Perspectivas sobre los anarquismos (I)

Tomando como pretexto el libro de Tomás Ibáñez: Anarquismos en perspectiva. Conjugando el pensamiento libertario para disputar el presente, el autor nos convocó para establecer un diálogo en torno a tres cuestiones de carácter bastante general sobre las cuales intervendríamos unos cinco minutos.

Voy a recoger mi participación en el acto empezando por la primera pregunta: 

1ª Nuestra valoración de los problemas, desajustes o insuficiencias de los anarquismos en el momento actual.

DOS PROBLEMAS:

–Los enfrentamientos dentro del ámbito libertario, de por sí de reducidas dimensiones, que limitan su capacidad de agencia. Es cierto que, a veces, los grupos pequeños, sin afán de poder institucional, pueden convertirse en semilleros de ideas nuevas que se gestan en los márgenes políticos. No percibo ese pensamiento nuevo.

–Seguimos entendiendo (o teniendo en el imaginario) la revolución como revolución modelizada, es decir, como movimiento histórico conducido hacia un objetivo final previamente diseñado. Esta concepción implica pensar la revolución como un desplomamiento de la realidad, que interesa a casi toda la humanidad y que se inicia con lo que llamamos «la gran noche». La revolución debería salir de ese modelo clásico.

DOS DESAJUSTES:

–El pasado «glorioso» (especialmente 1936-1938) se ha convertido en una pesada losa que ha construido un corpus de pensamiento y acción que se fundamenta en una transmisión intencional de una generación a otra siguiendo la línea de progreso que marca la Modernidad. Esta concepción obliga a una relación constante de los anarquismos actuales con los del pasado (convertido en dogma, en doctrina inamovible). La historia no es una línea de causalidad, sino una acumulación de acontecimientos y factores dispersos, con errores, desviaciones, fracasos y múltiples contradicciones que van acumulando experiencias y saberes cuyo desarrollo es imprevisible.

–El hecho de que el modelo organizativo que se impone dentro del movimiento libertario actual sea el sindicalismo, eterniza la idea de que el sujeto de las transformaciones sociales es la clase obrera. El resto de sujetos encajan mal en el sindicalismo.

UNA INSUFICIENCIA

La escasa base teórica actualizada y adaptada al s. XXI. Comparto con Tomás Ibáñez o con David Graeber, que los anarquismos son más una actitud que un cuerpo teórico. Pero considero necesario también esa base teórica que hoy es insuficiente.

Laura Vicente

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