ACRACIA ANARQUISMO NIHILISMO

Evitemos el colapso (sobre todo, moral e intelectual)

Mientras el personal más acomodado sigue debatiendo sobre auténticas estupideces y creyendo en no pocas necedades, hay quien sostiene que este sistema capitalista que sufrimos nos está llevando al borde del colapso. Es decir, que como se siga por este camino de enloquecido crecimiento por parte de los países desarrollados el planeta no tardará en irse al garete, sin que tenga yo la menor intención de ponerme apocalíptico y recordando que gran parte de la humanidad sigue sumida en las más tristes calamidades con causas políticas y económicas muy definidas. La reciente crisis sanitaria, en forma de pandemia, al menos, parecía ser una posible forma de que abriéramos los ojos y empezara a cambiar un poquito nuestra conducta y nuestra conciencia, pero no, solo hay que echar un vistazo a lo que tenemos alrededor de forma mayoritaria para que no tardemos en tener que enjuagarnos las lagrimas. Parecen pocos los que insisten en formas políticas y económicas más racionales y solidarias, que nos dejemos de tan demencial dinámica de consumo y que tratemos de sembrar los valores más nobles que posee esa especie llamada homo sapiens. Y esos valores existen, lo sabemos, ya que en alguna ocasión tenemos constancia de que se han asomado a las comunidades humanas. Palabra de ácrata nihilista. Y es que el concepto de «revolución», tan importante antaño, con tantas lecturas y alguna terriblemente autoritaria, hoy parece en franco declive, para bien y para mal.

Un gran acontecimiento, que lo cambie todo para mejor, que nos haga más libres e iguales, y por mucho que lo deseemos (y somos más que libres de seguir deseándolo), es posible que ocurra algún día (o no). Sin embargo, y me voy a poner aquí algo posmoderno, este deseo o creencia, casi trasunto de la fe inquebrantable religiosa, no es lo más importante y es posible que limite en ocasiones nuestra capacidad para transformar la realidad aquí y ahora. Y es que una cosa es nuestro legítimo deseo revolucionario, de carácter libertario (del de verdad, el libre, igualitario y solidario), y otra muy diferente esa visión de la revolución como una especie de gran relato escatológico, heredera de la modernidad, que nos conducirá a una posible sociedad justa y feliz. De hecho, ahora que no me lee casi nadie, confesaré que siempre, incluso siendo uno un joven e ingenuo izquierdista, he guardado mis sospechas sobre ese gran evento revolucionario que todo lo iba a cambiar para siempre. Es comprensible que nuestros ancestros libertarios, en una época y una sociedad con paradigmas muy distintos, sí pusieran toda su esperanza, pero ahora es tiempo de innovar y buscar nuevas y lúcidas vías transformadoras. A pesar de ello, incluso los anarquistas de los siglos XIX y XX , una de las cosas que me hizo decantarme por su filosofía y práxis política y vital, fueron los que con más fuerza se resistieron ante todo tipo de determinismo histórico observando el cambio social como resultante de prácticas innovadoras en todos los ámbitos de la vida.

Ese es el aprendizaje que tenemos que hacer del pasado y no tanto la adoración acrítica de revoluciones clásicas, por muy libertarias que se presenten. Efectivamente, es muy posible que el capitalismo nos lleve al colapso, somos conscientes de que la tecnología no está puesta en absoluto al servicio de la humanidad, más bien es un mecanismo alienante más (solo hay que ver la estulticia imperante), y la noción de progreso es hoy una broma, aunque de una u otra manera siga generando esa fe exenta de comunicación interneuronal en la gente. Es muy posible que uno se esté convirtiendo cada día más en rabiosamente posmoderno, siendo lúcidamente consciente del sustrato dogmático que conllevó la ilusión de progreso de la modernidad, una época en la que paradójicamente trató de erradicarse definitivamente la religión. El sistema capitalista, los Estados y las organizaciones religiosas, que no haya ninguna duda, nos mantienen en un desastre considerable, y es posible que sustentado perniciosamente, a pesar de las continuas crisis de todo tipo, por esa creencia en el progreso todavía como fuerte paradigma. La cuestión es cómo variar el rumbo de esta situación mediante prácticas radicalmente innovadoras aquí y ahora, no como parte de un futuro más o menos lejano, que tal vez no llegue nunca en forma de gran revolución. Estas reflexiones no son producto de la desesperanza, todo lo contrario, palabra de nihilista ácrata. Al fin y el cabo, no debería haber motivos para el desaliento si observamos que los grupos anarquistas, los de verdad, los que insisten en una libertad unida a la solidaridad, surgen de una u otra manera en cualquier parte del mundo.

Juan Cáspar
https://exabruptospoliticos.wordpress.com/2023/11/21/evitemos-el-colapso-sobre-todo-moral-e-intelectual/#more-1606

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