Afrin pertenece a quien vive en Afrin. Los pueblos que viven en Afrin nacen en esta tierra y mueren en esta tierra. Vivir allí no tiene nada que ver con planes o programas. No están en Afrin por motivos estratégicos. Afrin para ellos es el agua, el pan, la comida, el juego, la historia, los amigos, los compañeros, los amantes, la calla, la casa, el barrio. Pero para el Estado es solo una estrategia. Una estrategia que no tiene ninguna preocupación por Afrin ni por los pueblos que viven en Afrin.

El ataque a Afrin es una estrategia de la Guerra de la Energía que ha llevado al colapso a Siria y que destruirá muchos Estados de la zona. Los Estados crean la ilusión de llevar adelante estas guerras «por los propios ciudadanos». Hacen una propaganda nacionalista conservadora para convencer a sus propios ciudadanos de este concepto equivocado. Esta es una ineludible necesidad tanto interior como exteriormente. Mientras se solicita para las elecciones a nivel interno, es válida para las mesas de negociación a nivel externo. Los gobernantes, que se mueven en un proceso totalmente comercial como la extracción, el transporte y la venta de recursos energéticos, utilizan todos los materiales que tienen para aumentar sus propios beneficios. En estas discusiones en que son importantes el número de fusiles, el de vehículos blindados y el de aviones de combate de que se dispone, el número más importante es el número de soldados. Un soldado no es diferente de cualquier otro material bélico. Este es el motivo por el que se crea la falsa propaganda nacionalista conservadora.

¿Quién tomaría parte en una guerra para hacer ganar a otro? ¿Quién combatiría por la gasolina que por todas partes es vendida por los Estados o las multinacionales, y una gota cuesta más que el pan? Nosotros, que vivimos el hecho de que aumentan todos los precios cuando aumenta el precio de la gasolina, nosotros que perdemos siempre, ¿por qué debemos combatir siempre por los que vencen siempre? En realidad nadie combatiría por ellos. Lo saben y por este motivo tienen necesidad del nacionalismo y del conservadurismo.

Ahora ellos están gritando en los periódicos y la televisión lemas de falsedad: «¡Nacional, nacional, nacional!», «¡Voluntad de la nación, unidad nacional!» No pueden decir claramente: «Robamos hasta los céntimos», «combate o combate, nosotros te venderemos la gasolina y todo lo demás; nosotros te la haremos producir, te la haremos consumir y te explotaremos». Este es el plan, el programa, la estrategia, la guerra de los Estados. Nosotros, los pueblos -que somos obligados a ser ciudadanos de los Estados- podemos cambiarlo todo. Hoy los pueblos de Afrin viven libres porque lo han cambiado todo. Como en Kobane, en Cizre, en Chipas, Y esta es la diferencia crítica entre la guerra del pueblo y la guerra de los Estados. En esta guerra, el Estado ataca y ataca sin reglas para que su sistema venza completamente. Bombardea desde los blindados y con aviones. Hiere, asesina, destroza y quiere hacer prisionera a toda la vida. Mientras en la guerra de los pueblos hay libertad.

En los últimos días, toda bomba lanzada sobre Afrin, todo proyectil, es un proyectil disparado contra la libertad. El Estado turco quiere aumentar su cuota sobre la mesa de negociación, por eso ha iniciado el ataque contra Afrin. Es una estrategia creada por el nacionalismo y el conservadurismo, que se basan en la falsedad. Es una estrategia totalmente electoral. Es una estrategia plenamente comercial. La guerra del Estado es estrategia. Pero la guerra de los pueblos es libertad. Y ningún Estado puede derrotar a los pueblos que luchan por la libertad.

DAF (Acción Anarquista
Revolucionaria)

Publicado en Tierra y libertad núm.355 (febrero de 2018)

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