STEIN CÓMIC ANARQUISMO

Agustín Comotto: Stein

El título de la historia que se narra en Stein (Piedra) tiene un sentido poliédrico porque es el nombre de alguien que pudo existir, o no, pero que tiene un gran protagonismo en este libro ilustrado (o cómic) y, a la vez, significa piedra que es algo perdurable, mucho más que la propia memoria, protagonista también de este libro.

Es posible que Agustín Comotto quisiera olvidar de dónde viene y porqué, como dice él mismo, «para ser normal». Sin embargo, este libro es una especie de catarsis inducida por su hija que un día le dijo que escribiera sobre su infancia. La propuesta era justamente que indagara en una memoria dolorosa que había descartado y que, por fin, retomó porque su memoria daba sustancia a la de su hija también. Este libro es una inmersión en la memoria familiar para liberar su dolor, para comprender a su padre y para entregar claridad a su hija. Una empresa ambiciosa mucho tiempo pospuesta y que le facilitó una compañera de militancia de su padre: «La Turca», Andrea Benites Dumont, la gran protagonista de la historia que cuenta Stein.

En el libro hay un continuo movimiento entre el presente y el pasado, algo propio de la memoria que siempre subjetiviza lo vivido como no puede ser de otra manera. Así, se produce un enlace entre la Revolución Rusa, la II Guerra Mundial, la Argentina de los años sesenta y setenta, el exilio madrileño y el hoy desde el que escribe Comotto.

¿Cómo se enlazan épocas tan distantes entre sí, en continentes diferentes? El vínculo que subyace en Stein es el de la militancia, casi suicida, de hombres y mujeres dispuestas a dar y vivir «el todo» (uno de los capítulos intrigantes del libro) por la utopía, por los sueños de transformación, de justicia social, de libertad y de igualitarismo entre las personas. Ese sueño utópico que construyó el socialismo (en sus diferentes corrientes y variantes) en el siglo XIX, hoy ha quedado desbaratado y nos cuesta imaginar el sacrificio al que estuvieron dispuestas millones de personas. Una revolución tan ideologizada que se desprendió del cuerpo y de la vida en aras de un modelo que había que seguir aun a costa de desarrollar una militancia contraria a lo que se soñaba (ya se sabe: el fin justifica los medios). Una militancia estricta, militarizada (de ahí viene «militancia»), patriarcal y autoritaria que deviene no solo en sacrificio, solidaridad y renuncia, sino también en miserias, traiciones, enfrentamientos internos y escisiones continuas.

Respecto a ese modelo de militancia Agustín Comotto se pregunta: «cómo se puede optar por un ideal y arrastrar al abismo a tu familia completa en ello». Y ahí está el dolor profundo que el autor intenta comprender: esas decisiones marcaron su vida por completo cuando siendo un niño salió toda la familia al exilio madrileño.

El exilio en sus diversas vertientes: el de Stein, el de «La Turca», el de la familia Comotto, el propio de Agustín… La dureza del exilio, adaptarse a otro país, empezar de cero, compartir la comunidad de origen que sigue recordando y recreando los motivos del exilio, la pérdida de identidad, vivir la derrota desde la infancia sin saber el porqué.

Agustín Comotto traza una historia muy compleja, con muchos ángulos, con muchas facetas, con una aparente facilidad que te desarma mientras avanzas en la lectura. El dibujo potencia la fuerza de la historia con su expresividad, con sus detalles cuidados, con su delicadeza al recrear a esos personajes que le facilitan el entendimiento de lo sucedido y que son un bálsamo a su propio sufrimiento. Sus dibujos, y no entiendo nada desde el punto de vista técnico, emocionan, conmueve el uso diferenciado del color cuando hace un salto al pasado más lejano, afecta ese camino de la memoria nada fácil que emprende y que lleva a buen término.

Me parece que en Stein el autor tiene un último propósito: conservar el recuerdo veraz de lo ocurrido, que no se olvide, que la experiencia vivida nos llegue al presente y nos sirva de puente para el futuro. Este empeño me recuerda lo que decía Joseph Roth[1] a finales de los años treinta del siglo XX:
«La adulteración de la verdad se consigue en el periodo más corto de tiempo recurriendo a la exageración o a la simple negación de la realidad. (…) La verdad requiere propagación, pero no “propaganda”.
 Sé que mientras nosotros nos esforzamos por decir la verdad, en un simple papel, el altavoz ya está allí preparado para el transmisor de mentiras (…). Aun así, nosotros hablamos. Aun así, escribimos. Porque sabemos que las palabras veraces no mueren. Nuestra fe es sólida, porque no teme la duda. Al contrario, ésta la refuerza». 

Roth se devanaba los sesos sobre cómo expresar lo inexpresable: «El círculo de fascinación de la mentira, que los criminales levantan en torno a sus fechorías, paraliza la palabra y a los escritores, que están a su servicio». 

Stein es un libro que rompe con el círculo de fascinación de la mentira que los criminales levantan para borrar el pasado, no es algo menor en estos tiempos que corren.

Laura Vicente
https://redeslibertarias.com/2024/04/12/agustin-comotto-stein/

[1] Joseph Roth (2012): La filial del infierno en la tierra. Barcelona, Acantilado.

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