Anarquía viva

LaMalatesta Editorial nos presenta la edición en castellano de la obra de Uri Gordon, Anarchy Alive! Políticas antiautoritarias de la práctica a la teoría, donde se demuestra que el anarquismo está vivo y coleando repasando lo ocurrido en los últimos años. Efectivamente, el movimiento anarquista ha tenido un auge desde finales de los años 90 como no se producía desde la década de los 30 del siglo XX. La anarquía se muestra en diversas experiencias a nivel global, bajo el lema «otro mundo es posible», aunque no siempre adquiera ese nombre; son prácticas que no llevan necesariamente la etiqueta de «anarquistas», pero que demuestran su coherencia libertaria al tener en sus seno rasgos autónomos, antiautoritarios y horizontales.

Uri Gordon llegó a Europa en octubre del año 2000, con intención de escribir su tesis doctoral sobre ética medioambiental, pero en ese momento las protestas anticapitalistas del movimiento global se estaban produciendo, algo que le invitó a la acción. Lo que Gordon hizo es no oponer su activismo a su línea de investigación y considerar sus experiencias prácticas como trabajo de campo. Aunque Anarchy Alive! analiza el desarrollo de los grupos, ideas y actividades anarquistas de los últimos años, basándose en que la práctica puede aportar mucho al debate teórico, los dos primeros capítulos repasan explícitamente la cultura y la ideología anarquistas en la actualidad. En cualquier caso, y en palabras del propio autor, las intenciones de este libro son las de hacer una aportación teórica al anarquismo actual sin caer en la apología.

El anarquismo, para Gordon, puede entenderse de tres maneras:

-En primer lugar, como un movimiento social en la actualidad compuesto de densas redes de individuos, grupos y colectivos de afinidad bien comunicados y coordinados entre sí, incluso a nivel global, que llevan a la práctica determinadas acciones y proyectos; por supuesto, hablamos de un movimiento ferozmente descentralizado, que a menudo funciona a través de redes, por lo que los límites militantes y organizativos son difusos.

-En segundo lugar, el anarquismo puede entenderse como un nombre para una cultura política que adoptan las redes anteriormente mencionadas, la cual les otorga un contenido y las orienta en la teoría y acción políticas; entre los rasgos de esta cultura política, podemos encontrar: acción directa, iniciativas de base, autonomía, descentralización, búsqueda del consenso, expresiones culturales muy amplias, antiautoritarismo general (no solo contra el Estado y el capitalismo)…

-En tercer lugar, y tomando como punto de partida el lenguaje anarquista, llegamos a entender el anarquismo como una colección de ideas; Gordon considera, como no podíamos entender de otro modo, que la ideas anarquistas son ‘serias’ y ‘sofisticadas’, al igual que ‘fluidas y en constante evolución’.

Habrá quien, jugando con los términos filosóficos, considerará la visión anarquista planteada por Gordon como muy influenciada por la posmodernidad. Como ya hemos insistido en otras ocasiones, el anarquismo no necesita de etiquetas al no constituir un sistema rígido de ideas, sino un corpus tremendamente amplio a nivel histórico y permanentemente enriquecido por las nuevas prácticas generacionales. Sin que exista esencia originaria alguna en el anarquismo, son tres las cuestiones fundamentales que caracterizan el anarquismo actual, y que le vinculan inevitablemente con su pasado: el rechazo a cualquier forma de dominación (lo cual incluye la mayoría de las instituciones sociales), el valor de la acción directa (no mediada y clara alternativa al Estado y el capitalismo), y la confianza y respeto hacia la diversidad (lo cual no deja mucho margen para ideas revolucionarias cerradas o planificaciones previas de lo que puede ser la perfecta sociedad libertaria).

Como hemos dicho, estas ideas conectan con el movimiento anarquista de los siglos XIX y XX, que vivió un declive al término de la Segunda Guerra Mundial, aunque Gordon señala la influencia en las redes anarquistas actuales de los movimientos radicales de los años 60 del siglo XX no necesariamente anarquistas (ecologistas, raciales, antinucleares, antimilitaristas, LGBT, liberación animal…). Esa retroalimentación entre movimientos, junto al crecimiento de las redes, condujo a una convergencia de ideas políticas situadas a la cabeza de cualquier otra forma política de izquierdas. El renacimiento del anarquismo se produjo ya en el nuevo milenio con el contexto de las protestas anticapitalistas a nivel global y los movimientos de resistencia a la actividades militares de los Estados Unidos. Hay que decir que el estudio de Gordon llega hasta solo unos pocos años antes de los movimientos, claramente influenciados por el anarquismo, 15-M, Ocuppy Wall Street o la llamada Primavera Árabe, con el derribo ciertos regímenes autoritarios gracias a las protestas populares; es algo que confirma el análisis y las conclusiones presentes en Anarchy Alive!.

Hemos hablado de los capítulos 1 y 2, que repasan la cultura y las ideas anarquistas en el movimiento actual. Sin que Gordon desee hacer un mero libro de propaganda, el grueso de la obra lo constituyen los capítulos 3 al 6 donde puede entenderse que se asume la validez del anarquismo y donde se desea llevar el debate libertario todo lo lejos posible para aportar perspectivas a la transformación social antiautoritaria. Se repasan así los problemas organizativos en el seno del movimiento anarquista, con el permanente peligro de generar alguna forma de jerarquía en el seno del mismo; el controvertido uso de la violencia, aportando perspectivas pragmáticas que sorprenderán a buen seguro; el igualmente polémico papel de la tecnología y del desarrollo de la modernidad , por último, Gordon aporta diferentes visiones sobre el problema de la liberación de Palestina, otro capítulo que resulta tremendamente enriquecedor. Una obra fundamental, que a buen seguro su autor enriquecerá con un nuevo análisis sobre lo ocurrido en los últimos años en el movimiento anarquista actual.

Capi Vidal

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