Este 2015 comienza con un nuevo ciclo electoral que está inserto en un contexto social complejo, donde se da un progresivo empeoramiento de las condiciones de vida y un aumento de los instrumentos represivos, con la Ley Mordaza a la cabeza. En el plano de las luchas estamos asistiendo por una parte a un desinfle de la marca 15-M como motor global de las luchas con su “no nos representan” y un desarrollo organizativo de las luchas concretas, de vivienda especialmente. Por otra un agrupamiento de cientos de organizaciones sociales, políticas y sindicales en torno a las Marchas de la Dignidad que vislumbran una huelga general en octubre. También somos conscientes de que la formación de Podemos y los Ganemos municipales están generando ilusiones y expectativas de cambio institucionales que están atrayendo buena parte de las esperanzas que los movimientos sociales tenían con sus luchas.
¿Tomar las instituciones?
Es una idea muy vieja que vuelve con otros ropajes, pero su esencia sigue siendo la misma: el control del poder estatal y la delegación en él de los asuntos de necesidad e interés de la sociedad. Puede haber casos de personas honestas y de ética intachable, eso no lo negamos, pero sí dudamos del sistema de representatividad que tienen los ayuntamientos y las instituciones estatales, generadoras de redes clientelares y corrupción.
Consideramos que no hay transformación social posible sin la implicación constante de cada uno de nosotros en la realidad social diaria que nos rodea. Se puede avanzar, si reforzamos nuestros sindicatos, nuestras organizaciones sociales y de barrio, de base y autónomas de intereses de partidos, dotándonos de herramientas para dar solución inmediata a nuestras problemáticas como trabajadores de forma directa, presionando a las instituciones o a la patronal para cuestiones inmediatas. Porque no basta con tener la razón, hay que tener la fuerza y la voluntad de querer lograr los objetivos que nos propongamos.
Estar unidos frente a lo que nos afecta es prioritario en las circunstancias actuales, pero más aún es fortalecer las relaciones con nuestros vecinos y compañeros de trabajo, para con ello participar y construir un movimiento social que cuestione las relaciones de poder que nos impiden desarrollar una vida digna e íntegra. Es por ello que debemos generar entre todos una cultura del sí se puede en las luchas, generando ilusión y hechos de esperanza, de que si se quiere se puede, que la acción de cada uno de forma colectiva es lo que nos dota de poder, que nuestro interés no es la de las urnas, sino la de la creación de una sociedad entusiasta que se organiza y lucha.
Los militantes anarquistas apostamos por que el pueblo seamos un actor maduro e inteligente en las luchas por la defensa de nuestras necesidades básicas y sociales. Por la presión y organización popular frente al poder estatal, y la construcción de la política del día a día desde abajo y federalista. Es por ello que nos abstendremos en las elecciones municipales ya que consideramos que nuestro espacio político está en nuestra defensa directa desde los sindicatos, cooperativas, redes de apoyo mutuo, etc. de base y autónomas de todo gobierno político, en donde podemos establecer y construir las bases para transformar de forma socialista y libertaria la sociedad en que vivimos.
¡Por un movimiento social creciente y transformador!
Publicado en el periódico Tierra y libertad núm.322 (mayo 2015).