Hace unos meses se ha publicado un trabajo de Antonio González, miembro de Economistas Frente a la Crisis, titulado Mitos del mercado de trabajo español, en el que se afirma:
1.- Ni la legislación (incluidas las indemnizaciones) del despido individual, ni tampoco la del despido colectivo se encuentran entre las más rígidas de Europa, sino todo lo contrario, entre las más laxas y permisivas.
2.- A su vez, la protección frente al despido individual en España es una de las más bajas de toda la UE.
3.- Ni siquiera las indemnizaciones por despido son de las más altas.
4.- Finalmente, es falso que los trabajadores temporales tengan menos protección frente al despido que los indefinidos.
Además, afirma que esto es así porque es de conocimiento común que en España se puede hacer de hecho un contrato temporal para cualquier cosa, para cualquier actividad laboral, sea esta o no temporal. Y que ello es así por la suma de una serie de factores:
1.- Las consecuencias materiales (esencialmente económicas) para cualquier empresa en la que se demuestre judicial o administrativamente este uso fraudulento y abusivo de los contratos temporales son poco menos que despreciables. Ni siquiera la recurrencia en la declaración judicial o administrativa de fraude tiene unas consecuencias que desestimulen el mismo.
2.- Las posibilidades prácticas de que el trabajador afectado por el fraude en la contratación temporal presente una reclamación judicial son ínfimas, dado que las indemnizaciones esperables en caso de reconocimiento judicial del fraude –salvo en los supuestos muy minoritarios de relaciones temporales o sucesión de estos contratos con una duración total extraordinariamente larga– son tan pequeñas que ni siquiera compensan al trabajador de los costes del procedimiento judicial y la defensa jurídica. Luego, apenas hay reclamaciones judiciales en este sentido, a pesar –como decimos– del fraude generalizado que se realiza en la contratación temporal y que afecta a varios millones de trabajadores.
3.- La probabilidad de que la ITSS alcance a inspeccionar a un número suficiente de empresas (y consiga demostrar la falta de causa de los contratos temporales y el fraude en la contratación) es muy, muy baja.
4.- El uso ilegal de la contratación temporal está, por lo tanto, completamente generalizado. En cambio los casos de sanción por fraude son muy minoritarios, tanto administrativamente como, en especial, judicialmente.
Toda esta manipulación va dirigida a poder acabar con el sistema de contratación y producción que hemos conocido hasta la fecha; se trata de ir acabando con los puestos de trabajo fijos y con cualquier legislación que los pueda proteger.
En España los periódicos de la derecha ABC, La Razón, El Mundo, etc. han hecho campañas criminales contra el trabajo fijo, contra los trabajadores y sus derechos, mintiendo constantemente para conseguir que se imponga la legislación, mejor dicho la antilegislación, promovida por las teorías de neoliberalismo capitalista que se han puesto de moda con la globalización económica aceptada por los gobiernos europeos, entre otros, siguiendo órdenes y recomendaciones del FMI, que ejerce como portavoz de las grandes corporaciones mundiales, tanto financieras, industriales, comerciales o de servicios.
Si bien es verdad que los gobiernos cada vez tienen menos capacidad de maniobra frente a la economía mundial, no menos verdad es que son ellos los que han permitido que esto ocurriese al plegarse y aceptar la globalización económica, y la libertad absoluta de mercado. Es imposible controlar la economía mundial si no hay una regulación mundial unificada, si se ha permitido que las grandes corporaciones mundiales puedan comerciar en todo el mundo, sin limitaciones, y fijar sus sedes en los países que más rentable les sea, es imposible que se pueda impedir que manipulen a los países a su antojo y con ello a la población mundial.
Por todo esto la idea anarquista de que el poder y el gobierno no nos pueden sacar de esta situación, sino todo lo contrario, se hace cada vez más evidente.
Cualquier partido, cualquier organización, cualquier sindicato, cualquier ideología, cualquier grupo que nos plantee la toma del poder, a través del sistema electoral que nos permite el capitalismo, nos está engañando. Nos está engañando porque aceptando las reglas del juego del capitalismo nunca podremos salir del juego capitalista.
¿Qué pretende el capitalismo mundial?
Desde hace años se está perfilando el fin del trabajo tal y como lo hemos conocido hasta la nuestros días.
Hace unos años, en 1995, el economista Jeremy Rifkin en su libro El fin del trabajo ya planteaba que el fin del trabajo era algo inevitable por la globalización económica y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, porque aumentarían la productividad de forma rápida e inexorable. A consecuencia de todo ello habría un alto grado de desempleo que se convertiría en un desempleo de carácter estructural, nunca coyuntural, y que la solución no podía ser la tradicional flexibilidad laboral, tan cacareada en los últimos años por los dirigentes políticos y económicos europeos. Las soluciones que apuntaba Rifkin hablaban de una reducción de la jornada laboral consecuente con las necesidades impuestas por la robotización y las TIC, además de una potenciación de una economía social o tercer sector (diferente al Estado y al mercado) que genere nuevos empleos y una nueva economía; todo ello debería estar acompañado de la puesta en marcha de una Renta Básica que garantizase la vida digna de las personas que se iban a quedar sin trabajo de forma irremediable.
Tengamos claro que Rifkin no es ningún rojo anticapitalista, que ha asesorado a casi todos los presidentes de la turno de la Unión Europea, pero lo que es indudable es que en este trabajo pone en evidencia todo lo que nos hemos encontrado desde que estalló la crisis actual.
Lo que sí está claro del trabajo de Rifkin es que pone sobre la mesa algo importantísimo para entender lo que nos está pasando. El autor nos va desgranando lo que la globalización mundial de la economía supone para el trabajo tal como lo hemos conocido y percibido durante toda nuestra existencia.
Hemos llegado a un punto donde la robótica se ha desarrollado hasta el extremo que puede sustituir puestos de trabajo de forma masiva, si todos somos conscientes de ello cabe preguntarse, ¿por qué los gobernantes a los que ha asesorado Rifkin, están aplicando políticas económicas que van, totalmente, contra el bienestar de la población, en vez de regular las condiciones de trabajo para una transición humana a la robotización?
La respuesta sólo puede ser una, que los políticos mundiales están bajo la dirección de las grandes corporaciones industriales, económicas y comerciales del mundo.
Alguien puede pensar que es una respuesta simplista, pero lo lógico y lo simple muchas veces nos hace entender la realidad de forma más directa que cualquier otra respuesta. Lo argumentaré de la siguiente manera:
1.- El primer interés de las empresas, de los especuladores de las grandes corporaciones es conseguir productos que les hagan ganar dinero, sin mirar el interés real del conjunto de las personas. Se trata de invertir en algo para conseguir el máximo beneficio posible antes de que el invento quede obsoleto.
2.- Las personas son vistas como consumidores de sus productos y como potenciales competidores. Su mundo es el negocio y la competencia.
3.- Los trabajadores son necesarios mientras les sean rentables, cuando para poder competir los trabajadores les resultan poco beneficiosos se deshacen de ellos. El trabajador, para ellos, es un parásito que utiliza el dinero del empresario para poder sobrevivir y lo único que hacen es darle una remuneración para que sean consumidores. Se trata de que los trabajadores vivan con lo estrictamente necesario para que consuman, pero con lo insuficiente para que les puedan hacer la competencia.
4.- Entienden que las materias primas que hay en el planeta son propiedad del que tiene dinero y no del conjunto de la humanidad que vivimos en él. De ahí que no paren de destruir sin mirar el daño que puedan hacer a las personas.
Si tenemos en cuenta todo esto seremos más capaces de entender lo que está pasando con gobiernos y partidos políticos que se pliegan a los intereses de la globalización económica.
Estos políticos que defienden las actuales políticas de contención del gastos en asuntos beneficiosos para la población, mientras no tienen ninguna contención a la hora de favorecer la libertad de mercado para las grandes corporaciones multinacionales, con tratados comerciales llevados en secreto como el TTIP (Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión) que permitirá a esas corporaciones controlar y dirigir los asuntos económicos y políticos de los países afectados por el tratado, cuando haya alguna ley que les pueda suponer algún tipo de restricción en sus objetivos de beneficio. Será así como harán que cualquier tipo de beneficio que los ciudadanos puedan obtener por sus luchas y conquistas, quede reducido a la nada por el simple hecho de causar un posible daño a los beneficios de estas empresas.
La respuesta es la sumisión
Las grandes empresas, tal como ya anunciaba Rifkin en su trabajo, están sustituyendo grandes masas de trabajadores por robots que hacen el trabajo de estos en sus empresas.
Los trabajadores quedan en paro y, al estar parados, dejan de ser contribuyentes a las arcas de la Seguridad Social y de las futuras pensiones. Los gobiernos dejan de recaudar para poder mantener los servicios de sanidad que hasta esa fecha estaban asegurados por las contribuciones que todos realizábamos. Los portavoces de la globalización económica y el neoliberalismo, Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial, empiezan a imponer a los países que restrinjan sus gastos o, si los quieren seguir teniendo, aumenten los impuestos indirectos (IVA) y bajen los directos para que estos sean pagados por toda la población sin mirar el nivel de ingresos que puedan tener. Es de esta manera como un trabajador en paro empieza a pagar lo mismo que el mayor accionista de cualquiera de las corporaciones multinacionales que están destruyendo puestos de trabajo por la sustitución de las personas por robots en sus proceso productivo.
Los gobiernos de todos los países aceptan estas condiciones por estar endeudados y ser víctimas de la especulación de los mercados financieros que hacen caer la confianza de los mercados en la solvencia de sus recursos. Al aceptar estas condiciones están llevando a la población de sus países a la esclavitud impuesta por los mercados financieros que consta de tener unas poblaciones con bajos salarios y gran cantidad de parados que les permitan hacer la transición de las viejas formas de trabajo, con personas, a las nuevas con robots, sin que para ellos tenga gastos adicionales por la inversión que hacen en las máquinas que sustituyan a las personas.
Los gobiernos bajan las cotizaciones sociales de las empresas por contratar trabajadores con lo que están llevando a la quiebra total al sistema, ya que si los trabajadores no cotizan al no trabajar y a los empresarios se les bajan las cotizaciones que tienen que aportar, la entrada de dinero es cada vez menor y no se puede garantizar su supervivencia. La excusa es que así favorecen el empleo, pero con las nuevas políticas salariales y de contratación no aseguran empleos de calidad, están infrapagados y lo que se consigue recaudar con las aportaciones de estos nuevos contratos es infinitamente menor, por lo que el sistema no queda garantizado en absoluto.
Es así como los Bancos Centrales, nacionales o supranacionales, empiezan a recomendar a los trabajadores que inviertan su dinero en planes de pensiones que les garanticen un dinero en la fecha de su jubilación que les está siendo retrasada por ley.
La pretensión final de todo esto no es garantizar las pensiones, es engrosar los fondos bancarios para así garantizar una solvencia que los bancos han perdido por su afán especulativo y su reparto de beneficios entre sus accionistas mayoritarios. En definitiva se trata de que los trabajadores, con y sin trabajo, financien las necesidades monetarias de los especuladores.
Al mismo tiempo, con la situación de paro estructural que ha sido provocado por la globalización que permite a las empresas trasladarse de un país a otro cuando le es más rentable enclavarse en otros lugares, se consigue tener un ejército de necesitados que serán capaces de trabajar en sus empresas por salarios irrisorios que no garantizan sus necesidades de supervivencia. Al tiempo aceptan contratos por horas, por minutos y por días que no les garantizan, en absoluto, poder tener un salario que cubra sus necesidades más perentorias.
Si conocemos todo esto ¿cómo se puede permitir que el gobernador del Banco de España se atreva a aconsejar a la población que inviertan sus ahorros en fondos de pensiones? Esto solo nos demuestra que este plan está orquestado por todos los dirigentes mundiales para favorecer la transición del actual sistema productivo, con trabajadores en activo al nuevo sistema con robots que nos sustituyan sin que eso signifique una inversión, por parte de los accionistas, del dinero que anualmente ganan de estas empresas. En definitiva, que los grandes capitalistas que defienden la no intervención del Estado en sus acciones y actuaciones, se están aprovechando de los Estados para cambiar el sistema productivo actual sin que les cueste dinero y sin que signifique un quebranto en sus beneficios, en lo que ellos llaman su productividad.
En definitiva, que están siendo subvencionados por todos para que nos tengan en la más absoluta esclavitud que no nos garantiza ni la supervivencia, cosa que no se ha visto en la historia de la humanidad ya que cuando existía la esclavitud, los amos de los esclavos tenían que asegurar su manutención porque de lo contrario se quedaban sin la mano de obra que necesitaban en sus explotaciones. Ahora como ya no somos necesarios como mano de obra les importa un carajo que muramos por inanición o por falta de asistencia sanitaria que nos permita curar nuestras enfermedades.
Es aquí donde estamos y donde los gobiernos ya no nos sirven porque están vendidos, son asalariados de las grandes corporaciones multinacionales que aseguran la supervivencia de los sistemas democráticos mientras estos no ataquen o pongan en jaque los beneficios de los accionistas de estas macroempresas.
Las soluciones que tenemos
Hay una solución que no sería traumática para la población y sí para las empresas multinacionales y que sería:
1.- Hacer pagar a las empresas por la Seguridad Social y las pensiones de los trabajadores que son sustituidos en las fábricas, comercios, agencias financieras, etc. El planteamiento sería que por cada robot paguen, por la Seguridad Social y las pensiones, la cantidad de dinero que estarían aportando todos los trabajadores que son sustituidos por las máquinas inteligentes. Esto sería asegurar lo que ahora nos dicen que no es seguro que podamos seguir teniendo por el descenso de trabajadores en las empresas.
2.- Que el dinero que tenía que ser pagado a los trabajadores y estos tienen que pagar como impuesto de la renta de las personas físicas pasase a ser un impuesto que pagasen, tanto las personas físicas como las máquinas que sustituyen a las personas físicas, y esto se debería hacer en base al dinero que han dejado de percibir las personas físicas que trabajaban en las empresas y ser computado a las aparatos con inteligencia artificial que les han sustituido.
3.- Por supuesto, al tiempo que se hace esto, hay que bajar, inmediatamente, las horas de trabajo diarias y hay que rebajar la edad de jubilación hasta los 55 años para que la gente joven tenga acceso al trabajo y que los mayores que han sido desechados, por el sistema por ser viejos, puedan acceder a una jubilación digna que les permita vivir sin problemas. Ni más ni menos lo mismo que se hizo cuando la reconversión industrial, a aquello lo llamaron prejubilaciones, a esto hay que llamarle jubilación por cambio de personas por robots en los puestos de trabajo.
Con todo esto se aseguraría el mantenimiento de todo lo que está en cuestión en este momento.
Hay otras soluciones que serían más traumáticas para todos y que posiblemente sean las únicas que nos dejen porque los grandes accionistas y las grandes corporaciones mundiales no están dispuestas a reducir unos beneficios que cada vez crecen más y más. Una de ellas es la revolución mundial que acabe con el sistema económico vigente y haga desaparecer los privilegios monetarios, equiparando a todas las personas a una situación de igualdad en donde no haya nadie que se beneficie de el esfuerzo y el sacrificio de otros, en su único interés e importándole muy poco lo que pase con el 99 por 100 de la población mundial que no esta en su situación de privilegio.
Está será la única vía que nos van a dejar, como siempre ha sido en la historia de la humanidad, la única forma de hacer cambiar las estructuras de poder y de privilegios ha sido destruir el sistema imperante y creando otro que pueda ser mejor para el conjunto de la población; en esto estamos implicados todos los que no formamos parte de esa élite de privilegiados que son el 1 por 100 de la población mundial y que se mantienen gracias al conformismo y la inoperancia del otro 99 por 100 de la población mundial.
Tenemos que ser capaces de unirnos internacionalmente para acabar con la globalización económica que nos está llevando a la destrucción de la especie y del planeta. Por la libertad integral, por la emancipación, por la construcción de un mundo nuevo donde las personas no seamos depredadores para las personas ni para el planeta, donde todos podamos vivir en comunión con la naturaleza, con nuestros iguales como especie y como iguales con las otras especies que habitamos la tierra.
Por la anarquía.
Manuel Vicent
Publicado en el periódico Tierra y libertad núm.324 (julio 2015).
EXCELENTE ARTICULO SOBRE LA SITUACIÓN ACTUAL DEL MUNDO DEL TRABAJO..EXPLOTADOS DE TODOS LOS PAÍSES UNIROS.CONTRA EL ESTADO Y EL CAPITAL EXPLOTADOR Y ESCLAVISTA