«Me pregunto si podemos relacionarnos de otra manera con ese pasado, no como la “infancia” de la que hay que desprenderse si queremos crecer, sino como una potencia siempre actualizable. Hay algo de la experiencia de lo minoritario que puede tener siempre un valor: la creatividad, el desafío, la acción sin cálculo ni espera. Para que así, al “madurar”, no nos volvamos fríos y secos, en la mera aceptación del principio de realidad» – Amador Fernández-Savater (a propósito de las memorias de Íñigo Errejón, Con todo: de los años veloces y el futuro).
Desde que leí estas líneas he estado pensando en las velocidades de mi propio pasado político, su carácter minoritario y su no siempre reconocida potencia. La primera de esas reflexiones es tan subjetiva que carece de cualquier tipo de trascendencia, la segunda no consigue ir mucho más allá de la constatación de un mero hecho objetivo (ser pocos y pocas), pero la tercera creo que sí se merece desgranar unos pocos párrafos y expresar un afecto necesario.
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