Burbujas ideológicas

No descubro nada si señalo que la irrupción de internet y de las redes sociales ha exacerbado algo inherente a todo grupo humano, eso que llaman «burbuja ideológica y cultural». Tal y como yo entendía este concepto, tendemos a juntarnos con personas de nuestra misma órbita ideológica y nivel cultural, lo que da lugar a que nos retroalimentemos de lo lindo; normalmente, para confirmar lo muy cargados de razón en que nos encontramos, en ausencia casi total de espíritu crítico hacia nuestros propios postulados, y sin que seamos capaces de permear a ninguna otra panda de homo sapiens de diferente imaginario social. Y digo que todo esto solo ha ido a peor porque hay sesudos analistas que aseguran que las grandes compañías (capitalistas, claro) nos envuelven, del mismo modo, en una burbuja tecnológica que nos guía (o nos aísla) mientras navegamos por internet o consultamos las redes sociales (una razón más para no hacerles excesivo caso). Es de suponer que el deseo de inmediatez y la falta de reflexión, características de la información en sociedades que se llaman patéticamente «avanzadas, no es que ayude, no digo ya a romper la burbuja de marras (sea ideológica, cultural o tecnológica), sino al menos a ser mínimamente consciente de ello. Lejos de que nos libere, la tecnología, y haríamos bien en interiorizar esto, a menudo nos empujar a la más lamentable alienación.

Y viene al caso decir, con orgullo nada disimulado, que una de las cosas que me hizo simpatizar con el anarquismo, con su saludable dosis de nihilismo, fue precisamente por su permanente espíritu crítico y su tendencia a eso tan bello, y que tan poco se nombra en esto que llaman posmodernidad, que es el librepensamiento. Y una de las características del librepensamiento o del pensamiento crítico, digo yo, debería ser tratar de escapar constantemente a eso de alimentarnos solo con lo que simpatizamos, bien refugiados con nuestros compañeros, camaradas y correligionarios. Otra seña de identidad debería ser poner la tecnología al servicio de la emancipación individual y colectiva, aunque esto es fácil decirlo. Yo reconozco que, para bien y para mal, debo ser una rara avis dentro del género humano, ya que siempre me he mostrado sumamente inquieto cada vez que en un grupo empezábamos a estar todos de acuerdo, y a reafirmarnos pomposamente en ello, o bien considerábamos que el mundo debía ajustarse inequívocamente a una visión plasmada en nuestros soberbios medios, por ser la más justa y razonable (en otras palabras, eso que llaman ideología y con lo que deberíamos ser ferozmente críticos).

Es muy posible que la sociedad posmoderna nos haya traído pocos asideros y más bien excesiva confusión; paradójicamente, una época caracterizada por la crítica a las grandes ideologías ha llevado a que el personal se refugie de modo acrítico en cualquier creencia que tenga al alcance de la mano. De ahí, supongo, que las burbujas ideológicas sean muchas y variadas, mientras que la clase dirigente se frota las manos ante ese panorama de poca o ninguna profundidad de conciencia. Los más reaccionarios se lamentan de que la gente no tenga ya las creencias de antaño, es decir, esa tan patética de mostrarse feliz por el lugar donde has nacido, y acabes abrazando una identidad colectiva en torno a ello, o la de cualquier confesión religiosa con su repetición pertinaz e irreflexiva de ritos, tradiciones y dogmas. Y es que, nos podemos quejar de la posmodernidad y sus pequeñas burbujas ideológicas, pero el nacionalismo y la religión siguen siendo las más peligrosas conocidas. Y por eso, repito, opté por el anarquismo, porque uno cree y confía en el desarrollo de la identidad personal en toda su complejidad, en eso tan bello y tan reivindicable que es la solidaridad en su sentido más profundo y en la permanente crítica a todo lo instituido. Algunos dirán que, efectivamente, es inherente al ser humano la tranquilidad existencial que proporcionan el refugio ideológico y la creencia dogmática. Yo prefiero pensar que gracias a una naturaleza anárquica y a cierto espíritu nihilista uno se siento a salvo de, llamémosle por su nombre, tanto papanatismo.

Juan Cáspar

Un pensamiento sobre “Burbujas ideológicas”

  1. Este artículo me provoca carcajadas… No porque piense igual o contrario a mí, si no porque sé lo que se piensa de mí.

    Meterme después de tanta imagen y diseño otra vez en los apuntes anarquistas también me lleva a pensar el porqué me hice anarquista yo.

    Yo me hice anarquista porque estas ideas me dejaban pensar libremente y porque sus conocimientos empíricos eran mucho más profundos que los de otras ideas.

    Habrá gente que esté pensando ahora mismo: coooolll!

    ¿Verdad?

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