Recientemente, dos organizaciones israelíes de defensa de los derechos humanos han concluido lo evidente: lo que está perpetrando el Estado de Israel sobre Gaza es, efectivamente, un genocidio. Al parecer son las primeros colectivos oficiales de Israel en manifestarlo alto y claro, pues bienvenido sea. El informe de uno de ellos, llamado B’Tselem, se basa en décadas de documentación sobre los crímenes de Israel y, por supuesto, clama por parar el genocidio sobre Gaza, pero también denuncia la situación de la Cisjordania ocupada con los intolerables traslados forzosos, una exigencia de que se acabe con la ocupación del territorio que legítimamente pertenece a los palestinos. Physicians for Human Righs es la otra organización israelí, cuyo informe documenta rigurosamente la sistemática destrucción del sistema de salud en Gaza por parte del Estado israelí. Resultan espeluznantes la conclusiones, ya que no hablamos únicamente de daños colaterales producto de una maldita guerra, sino de una calculada e intencionada política de destrucción de vidas palestinas en Gaza. Por supuesto, las conclusiones son claras: genocidio. El asunto es obvio, lo perpetrado por Israel desde el 7 de octubre de 2023 es claramente un genocidio, pero en el contexto de un sistema discriminatorio basado en décadas de deshumanización de la población palestina y en una impunidad permanente del Estado de Israel. No olvidemos esto, no son solo las acciones actuales encabezadas por el malnacido Netanyahu, ya que no entiendo muy bien cómo funciona a veces la mente humana al focalizar exclusivamente en un dirigente todos los males producidos por un determinado sistema (lo cual acaba apuntalando el estado de las cosas al desaparecer dicho individuo y ocupar su lugar alguien de apariencia más benévola).
Lo dicho, bienvenido sea que organizaciones israelíes de pronuncien con tanta claridad y contundencia sobre el genocidio en Gaza y, de forma todavía más lenta, sobre Cisjordania. Y es que hablamos de una definición nítida del término que nos ocupa, el exterminio deliberado y sistemático de un pueblo (dejemos las cuestiones étnicas y nacionales a un lado, ya que hablar de población o grupo humano resulta suficiente). Dejaremos claro que este asesinato en masa es perpetrado por el Estado o alguna otra forma de autoridad, lo cual nos reafirma aún más en nuestra condición ácrata. No obstante, no quitemos responsabilidad a esa especie tan compleja, y a menudo inicua, que es el ser humano. La historia de la humanidad está plagada de atrocidades, sí, perpetradas en nombre de alguna forma de autoridad, pero a menudo sostenidas por la justificación o inacción de una mayoría social. El concepto de genocidio no puede ser acaparado solo por una determinada etnia, como a menudo ha realizado el Estado israelí para tapar sus propios crímenes sobre otros pueblos invocando que no hay nada peor que el holocausto nazi cometido mayoritariamente sobre los judíos. De hecho, a veces se mencionan estos crímenes masivos como producto exclusivo de ciertos regímenes perversos, tal vez, eludiendo nuestro propia responsabilidad. A nivel histórico, las políticas de exterminio del estalinismo o de los Jemeres Rojos en Camboya son de forma evidente genocidios, más basados en cuestiones ideológicas, que en raciales o de otro tipo. Por poner el ejemplo de un sistema actual, y emergente, lo de China en el Tibet puede también ser catalogado de genocidio.
Sin embargo, muy probablemente, más incómodo parece ser reconocer oficialmente que lo perpetrado por la muy democrática nación estadounidense sobre Vietnam del Norte (bombardeos masivos, masacres, violaciones…), en los años 60 del siglo XX, puede ser calificado sin ambages de genocidio. Y es que poner el foco exclusivamente en las atrocidades del comunismo (o alguna otra forma totalitaria), como a menudo ha hecho la cultura popular que hemos mamado, pasa por alto otras con algún vínculo con la actualidad en la que invocar la supuesta democracia parece justificarlo todo. ¿La dictadura de Franco, precedida de un golpe de Estado, puede ser calificada de genocida? Pues sin ninguna duda, según mi nada humilde opinión, ya que supuso la destrucción de un modo u otro de toda una generación por cuestiones ideológicas. El vínculo con la realidad de hoy, donde se niegan los crímenes es también obvio y lo mismo podemos decir de otras dictaduras en Latinoamérica como Chile o Argentina con eliminación masiva de personas por cuestiones políticas. No obstante, no pongamos ningún foco. Insisto, incluso en época reciente, los ejemplos serían interminables sobre lo que entendemos por eliminación sistemática de colectivos humanos en nombre de alguna forma de autoridad. Hay quien considera que la respuesta es una estructura de gobierno democrática, pero hay ejemplos en los que en nombre de la misma también se han perpetrado y nuestra supuesta civilización está cimentada sobre los crímenes más atroces. Hablemos de los diversos genocidios, concepto que no puede ser acaparado por nadie en nombre de la fraternidad universal, y, sobre todo, paremos los actuales basados o justificados en perversas estructuras políticas y económicas (revestidas a veces de una concepción falaz de la libertad y el bienestar).
Juan Cáspar
https://exabruptospoliticos.wordpress.com/2025/08/02/hablemos-de-genocidios/