, por tanto, tienen la obligación de luchar contra él.

Con ese complejo entramado de alianzas y de poderes internacionales, la lucha contiene a la vez características indígenas e internacionales, cuya importancia es necesario defender. Lo que estamos investigando y aprendiendo, por medio de la autocrítica, la teoría y la práctica, es la relación entre los anarquistas revolucionarios internacionalistas y la lucha indígena, que se ve a sí misma como parte de un movimiento revolucionario internacional que se extiende más allá de sus «fronteras».

Dado que la mayor parte de nuestra energía está centrada en la lucha armada, actualmente tenemos proyectos limitados en la sociedad civil. Estamos trabajando en apoyar las iniciativas anarquistas dentro de la sociedad civil. Pero, la transformación social no es el proyecto exclusivo. Por ejemplo, vecinos árabes muy próximos a nuestra base acuden a traernos la leche y los yogures que producen, y nosotros les ofrecemos azúcar y otras cosas que no tienen, en un acto de apoyo mutuo. Eso crea un lazo de solidaridad y vida colectiva. Tenemos también buenas relaciones con algunas familias armenias de la región. El simple acto de tomar té con alguien, y besarse en la mejilla, es el primer paso hacia unas sólidas relaciones que a largo plazo pueden contribuir a sentar las bases de sólidos proyectos encaminados a la transformación social.

Los luchadores internacionales, y especialmente los anarquistas y comunistas, se han organizado por separado en Rojava desde hace ya bastante tiempo. ¿Por qué? ¿Cuál es vuestra relación con otras estructuras kurdas?

Como comentamos en la primera pregunta, la mayoría de los luchadores anarquistas, apoístas, socialistas y comunistas internacionales junto a otras figuras que se identifican más como antifascistas y antiimperialistas han tratado de organizarse por separado en Rojava durante algún tiempo. Esto no es nuevo. Responder a esta pregunta requiere una descripción de la situación histórica de la izquierda turca y los numerosos grupos armados que operan en la región.

Para la izquierda turca, especialmente la izquierda que está implicada en la lucha armada y mantiene unidades de guerrilla, la relación entre los grupos se ha modificado y adaptado con el tiempo. Hubo una época en que los partidos de la izquierda turca se veían unos a otros como enemigos del mismo modo que veían al Estado turco o al sistema capitalista. Eso llevó a la violencia entre los partidos e incluso a muertes. Pero, como la Historia ha revelado, el Estado turco ha demostrado ser mucho más fuerte y más resistente de lo que se hubiera esperado. Anteriormente, la mayoría de la sociedad turca no había avanzado en la lucha como muchos de los partidos, de tradición marxista-leninista, que creían dogmáticamente que lo que sucedía de forma natural era el resultado de una necesidad histórica. De hecho, con el referéndum de Turquía cerca y Erdogan prácticamente seguro de la victoria del sí, los partidos han visto la necesidad de unirse y luchar juntos. Eso no quiere decir que no hubieran hecho nada antes. Muchos de los partidos, la mayor parte del PKK, han trabajado con otros grupos de guerrilla en las vastas regiones montañosas de Turquía, compartiendo recursos y entrenando y dirigiendo operaciones conjuntas. Así ocurrió el 6 de marzo de 2016, cuando se formó en Turquía el Movimiento Popular Revolucionario Unido (Halklarin Birlesik Devrim Harekett). Este frente de unidad reunió a diez de los principales partidos implicados en la lucha armada bajo una estructura y una bandera para luchar contra el gobierno de Erdogan y el Estado turco.

Por supuesto, hay que echar un vistazo a la historia de Oriente Medio en general para entender cómo actuaron los diferentes partidos turcos dentro de los diversos países y participaron en varios conflictos. Por ejemplo, el Partido Comunista de Turquía/Marxista-Leninista (TIKKO), ASALA y el PKK actuaron en Líbano (Valle de la Becá) y llevaron consigo a la OLP y varios grupos de guerrilla palestinos, libaneses e internacionales, e incluso hicieron operaciones conjuntas. En Siria, el PKK estableció sus cuarteles y abrió oficinas del partido y medios de formación en Rojava en los años ochenta hasta mediados de los noventa. Abdullah Ocalan pudo actuar con relativa libertad con el apoyo del régimen sirio, que veía a Turquía como enemigo. Las tensiones turco-sirias y la amenaza de guerra pudieron forzar a Háfez al-Ásad a cortar todo vínculo con Ocalan y expulsarlo de territorio sirio. El hundimiento de la Unión Soviética llevó a muchos grupos de guerrilleros turcos o internacionales a ocultarse y limitar su movilidad, recursos, entrenamiento y operaciones. La guerra civil siria y el comienzo de la revolución en Rojava proporcionaron otra oportunidad a los partidos turcos que eran ilegales y clandestinos, y estaban en la montaña, para volver a montar operaciones y bases en Rojava con las que apoyar la lucha a la vez que se organizaban y comunicaban de manera más libre y efectiva. Eso llevó a numerosos partidos a montar sus cuarteles en Rojava.

Cuando la lucha en Rojava se intensificaba y los partidos iban necesitando compartir recursos y operaciones de inteligencia y militares, estos, bajo la dirección del MLKP, formaron el Batallón Internacional de la Libertad en Rojava. Este experimento junto a la dirección y mando, unificando los diversos partidos y grupos bajo una misma bandera en la lucha, fue el primero de este tipo en Rojava, y precedió a la formación del Movimiento Revolucionario del Pueblo Unido (HBDH). Tuvo resultados diversos. Por ejemplo, IFB siguió los principios del centralismo democrático, que nosotros y la IRPGF rechazamos. Somos partidarios de la horizontalidad e igualdad en todos los grupos y miembros. Además, la gran mayoría de los grupos, partidos y combatientes del IFB son turcos, lo que hace que su carácter internacional quede distorsionado. Incluso las fuerzas kurdas, se refieren al IFB como la «izquierda turca». Al margen de esto, queremos observar que ha tenido un valor positivo y simbólico, así como varios éxitos militares. Ha demostrado que los diversos grupos y partidos, incluyendo la IRPGF, podemos trabajar, adiestrarnos y luchar juntos contra un enemigo común, uniendo nuestras energías y fuerzas para conseguir la victoria tanto en el combate como en la sociedad civil.

El Batallón Internacional de la Libertad, aunque está directamente bajo el mando de varios partidos y grupos unidos en el liderazgo, está últimamente bajo la dirección del YPG y las fuerzas SDF. Cuando éramos autónomos en cuanto a nuestra estructura militar, unidad y organización, así como en los movimientos individuales, recibíamos órdenes y directrices del resto del IFB. Eso nos situaba directamente bajo el mando de YPJ/YPG y, por tanto, también compartíamos sus alianzas y el campo de batalla en el que llevaban a cabo las operaciones. Ahora, los partidos y grupos mantienen su autonomía como entidades separadas fuera de la estructura del IFB en desacuerdo con las posiciones de las fuerzas kurdas e incluso criticando algunas políticas y decisiones. Como parte de IFB, somos cuidadosos con las posiciones, visiones y perspectivas que expresamos, ya que empleamos el nombre y estructura del IFB. Últimamente, el IFB ha demostrado ser el único experimento y laboratorio que puede conseguir que ultraizquierdistas y radicales de todos los colores y convicciones luchen bajo una única unidad y estructura de mando.

Considerando que la alianza entre los kurdos y las fuerzas estadounidenses no parece que vaya a durar eternamente o a crear espacio para proyectos radicales en Rojava, ¿cómo pueden posicionarse los anarquistas en esta lucha? ¿Podéis mantener autonomía respecto a las decisiones de los que están implicados en esta alianza en Rojava?

La palabra «alianza» aquí es muy equívoca, de hecho se trata de una palabra fuerte e implícita. Estados Unidos y sus aliados, por razones en absoluto relacionadas con la política o la economía, tienen el proyecto de eliminar un grupo armado (Daesh) del que debe también defenderse la propia revolución, y el YPJ/YPG desea erradicarlo. YPJ/YPG están en el mismo campo de batalla que las fuerzas americanas. Dado que comparten el mismo enemigo, y dado que sus inherentes antagonismos políticos, ideológicos y económicos se han dejado a un lado por una cuestión de prioridades, no es sorprendente que exista cooperación militar. No hay una alianza política entre Estados Unidos y los revolucionarios de Rojava.

De hecho, creemos que la cooperación entre las fuerzas revolucionarias y las fuerzas norteamericanas no durará. Sin duda existen en Rojava fuerzas que desearían una nación-Estado o que se han servido de los sentimientos nacionalistas para lograr apoyos. En la puerta de al lado está el Gobierno Regional de Kurdistán (KRG), apoyado por Estados Unidos, bajo el liderazgo de Masud Barzani, otro títere de los americanos en la región. El KRG ha impuesto un embargo virtual en Rojava. Barzani y el KDP son vistos por muchos como traidores por aliarse con Turquía a expensas de los kurdos y de los yazidíes de Shengal. Además, el KRG trata de confundir, tanto políticamente con grupos como el Consejo Nacional Kurdo (ENKS) y el KDP en Rojava, como militarmente con el Peshmerga de Rojava. Los enemigos de esta revolución son innumerables.

Se ha observado a menudo que algunos pensadores anarquistas como Murray Bookchin han contribuido a esta revolución social en primer lugar, lo que ha llevado a Abdullah Ocalan a alejarse del marxismo-leninismo y crear su teoría del «confederalismo democrático». Independientemente de lo que cierto que sea esto, recientemente los anarquistas, tanto en la lucha armada como en la sociedad civil, han tenido impacto en esta revolución. Mediante el diálogo y proyectos en común, podemos trabajar con las comunidades locales y desarrollar relaciones que pueden fortalecer los logros de la revolución. Cuanto mayor sea la influencia de los anarquistas y su filosofía en el diálogo con el pueblo y las estructuras de la Rojava, más fácil será construir juntos algo nuevo y centrarse en la transformación no solo en Rojava sino en todo el mundo. Esa es la importancia de conectar las luchas que hemos realizado en Bielorrusia, Grecia y Brasil. La lucha en Rojava es la lucha de cada vecindario o comunidad oprimidos. Es la lucha por una vida libre y ahí es donde tenemos los anarquistas el mayor impacto.

Como anarquistas, no estamos comprometidos con ningún Estado ni autoridad. Eso no es negociable. A medida que vamos conociendo la función de los diversos partidos en la lucha por liberar el territorio tanto en Rojava como en las regiones montañosas del Kurdistán, creemos que la solidaridad crítica nos permitirá trabajar, luchar y posiblemente morir al lado de los partidos, mientras mantengamos nuestra autonomía para permanecer críticos ante sus ideologías, estructuras, mentalidades feudales y políticas varias. Podemos mantener nuestra autonomía en el sentido de no estar de acuerdo con las posiciones, o decidir no luchar si las alianzas de las fuerzas revolucionarias no van a la par de las necesidades pragmáticas geoestratégicas.

En el análisis final, si las fuerzas revolucionarias establecen alianzas formales con los poderes estatales y Rojava se convirtiera en un nuevo Estado, aunque fuera un Estado social democrático, el IRPGF saldría y trasladaríamos nuestra base de operaciones a cualquier otro lugar donde continuar la lucha revolucionaria. Los proyectos anarquistas dentro de una sociedad civil deben poder actuar y funcionar todo el tiempo que se les permita; pero es bastante probable que los anarquistas, al igual que la guerrilla comunista, no puedan seguir actuando durante mucho tiempo en Rojava.

¿Has experimentado alguna tensión entre tu compromiso en la lucha armada y el desarrollo de proyectos sociales en Rojava? ¿De qué manera os alimentáis y os reforzáis unos a otros? ¿De qué manera está eso en contradicción?

Nuestro grupo está solo en los primeros pasos de los proyectos de desarrollo social en Rojava. Para una unidad es difícil organizarse y mantener proyectos sociales a la vez que se implica en la lucha armada si no cuenta con los recursos suficientes de personal e infraestructura. Se necesita más gente; debemos alcanzar la masa crítica necesaria para desarrollar un proyecto que tenga éxito. Algunos de nuestros compañeros han trabajado en la sociedad civil antes de trabajar activamente en la creación de nuevas iniciativas que sean sostenibles a la vez que posibles. Eso nos permitirá lograr nuestros respectivos compromisos con la lucha armada y la revolución social.

¿El esfuerzo de la guerra en la comunidad de Rojava está sujeto a los imperativos de otras estructuras? ¿Los espacios o esferas de la vida en las que el control se centra en manos de los grupos militarizados contribuyen a las relaciones jerárquicas de facto? ¿Cómo evitaremos las prioridades militares a la hora de determinar quién tiene el poder en una comunidad en guerra?

Sin duda, la guerra en Rojava y las guerras civiles siria e iraquí han cambiado drásticamente las relaciones entre la sociedad civil y las fuerzas militares. Lo que está sucediendo en Rojava puede sencillamente describirse y caracterizarse como que unos hevals (compañeros) se han puesto ahí, como «comunismo de guerra». La situación de Rojava ha supeditado mucho a la economía y la sociedad civil al esfuerzo de la guerra. Sin embargo, no nos sorprende. Rojava está rodeada de enemigos que tratan de destruir el reciente experimento revolucionario. El Daesh es un actor paraestatal mortífero y eficiente con tremendos recursos, tanto financieros como militares, así como con unas fuerzas de lucha de miles de personas. Es uno de las amenazas más brutales y capaces contra Rojava. De no haber sido por el masivo esfuerzo de guerra por parte de un gran segmento de la sociedad, especialmente la resistencia de Kobane y su posterior victoria, que ha sido un punto de inflexión, el Daesh habría triunfado y continuaría su rápida expansión.

Mientras sigue la guerra y el Daesh está ahora ocupado en Iraq y Siria, Turquía entra en la guerra tratando de ahogar los esfuerzos de YPJ/YPG por asegurar la contigüidad entre los cantones de Kobane y Afrin. Hay que ser consciente del hecho de que las fuerzas turcas en las fronteras de Rojava bombardean objetivos dentro de su territorio, asesinando civiles y militares casi a diario. Igualmente al este de Iraq, el Gobierno Regional de Kurdistán (Bashur) bajo el liderazgo de Masud Barzani, y el Partido Democrático de Kurdistán (KDP) siguen imponiendo un bloqueo y embargo virtuales en Rojava, además de atacar a las Fuerzas de Defensa del Pueblo (HPG) y a las posiciones de las Unidades de Resistencia Sinjar (YBS) en Shengal usando al Peshmerga. Además, Barzani y el KDP confabulan con Erdogan, el Partido Justicia y Desarrollo-Partido del Movimiento Nacionalista (AKP-MHP, fascista) y el Estado de Turquía, compartiendo información, recursos y operaciones militares.

Sin duda, la guerra implica de facto relaciones jerárquicas y obstaculiza seriamente las relaciones horizontales y la fuerza de la comunidad. De hecho, existen muchas capas de relaciones jerárquicas. Hay jerarquías dentro de la estructuras del partido que calan en las estructuras sociales y se extienden hasta la sociedad civil. Por ejemplo, si alguien es un directivo o no, cuánto tiempo lleva en el movimiento, cuál es su formación ideológica y sus conocimientos, su influencia y contactos además de su experiencia en el combate. Esto puede percibirse como un sistema de rangos, de privilegio o de avance. Y de hecho existe, pero es algo que actúa en tensión con la propia autocrítica de ello y con una ideología que trata de trascender esas relaciones en medio de la existencia real de la revolución social. Mientras los miembros dirigentes de los grupos militarizados tienen de hecho una posición social que podría ser otra en la sociedad, últimamente responden a la gente mediante la estructura municipal y el amplio marco de la Federación Norte de Siria. Esas relaciones jerárquicas existen como una necesidad militar en medio de una de las guerras más brutales. Como anarquistas, vemos y entendemos por qué son necesarias a la vez que somos críticos con ellas y tratamos de cambiar esas relaciones de autoridad centralizada y de control. Es positivo que se puedan criticar estas relaciones empleando el proceso tekmil (una asamblea de democracia directa para criticar a un cargo o a otros), una práctica seria y vital de crítica-autocrítica y autodisciplina que hunde sus raíces en el maoísmo.

Mientras sean necesarias para la realidad y prioridades militares en el contexto de guerra, las relaciones jerárquicas de poder tienen que existir para conseguir que se actúe eficazmente. Cuando llegue el tiempo de la reflexión, podremos discutir, criticar y tomar decisiones colectivas. En la lucha, se necesita una guía inmediata, instrucción, protección, certidumbre y responsabilidad por parte de los compañeros más experimentados y formados, porque hay muchas decisiones y tareas que afectan al grupo y no las puede resolver uno solo. Esto también se aplica a la instrucción y el reclutamiento. Pero estas relaciones pueden en última instancia llegar a dañar la naturaleza autónoma, horizontal y autogestionada de las comunidades si no se entienden y practican de acuerdo con otros principios ideológicos. ¿Cómo podemos nosotros, los anarquistas y miembros de la IRPGF, prevenir las relaciones jerárquicas en este contexto, es decir, en estos contextos que se solapan? La complejidad de esta pregunta revela además un problema inherente sobre cómo se ha formulado. Estamos diciendo que las prioridades militares o la defensa de la comunidad están separadas de la propia comunidad; impuestas por un individuo que no forma parte de la comunidad. Y es cierto que las prioridades militares se han impuesto en varias comunidades, por ejemplo, al evacuar pueblos que estaban en la línea del frente, en peligro de ataque, o utilizando los hogares particulares para puestos militares temporales; pero el hecho es que en Rojava, las comunidades locales, los barrios y las comunidades étnico-religiosas son responsables de su propia defensa.

Esto no es nuevo. En realidad viene de las revueltas de Qamishlo de 2004 (un levantamiento de los kurdos en el Noreste), que llevó a la creación de una iniciativa de defensa de la comunidad y del precursor YPG. Para protegerse contra la gran estructura defensiva, el YPG ha tenido que imponer su voluntad al estilo del golpe de Estado y tomar el poder de las comunidades, que tienen sus propias fuerzas de defensa, las HPC. Mientras el YPG representa al ejército de la guerrilla popular de Rojava, hay fuerzas más pequeñas, por ejemplo, el Consejo Militar Sirio, que está formado por cristianos sirios y trabaja para proteger a la comunidad. La defensa en sí misma está descentralizada y confederada al tiempo que conserva su capacidad de desplegarse rápidamente, para llamar a las tropas e incluso al reclutamiento, como ocurre en Rojava. Creemos y afirmamos que las comunidades en guerra deben ser responsables de su defensa. Con tantos estatistas, paraestatistas y no estatistas atacando a estas comunidades en un esfuerzo por limpiarlas, se hacen necesarias unas fuerzas militares amplias. Se hace inevitable un proceso que, en tiempos de guerra, limitará la autonomía de la comunidad. Tenemos que vivir con esa realidad. Se da una dicotomía y tensión entre las comunidades en guerra y las fuerzas militares que se enfrentan a menudo a enemigos de su talla. Estamos trabajando en asegurar, en la medida de lo posible, que las comunidades conserven su autonomía y toma de decisiones a la vez que las protegemos y nos aseguramos de su supervivencia. Al final, las comunidades son responsables de su defensa; cuando surge la necesidad, todas las comunidades iguales o diversas se unen para formar una fuerza militar para su protección colectiva. Eso quiere decir que cada comunidad constituye un componente fundamental de una fuerza mucho mayor cuya tarea es la protección de todas las comunidades. Esta tensión entre comunidad y militares es otro aspecto de la tensión filosófica entre lo particular y lo universal. Nuestro cometido es asegurar que ese desequilibrio sea mínimo, de modo que las comunidades puedan seguir siendo autónomas y, en última instancia, tengan la decisión final sobre sus prioridades o defensa.

¿Qué distingue a las formaciones y estrategias de lucha armada anarquista de otros casos de lucha armada? Si opones «ejércitos permanentes a grupos revolucionarios oxidados» pero admites que la lucha armada es necesaria mientras sea imposible conseguir que las instituciones jerárquicas cambien, ¿cuál es la diferencia metodológica que pueden emplear a largo plazo las fuerzas de guerrilla anarquistas para funcionar del mismo modo que un ejército permanente o un grupo revolucionario oxidado, concentrando el poder social?

Una pregunta frecuente es en qué nos diferenciamos de otros grupos armados de izquierda, o cuáles son nuestras características distintivas. Como formación de lucha armada anarquista, junto con otros grupos anarquistas de todo el mundo, nos esforzamos por los individuos y comunidades liberados basándonos en principios fundamentales dentro del anarquismo. No somos dogmáticos ni ortodoxos en nuestra comprensión del anarquismo, sino innovadores e iconoclastas perpetuos. El anarquismo es una ideología siempre en cambio y desarrollo que no puede separarse de la propia vida. Mientras otros grupos no anarquistas de izquierdas quieren una versión de socialismo o de comunismo, nosotros nos diferenciamos de esas formaciones armadas de lucha con nuestro concepto de autoridad, tanto dentro del grupo como más allá de él. No tenemos líder. No hay cultos a la personalidad ni retratos colgados en la pared. Tomamos inspiración de los zapatistas, que cubrían sus rostros y se centraban más en el colectivo que en los individuos, para nosotros como colectivo de individuos, que representan la única identidad y posición social. Tomamos las decisiones por consenso, y cuando estamos en el campo de batalla llegamos a un acuerdo para poner uno o dos compañeros como responsables de la operación. No es una estructura de mando permanente dentro de la IRPGF. Hay cargos rotatorios de responsabilidad; se trata lógicamente de no reproducir los rangos militares o las estructuras de clase tecnócratas.
Las formaciones anarquistas de lucha armada no son nuevas. Por ejemplo, hay grupos anarquistas por todo el mundo (FA Informal, etc.); no estamos necesariamente de acuerdo con las todas las posiciones de estos grupos o de sus miembros. Nosotros no queremos ser elitistas o guerrilleros de montaña que lleven al mundo a centrarse en la guerra popular en el campo, aunque este es un aspecto importante de nuestra lucha. Queremos llevar las montañas a la ciudad, y viceversa. Es importante conectar todas las luchas de todo el mundo, porque ya están interconectadas por su naturaleza debido a los numerosos sistemas de opresión y dominación que existen. Además «desmoralizamos a todas las vanguardias del mundo» como dijo una vez el subcomandante Marcos. No nos vemos como vanguardias anarquistas. Somos todo menos eso.

La IRPGF cree que es necesario estar con el pueblo y entender el carácter social del proceso revolucionario. No hay revolución sin la participación de todas las comunidades, vecinos y pueblos. No pretendemos glorificar las armas que poseemos, aunque las vemos como un vehículo hacia la liberación colectiva. La liberación no es posible si no está presente la revolución social. Por tanto, no somos otro grupo urbano de guerrilla que solo trata de derribar sin construir algo social o comunitario. Por supuesto que tenemos armas y nos comprometemos en la lucha armada con gran responsabilidad y peligro, no solo por nosotros sino por el poder que tenemos. Estamos con las guerrillas que a menudo repiten el principio maoísta de no llevarse ni un alfiler. Somos revolucionarios guiados por principios, no un grupo de mercenarios merodeadores. Esa es la base sobre la que la IRPGF quiere desarrollar una ética colectiva y una comprensión de la lucha armada.

Sabiendo bien que la lucha armada puede ser necesaria durante varios años y décadas, y conscientes de que a medida que pasan los años, las estructuras se vuelven más rígidas, nos preocupa que se puedan producir una serie de dinámicas que den lugar a jerarquías y concentración del poder social como quiera esté basado. Con el fin de minimizar ese riesgo, creemos necesario que seamos no solo revolucionarios profesionales a tiempo completo sino miembros iguales en una comunidad viva. Eso significa que debemos implicarnos en las luchas y proyectos locales de la sociedad civil. Aunque el ejército permanente o el grupo revolucionario oxidado ven su posición como un trabajo profesional o una dedicación de por vida a la lucha, ambos mantienen una distancia grande respecto a las comunidades y a la vida cotidiana.

La guerrilla anarquista debe seguir siendo horizontal y resistir a la tentación o necesidad estructural de centralizar y concentrar el poder social. Si falla en esto, dejará de ser liberadora y anarquista desde nuestro punto de vista. Como la IRPGF, conscientes de este peligro, creemos que desarrollar proyectos y relaciones dentro de la sociedad civil es el mejor camino para evitar el nacimiento de jerarquías sociales. Se trata de un proceso tenso lleno de contradicciones y errores. Pero esas contradicciones y deficiencias van bien con nuestros mecanismos de crítica-autocrítica y con nuestra estructura horizontal autogestionada, que desafía la creación de grupos revolucionarios oxidados que centralicen su autoridad y concentren el poder social.

Como dices, los conflictos en Siria, Ucrania y otras partes, son solo el principio de lo que será un prolongado y desagradable periodo de crisis global. Pero ¿cuáles crees que son las relaciones adecuadas entre lucha armada y revolución? ¿Deben los anarquistas pensar en comenzar la lucha armada lo antes posible en el proceso revolucionario, o aplazarla todo lo que puedan? Y ¿cómo podrán manejarse los anarquistas en la lucha armada, cuando dependen tanto de conseguir armas, lo que generalmente implica hacer tratos con individuos estatistas o paraestatistas?

En primer lugar, no hay una fórmula general sobre cuán necesaria es la lucha armada para iniciar y desarrollar el proceso revolucionario, ni en qué momento deber comenzar. En la IRPGF reconocemos que cada grupo, colectivo, comunidad y barrio debe ser quien decida cuándo iniciar la lucha armada. La lucha armada es contextual con cada localización y situación específica. Por ejemplo, si arrojar un cóctel molotov a la policía está admitido en el barrio Exarjia de Atenas, en Estados Unidos puede acabar muerto a tiros por la policía el que lo arroje. Cada contexto tiene un diferente umbral según lo que permita el Estado en términos de violencia. Sin embargo, eso no es excusa para la inacción. Creemos que la lucha armada es necesaria. En última instancia, la gente deberá estar dispuesta a sacrificar su posición social, sus privilegios y, si fuera necesario, sus vidas. Pero no estamos aquí para llevar a la gente a misiones suicidas o de sacrificio. La lucha no es por el martirio sino por la vida. Si se necesitaran mártires, como en la lucha aquí en Rojava y el Kurdistán, sería como parte de la lucha armada y el proceso revolucionario a que diera lugar.

La lucha armada no crea necesariamente las condiciones para una revolución, y algunas revoluciones se producen sin prácticamente lucha armada. Tanto la lucha armada como las revoluciones pueden ser espontáneas o bien planearse con años de antelación. Pero las revoluciones locales o nacionales que en muchos casos han sido pacíficas no han creado las condiciones para una revolución mundial ni han desafiado la hegemonía del sistema capitalista mundial. Lo que resulta fundamental de esta cuestión es, ¿cuándo hay que iniciar la lucha armada? Para empezar, creemos que hay que analizar la situación y contexto locales. La creación de unas fuerzas defensivas de una comunidad local o un barrio que estén abiertamente armadas es un primer paso crítico para asegurar la autonomía y la autoprotección. Es un acto poderosamente simbólico y con seguridad atraerá la atención del Estado y sus fuerzas represivas. Puede aparecer la insurrección en muchas ocasiones y lugares, pero no es necesario que se produzca con armas. La lucha armada solo deberá en última instancia estar en relación con las comunidades y vecindarios. Eso evitará el desarrollo de mentalidades vanguardistas y posiciones sociales jerárquicas.

Las revoluciones no son cenas de gala y, lo que es peor, no eligen a los invitados. ¿Cómo podemos los anarquistas permanecer fieles a nuestros principios políticos si tenemos que confiar en individuos estatistas, paraestatistas o no estatistas para conseguir armas y otros recursos? En primer lugar, no hay una revolución o lucha armada ideológicamente pura. Nuestras armas se fabricaron en antiguos países comunistas y nos llegan a través de partidos políticos revolucionarios. La base sobre la que actuamos y los recursos y suministros que recibimos proceden de varios partidos activos en la zona y directamente de la gente. Sin duda, como anarquistas no hemos liberado el tipo de territorio que necesitamos para actuar por nuestra cuenta. Tenemos que hacer pactos. Entonces se plantea la cuestión: ¿qué principios podemos negociar?
Tenemos relación con partidos políticos revolucionarios comunistas, socialistas y apoístas. Luchamos contra el mismo enemigo y nuestros combatientes y recursos compartidos solo podrán avanzar en la lucha. Pero seguimos en alianza y solidaridad críticas con ellos. No estamos de acuerdo con las mentalidades feudales, con sus posiciones ideológicas dogmáticas ni con su visión de la toma del poder. Ambos sabemos que cuando algún día tomen el poder, seremos enemigos. Eso no significa que hayamos sacrificado nuestros principios. Al contrario, hemos abierto un diálogo sobre anarquismo y criticado sus posiciones ideológicas al afirmar los principios y posiciones teóricas que compartimos con ellos. Este intercambio nos ha transformado a ambos y es parte de lo que algunos de ellos llaman proceso dialéctico: la necesidad de teoría y de práctica para avanzar tanto en la lucha armada como en la revolución social.

Para la IRPGF, hacer tratos con otros grupos de izquierdas con los que podamos tener una base común es una realidad con la que vivimos. Debemos también reconocer que la gran estructura de guerrilla de la que formamos parte pacta con sectores estatales. Cuando volvemos a reafirmar nuestra posición contra todos los Estados, lo que no es negociable, nuestra estructura hace tratos pragmáticos con miembros del Estado para sobrevivir un día más a la lucha. En estos momentos, todos nuestros recursos y suministros proceden de partidos revolucionarios con los que estamos aliados, que incluso hacen concesiones y pactos con miembros del Estado y del no Estado. Reconocemos que esto es una contradicción, pero es la dura realidad de nuestras condiciones diarias. Los anarquistas tenemos que elegir, dependiendo del contexto y la situación del momento, qué clase de tratos podemos hacer y con quien. Es posible que se necesite ser pragmáticos y pactar con miembros del Estado, asociaciones paraestatales o no estatales para adquirir armas, para conseguir un terreno en el que operar o, en última instancia, para sobrevivir, y eso será criticado cuando llegue el momento. Los colectivos y comunidades tomarán sus decisiones sobre cómo avanzar en el proceso revolucionario y cómo servirse en su beneficio de los diversos componentes del Estado y del no Estado, con el objetivo de una vez sean innecesarios, destruirlos por completo. En definitiva, la lucha armada es necesaria para el proceso revolucionario y las alianzas llevadas a cabo las consideramos necesarias para lograr un mundo liberado. Nosotros, al igual que la IRPGF, creemos y afirmamos la a menudo repetida frase de Grecia sobre que las únicas luchas perdidas son las que no se han entablado.

Tarde o temprano, toda revolución se divide en sus partes constitutivas y surgen necesariamente los conflictos. Esos conflictos determinan el resultado final de la revolución. ¿Ha empezado ya en Rojava? Si es así, ¿cómo lo han manejado los anarquistas? Si no, ¿cómo prepararéis a los compañeros de todo el mundo para la situación en que estaremos cuando los conflictos internos de la revolución salgan a la superficie, y sea necesario descifrar las diferentes posiciones? Algunos compañeros fuera de Rojava no están seguros de comprender bien algunos de los informes de Rojava, porque en nuestra experiencia hay siempre conflictos internos, incluso en los periodos más intensos de revolución social, y la gente que informa sobre la experiencia de Rojava lo hace de modo inseguro en cuanto a quiénes son. Podemos entender por qué es necesario no hablar abiertamente sobre estos conflictos, pero cualquier perspectiva que se pueda ofrecer, aunque sea abstracta, puede resultarnos útil para comprender la situación.

La respuesta sencilla es sí, ya han empezado estos conflictos en Rojava. En el interior una estructura confederal tan grande, han surgido las contradicciones entre las diferentes facciones. Están lo que quieren llevar la revolución a su fin, y los que están dispuestos a asumir compromisos sobre ciertos aspectos de la revolución con el fin de asegurar lo que se ha conseguido hasta ahora; son los que sueñan todavía con un Kurdistán marxista-leninista. Otros están dispuestos a abrirse a Occidente y aliarse con las «fuerzas de la democracia». En el seno de la lucha armada, están los que quieren librar una guerra total, mientras otros claman que el tiempo de lucha armada está llegando a su fin y deberíamos cesar poco a poco las hostilidades. Dentro de este caótico escenario político, con esa interminable ristra de siglas, ¿cómo navegaremos los miembros de la IRPGF por esas aguas turbulentas y a veces peligrosas?

Como anarquistas, navegamos entre esas complejidades y contradicciones con el objetivo de reclamar el máximo terreno posible para el anarquismo. Nos alineamos con las secciones de la revolución que están más cerca de nosotros. Las alianzas que forjamos son las que dan facilidades y resultan menos susceptibles de asimilar. Tratamos de mantenernos al margen de la asimilación tanto ideológicamente como en calidad de grupo. Estar en un espacio autónomo que apoya nuestros objetivos nos proporciona enormes oportunidades. Hay un espacio libre que el partido deja a grupos como el nuestro para formarnos, para desarrollar proyectos y para la experimentación revolucionaria. Cuantos más anarquistas acudan a Rojava para ayudarnos a construir estructuras anarquistas, mayor será nuestra influencia y la realización de nuestros objetivos en la sociedad. Por ejemplo, los jóvenes, que son más críticos ante el pasado feudal y tradicional, están en primer plano de los importantes cambios y avances sociales. Queremos trabajar con los jóvenes para establecer una cooperación educativa y, como anarquistas, para centrarnos en una teoría anarquista incluso en temas de género y sexualidad (LGBTQ+) que siguen siendo tabú en la mayor parte de la sociedad.

Hay un vasto espacio para experimentar y construir estructuras anarquistas que continuará revolucionando la sociedad y liberará a los individuos y comunidades. Creemos que nuestro trabajo como anarquistas, tanto en la lucha armada como en la sociedad civil aquí en Rojava, será valioso para toda la comunidad anarquista mundial. Esperamos compartir nuestros resultados, en continua solidaridad entre nosotros, y con los anarquistas que se nos unan.

CrimethInc.

Publicado en Tierra y libertad núm.349 (agosto de 2017)

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