La palabra Federación, del latín foederare (unir por medio de una alianza), es un concepto organizativo donde diversas entidades se unen conservando su autonomía.
En el anarquismo la federación ha sido un tema fundamental desde los tiempos de Proudhon. Y lo es precisamente porque ese tipo de organización es lo que va más de acuerdo con los conceptos de libertad de los que el anarquismo es la más fiel expresión.
El siglo XIX fue testigo de las «profecías» proudhonianas que se cumplirían al inicio del siguiente siglo: «El siglo XX inaugurará la época de las federaciones», y efectivamente estas vinieron desarrollándose ampliamente en todo el siglo XX, al grado de que hoy en día la mayoría de los Estados pretenden organizarse en forma federativa.
Concepto social del federalismo
Sin duda la palabra federación la toman los Estados de la manera más torcida posible. Porque, preguntamos ¿cómo se puede hablar de federación (unión), cuando esta se hace no en base a la libertad, sino en base a la autoridad, es decir, en base a la coacción? Los Estados en México se organizan en teoría de manera autónoma (a lo exterior, no así a lo interior) y se relacionan con el Estado central mexicano de manera obligatoria, lo que elimina toda autonomía real y la supedita a una mera apariencia, pues no puede haber federación real cuando existe la obligación de relacionarse con un punto central. Es incluso el Estado mexicano situado en el DF el que puede imponer su «autoridad» a cualquier otra entidad federativa. No hay unión, sino sujeción.
Hablamos, pues, de una especie de federación en base, no a la unidad libremente consentida, sino en base a la autoridad, donde la federación viene a ser reducida a la dirección de un solo hombre (presidente) o conjunto de personas (Estado), una mascarada para aparentar libertad. No hablemos ya siquiera a lo interno de cada entidad federativa, donde la unidad libremente aceptada es algo inexistente toda vez que la autoridad local somete a la localidad a sus puntos de vista. Atenco, Ameyalco y otras localidades pueden hablar muy alto a la hora de indicar que dentro de cada entidad federativa la federación propiamente dicha no existe, y que todo se organiza en base a la autoridad prepotente del municipio y el grupo que lo dirige.
La concepción de las comunas libremente federadas (como no puede ser de otra manera, pues la unión o es libre o no es nada) conforme lo ha formulado el anarquismo es la forma más fiel a la federación, pues en ese sistema la unión se hace por necesidad de satisfacer necesidades y por ese deseo de solidaridad que constituye el centro del significado «Unión».
Dentro de dichas comunas sucede exactamente lo contrario que dentro de las entidades federativas gubernamentales: ahí (en las comunas libertarias) la unidad en federación comienza, como debe de ser, desde el individuo que pertenece a dicha comunidad no por obligación (1) sino por afinidad y gusto, y que tiene voz y voto en el rumbo que toma su comunidad.
Los individuos se federan en la comunidad, esta comunidad se federa con otras comunidades formando así una federación regional, y a su vez las regiones se federan entre sí formando una confederación de comunas libremente federadas.
Es decir, y tengámoslo en cuenta siempre en lo que desarrollamos esta exposición, la federación real, la unidad libremente consentida, no parte del centro a la periferia como en los Estados, sino de la periferia hacia dentro. No de arriba abajo, sino de abajo hacia arriba.
Esta unión no se hace por mero gusto, sino por la imperiosa necesidad para el intercambio de productos y la práctica de la solidaridad, instinto innato del ser humano.
Dejemos de lado, por carecer de seriedad, las críticas del socialismo de Estado al federalismo por supuestamente «descentralizarlo todo y no comprender las ventajas de una producción centralizada en algunas áreas de la producción».
Carecen de seriedad, decimos, porque pretenden que los anarquistas somos igual de dogmáticos que ellos y pretendemos las cosas a rajatabla. Ahí donde la producción necesite ser centralizada se hará, sin que ello afecte a la organización social de las comunas. De hecho, la propia concepción de federación hará que los diversos talleres pequeños, así como las pequeñas tierras y pequeñas fábricas, habrán de fusionarse por entender que el trabajo en unión representa muchas más ventajas que el trabajo aislado. Es una locura pretender que descentralizar y federar significa que cada quien trabajará por su cuenta aislado… pero federado. Es una locura que no se puede concebir más que ignorando totalmente la forma de organización federativa. Nosotros, haciendo poco caso a semejantes disparates, continuamos con nuestra exposición.
La naturaleza del ser humano apunta hacia la unidad federativa
El ser humano posee en su naturaleza el instinto sociable, como animal sociable que es.
Ello ha hecho que desde los inicios de la humanidad se hayan unido por necesidades para mejorar la caza. La unión, pues, constituye un pilar en la evolución humana, y esta evolución ha sido siempre en base a la libertad y no a la autoridad. Como bien ha demostrado Kropotkin «El apoyo mutuo» ha sido «un factor de evolución» mucho más potente que la llamada struggle for the life (lucha por la vida). Esta solidaridad, evidentemente, no puede tener como base sino la libertad de realización y no en modo alguno la autoridad. Pues ahí donde la autoridad aparece la solidaridad cesa de existir al ser las cosas impuestas y no libremente aceptadas; donde la solidaridad aparece la autoridad cesa de existir, pues el libre ejercicio del apoyo mutuo hace innecesaria toda forma de coacción.
La solidaridad tiene como base la libertad, pues sin ella la solidaridad se convierte en un acto forzado. La libertad genera por sí misma y por nuestra naturaleza sociable los actos más espontáneos y bellos de la solidaridad.
Son dos términos que van duramente unidos el uno al otro.
Y la autoridad aparece entonces no solo como negación de la libertad, sino también de la solidaridad y viceversa.
Unidad y libertad (base esta última de la solidaridad, fundamento de la evolución humana), pues, constituyen dos polos esenciales para la evolución humana. Unidad y libertad, insistimos, son los dos pilares sin los cuales la federación es inexistente.
La especie humana, pues, tiene en sus instintos la aspiración de unidad y libertad, y esto traducido en federación constituye una forma de organización donde estas palabras cobran todo significado y puesta en práctica.
Ahora bien, pasemos a otro plano para demostrar la necesidad de la organización federativa.
La federación como puesta en práctica en las organizaciones
Los sindicatos anarquistas en todo el mundo durante el siglo XIX tenían bastante claras las cosas: los sindicatos, o por mejor decir para ser más concretos, las organizaciones anarquistas, deben ser el fiel reflejo de la sociedad que deseamos como anarquistas (2).
Las organizaciones anarquistas organizadas de manera federada deben igualmente ser vistas, hoy como antes, como fieles reflejos de la sociedad anarquista por la que luchamos.
Por ello es que cada grupo e individuo federado tiene garantizada, desde siempre y sin duda alguna, la autonomía, base esta de su libertad y base a la vez de justicia social.
No puede ser de otra manera, porque una organización donde no existe la autonomía y el respeto a su libertad no puede ser de ninguna manera ni anarquista ni federativa.
Ahora bien ¿qué hay del individualismo dentro de la federación? Los individuos, como en las comunas libres propuestas por los anarquistas, se unen federativamente por la necesidad de una mejor organización, pero siendo a su vez respetadas tanto su libertad como su autonomía de ser pensante. La federación no es en modo alguno un organismo uniforme donde el individuo sea absorbido por la colectividad perdiéndose en el mar de los criterios de la mayoría, al contrario. La federación, la unión, multiplica las opiniones, engrandece los conceptos del individuo y su permanencia en la misma es fiel reflejo de sus deseos organizativos. Las organizaciones, pues, se nutren de individuos, pero estos mediante la influencia pueden orientar a las organizaciones por donde mejor convenga y conforme sea aceptado por los integrantes.
El individuo obtiene de la colectividad la multiplicación de sus esfuerzos, y la colectividad obtiene del individuo las diferentes concepciones que le dan forma y vida.
La federación, esqueleto del anarquismo
El anarquismo se compone, como ya sabemos, de tres aspectos fundamentales:
1.- Económico. Vendrían a ser las propuestas en base a los aspectos de cómo se manejaría la producción en una sociedad anarquista. Actualmente se opta casi por completo por el comunismo anarquista, sin que ello signifique que no haya críticas a este modelo de producción ni que asombre que aún haya algún colectivista o quienes, como yo mismo, aunque aceptando el comunismo prefiero definirme como anarquista sin adjetivos. Dando de esta manera posibilidades a la experimentación económica.
2.- Político. Vendría a ser el hecho de carecer de gobierno, instituciones represivas y toda autoridad constituida.
3.- Social. Significa los hechos donde la libertad del individuo queda plasmada en el momento de organizarse y organizar sus vidas, trabajos, etc., sin coacción alguna.
Podríamos incluso añadir un cuarto punto: religión. Si bien la mayoría de los anarquistas son ateos, no se descarta la posibilidad del culto dentro de una sociedad anarquista, siempre y cuando este no sea una institución ni una obligación para nadie y se limite a ser una práctica individual. Habría, claro está, una fuerte propaganda científica (y por antonomasia antirreligiosa), pues un pueblo que no conoce o que se autoengaña es un pueblo mentalmente esclavo.
Ahora bien ¿cómo se organizan todos estos puntos?
Tenemos conceptos económicos, políticos, sociales y hasta religiosos, pero hace falta el esqueleto que los haga moverse y funcionar. Ese esqueleto es la federación.
Todas las ideas basadas en el Estado y la autoridad, desde la izquierda hasta la derecha, tiene como esqueleto el centralismo y la autoridad. Nosotros, no queriendo reproducir sus mismos errores, tenemos uno mejor: el federalismo y la libertad.
Necesidad de la federación
Ahora bien ¿Necesitamos estar organizados federativamente?
Ante el lema de «la unión hace la fuerza» nosotros añadimos más conceptos: «la unión es necesaria», «la unidad multiplica nuestros esfuerzos».
Las revoluciones, pese a lo que digan los «espontaneístas», no crecen de las macetas, ni estas se producen por individuos aislados. Tenemos frente a nosotros un Estado monstruoso, armado hasta los dientes, ante el cual toda espontaneidad (3) revolucionaria es claramente absurda.
Un grupo de diez o incluso de cincuenta o cien individuos pueden golpear al Estado sin necesidad de organizarse. Pero sus ataques jamás lograrán derribarlo, porque este es cien veces más fuerte y organizado. De manera autoritaria, pero organizado.
Si revisamos la historia de las revoluciones en todo el mundo encontraremos que en todas ellas hubo antes del proceso revolucionario un intenso trabajo de propaganda y agitación realizado por organizaciones. Ninguna revolución (¡y retamos a quien quiera demostrarlo!) ha brotado de la nada, sin organización previa, aunque sea mínima.
Los embates del Estado en todo el mundo son siempre contra organizaciones débiles, individuos aislados, impotentes de hacer frente a dichos ataques.
»El pueblo es mayoría» nos dicen por todos lados, pero desorganizados asemejan al rebaño de ovejas perseguidos por un par de lobos que hacen presa fácil de ellos.
Cuando las organizaciones anarquistas han sabido hacer frente al Estado e incluso derrotarlo ha sido porque han estado firmemente organizadas, federadas.
Somos una inmensa mayoría como pueblo, y éste puede pasar por encima de todos los ejércitos y gobiernos… siempre y cuando esté organizado, aunque sea medianamente, pero organizado.
El caso del anarquismo y su necesidad de federarse
Es bastante claro que ante los ataques que el Estado ha dado a los anarquistas no ha habido ningún tipo de respuesta más allá de andar peleando por juntar el dinero para pagar fianzas para presos y búsqueda de compañeros en las distintas delegaciones.
No ha habido en ningún momento una presión realmente fuerte del anarquismo hacia el Estado, y ello se debe a que si bien hay un apreciable número de colectivos y compañeros, estos no han comprendido los beneficios de la federación y pretenden cada uno por su parte tener la razón y llevar a los demás a sus puntos de vista y formas de trabajo.
No hay tampoco la propaganda de las ideas que podríamos conseguir (y con ello el acercamiento al pueblo) si los distintos grupos y colectivos esparcidos en todo el país estuvieran unidos y federados.
El pueblo escucha de nosotros solo lo que les dice la televisión, ya que nuestros periódicos y medios de difusión son bastante pobres (¡y separados aún más!), que apenas llegan a unos cuantos millares de personas.
Es necesario, y me parece que también urgente, que los grupos anarquistas se federen y se organicen. En el caso mexicano las altas esferas del Estado están dando golpes bastante duros al pueblo sin que haya ninguna respuesta que realmente los ponga contra las cuerdas.
Hay un descontento bastante visible del pueblo hacia los partidos, la policía y las instituciones del Estado, es decir, hay un terreno bastante fértil para el anarquismo… que estamos desaprovechando porque al no estar unidos somos débiles.
Todo parece indicar que en los años siguientes las cosas pueden empeorar mucho más que en la actualidad, y si los anarquistas no sabemos aprovechar las circunstancias que tenemos a nuestro favor se sucederán acontecimientos donde el pueblo marchará a la conquista de sus libertades sin nuestro concurso, siendo quizá más fácil presa para los oportunistas que nunca faltan para llevar el descontento hacia sus urnas.
Hacia un anarquismo federado
Es momento (lo ha sido siempre) de dejar de lado nuestros intereses personales y poner por delante de todo los intereses del anarquismo. Y estos intereses nos apuntan claramente a la necesidad de constituir un movimiento anarquista federado en todo el país que sepa organizar la lucha y la solidaridad en cada rincón donde haya anarquistas.
Que si golpean a los del norte en el sur sepan voltear de cabeza las cosas y paralizar todo lo que sea posible en favor de los reprimidos. Que no haya lugar en el país donde no se den a conocer las ideas ácratas. Que se cree una enorme red de color negro en todo el país de donde salgan luchas más organizadas.
Autonomía de los grupos e individuos, unidad libremente consentida, lazos irrompibles de solidaridad entre los componentes, los intereses de las ideas por encima de todo personalismo. He ahí compañeros los pilares que si ponemos a toda marcha pueden rendirnos como resultado un anarquismo firme, decidido, conforme la belleza de nuestras ideas exige para semejante y esplendoroso ideal.
¡Avancemos, pues, hacia la federación!
Erick Benítez
Notas:
1.- Pues cada comuna se organiza en base a la afinidad y el individuo es libre de irse a otra si esa no es de su agrado. Sobra decir que en las comunas propuestas por los anarquistas no existe impedimento alguno para ello. En la actualidad uno no puede irse a otro sitio sin temer por encontrar trabajo, temiendo asimismo tener el dinero suficiente para sobrevivir. En las comunas propuestas por los anarquistas esos problemas no existen toda vez que el trabajo es algo que toda persona en capacidad de trabajar tiene asegurado, y con ello el sustento necesario en todos los aspectos, sin que signifique para el individuo ningún tipo de penuria el cambio de una comunidad a otra.
2.- Este fue uno de los principales motivos de enfrentamiento entre marxistas y anarquistas en la AIT, pues mientras para los primeros el proletariado debía conquistar el poder político (reproduciendo con ello la forma estatista y burguesa que afirmaban atacar) y organizarse de manera vertical, los anarquistas en torno a Bakunin afirmaban que la AIT en su totalidad debía ser un reflejo de la sociedad que deseaban, y que por ello toda autoridad y centralismo debían ser eliminados y el poder no debía ser conquistado, sino destruido.
3.- Entendámonos: Bakunin cuando hablaba de espontaneidad no hablaba en absoluto del rechazo de las organizaciones, a las cuales prestaba mucha atención, sino más bien a la espontaneidad humana para seguir sus instintos para reorganizar ciertas partes de la sociedad. La sociabilidad por ejemplo es espontánea y podría solucionar problemas como la convivencia entre personas (no de manera perfecta, pero sí de manera mucho mejor que una sociedad basada en la autoridad y la competencia), pero estos ejemplos no pueden ser trasladados a la hora de la revolución, trataré de hacerme explicar en lo que sigue del texto.
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