La última Encuesta Nacional de Salud de 2017 revela que el 14,1% de las mujeres y el 7,2% de los hombres mayores de 15 años padecen algún problema de salud mental. Estas son las cifras oficiales, pero reales serán mucho mayores. Y en época de encierro forzoso, los casos de ansiedad y depresión se están disparando en muchas personas a consecuencia de la restricción de movilidad por un lado, y del vacío que ha dejado la ausencia de velatorios a los muertos, por otro. Sin embargo, para otras personas que escuchan voces o tienen creencias psíquicas inusuales el efecto del encierro puede ser el contrario: al perder contacto con aquéllo que podía generar esas experiencias, las mismas desaparecen.
En cualquier caso, el padecimiento de las personas que siguen sufriendo algún tipo de problema de salud mental en estos momentos se ve invisibilizado por la falta de recursos invertidos en la materia. El servicio público de salud español en circunstancias normales solo dispone de 1 especialista por cada 10.000 habitantes, muy por debajo de la media europea, y durante el estado de alarma se ha minimizado la atención en salud mental exclusivamente a enfermos muy graves.
Como dice Ana Castro en El Salto, “uno podría pensar que los enfermos crónicos o de salud mental que, por su enfermedad, pasan mucho tiempo en casa podrían estar acostumbrados y contar con ventaja a la hora de afrontar este confinamiento domiciliario. […] Pero no. Tan solo les ha traído la cancelación de todas sus citas médicas y tratamientos de manera indeterminada y un empeoramiento de su estado”.
Más allá del dolor psíquico, estas personas sufren, en ocasiones, los insultos de sus vecinas cuando salen a la calle, así como la represión policial. Tal es el caso de un compañero racializado que se autodenominó “loco”, que fue agredido junto a su madre en Bilbao el pasado 29 de marzo por una pareja de ertzaintzas, después de que no pudiera darles una explicación de por qué se encontraba fuera. El ataque se grabó en vídeo y muchas asociaciones, como SOS Racismo, ActivaMent y Ongi Etorri Errefuxiatuak, han condenado los hechos.
En la página Mad in America para el Mundo Hispanohablante se ha publicado una “Declaración sobre el COVID-19 y las personas con discapacidad psicosocial” que explica por qué corren un mayor riesgo que el resto de la población en estos momentos y hace un llamamiento a la no discriminación, al apoyo comunitario y a la protección de grupos vulnerables.
Por ello, distintos grupos de apoyo mutuo en materia de salud mental están proporcionando consejos para afrontar la crisis del coronavirus. En la mencionada Mad in America, Cristina L.D. publica un artículo muy útil, titulado “Días de Incertidumbre y Coronavirus: Cómo estoy afrontando mis creencias psíquicas inusuales”, en el que relata en primera persona la rutina diaria que le ayuda a mantener su equilibrio mental, que las ideas catastrofistas no la bloqueen y aumentar su sentimiento de seguridad.
También se han publicado en dicha página los PDF completos de dos guías (que ya hemos reseñado con anterioridad en este medio) editadas por la Biblioteca Social Hermanos Quero (Granada) que ayudan a convivir con creencias psíquicas inusuales y a ayudar a las personas que sufran por ello: Una es Más allá de las creencias: maneras alternativas de trabajar con delirios, ideas obsesivas y experiencias inusuales (Tasmanian Knight, 2019) y la otra es Saldremos de esta: Guía de salud mental para el entorno de la persona en crisis (por Javier Erro, 2016).
Saldremos de esta se puede descargar pinchando en este enlace.
Más allá de las creencias se puede descargar en este otro.