1. Hasta que cumplí los 17 años, desde la ventana de mi habitación podía ver las vías de la estación de Chamartín, vivíamos muy pegados a ellas y en un octavo piso, así que tan sólo tenía que asomarme para ver el trajín diario de cercanías y talgos. Y siempre, bueno, casi siempre, estuvo presente el runrún de que ese verano sería el último en el que veríamos esa panorámica. Realmente no le tenía ningún cariño, ni pretendo romantizar la imagen de las vías, más bien todo lo contrario, pero este recuerdo me confirma que la Operación Chamartín ha sido un proyecto enquistado durante años, unos 25, para ser más exactos, en los que ningún gobierno municipal y central terminaba de cerrarlo. Desde aquel día, a finales de los 90, en el que con un mapa sacado de El País y asomados a la ventana, mi padre nos enseñó dónde iría cada nueva torre de cristal, hasta que nos fuimos de ese piso, no se aprobó nada de forma definitiva.
2. Hasta que llegó a la alcaldía Manuela Carmena de la mano de Ahora Madrid. En los últimos 4 años se han cerrado hasta dos nuevos proyectos, se ha puesto de acuerdo a las diferentes partes y se ha aprobado el segundo por unanimidad de todos los grupos políticos municipales ya con el trifachito en la alcaldía. La razón que hemos oído sobre esta necesidad de acelerar el proyecto viene a ser algo así como que había que aprovechar dicha legislatura para aprobar un plan no tan dañino para nosotras. Y la justificación de lo poco conseguido, por parte de algunos sectores de Más Madrid, se basa, explicado de forma tosca, en que la correlación de fuerzas no era tan favorable para arrancarle algo más al Gobierno Central y al BBVA, los otros dos principales agentes con intereses y poder de decisión dentro de esta operación.
3. Pero si la correlación de fuerzas no era razonable para diseñar un proyecto donde se reflejen los intereses de las vecinas de Madrid así como las reivindicaciones de los colectivos ecologistas y en defensa de la vivienda, ¿Por qué tratar de cerrarlo en este contexto tras 25 años de parón? ¿Por qué no iniciar un proceso que aglutine a diferentes fuerzas sociales para defender otro proyecto? ¿Por qué expulsar a las organizaciones vecinales y ecologistas de las mesas de negociación que culminaron en el segundo proyecto cuando podían presionar junto al Ayuntamiento? ¿Por qué no informar a la ciudadanía durante el proceso de negociación y no a posteriori de una forma triunfalista y acrítica?
4. Realmente dentro de Más Madrid han convivido tres formas de afrontar su responsabilidad en el diseño y aprobación del mayor plan urbanístico proyectado en Europa para los próximos años. Por un lado, la euforia del equipo más próximo de Carmena, con Calvo como portavoz y con menos probabilidad de convencer a alguien que un vendedor de enciclopedias en pleno 2019. Luego, el grueso más gordo, el que ha mantenido un silencio sepulcral durante estas últimas semanas claves para su aprobación final, en una impresionante exhibición de marianismo político (¡toma transversalidad!). Por último, el sector con mayor bagaje político y militante, el que ha alegado el temita de la correlación de fuerzas.
5. Y esto es lo que nos interesa. Lo que tiene más chicha. Entendemos de sobra que cuando hay abierto un conflicto entre diferentes partes, es importante valorar la correlación de fuerzas existente. No hace falta que nos lo expliquéis, es algo patente en nuestro día a día, en el curro, en los grupos de vivienda, etc. Lo que planteamos como crítica es que desde el Ayuntamiento en ningún momento ha existido la intención real de abrir un conflicto con las otras partes de la mesa, de plantear cierta confrontación, de medir esa correlación de fuerzas. Porque los intereses confluían, tan sólo había que maquillar el proyecto original para abrirlo a otros sectores sociales y políticos. No hay más que tirar de hemeroteca y releer a Carmena y Calvo tras la presentación del segundo plan diseñado en esta legislatura, para comprobar que, al final, en la mesa había tres partes caminando en la misma dirección.
Se plantea un escenario donde hay una alternativa pragmática con incidencia real en nuestras condiciones materiales frente a una realidad militante idealista, terca, cerrada sobre sí misma y presa de inercias
6. Otro punto que nos hierve la sangre es el siguiente, se plantea un falso dilema donde se hace necesario elegir uno de estos dos únicos caminos, se plantea un escenario donde hay una alternativa pragmática con incidencia real en nuestras condiciones materiales frente a una realidad militante idealista, terca, cerrada sobre sí misma y presa de inercias. Esta falsa dicotomía, ojalá la realidad política fuera así de sencilla, se ha utilizado como argumentación también en dicho conflicto, presentando el camino seguido por Carmena como el único con opciones reales de conseguir una alternativa al plan original. Nos duele que se recurra al desprecio, a la minusvaloración del opuesto en un debate de tal relevancia, utilizándose como pantalla para evitar entrar en cada uno de los puntos calientes de dicha operación.
7. Una «city» calcadita a la londinense, de hecho se ha contado con los mismos arquitectos, es decir, una fuerte apuesta por atraer al capitalismo financiero y especulativo. Una losa de hormigón de tropecientas mil toneladas que figura como zona verde, lo que viene a ser una zona verde que no serán más que macetas gigantes. 22 torres de cristal que entrarán directamente en el ranking de los 30 edificios más altos de Madrid. Los problemas de movilidad parejos con miles de trabajadores tratando de llegar puntuales. Las viviendas de lujo proyectadas. Etcétera. Etcétera. Creemos que aquí todos somos lo suficientemente avispados para saber que tenemos delante. Y también creemos que hubiera sido un ejercicio de honestidad política el reconocer la derrota, el decir «nos toca tragarnos este plan», y dejarse de malabarismo con la palabra para al final no decir nada, escondiendo una justificación tras un lamento, como en un rulado artículo online, donde parece que se va a aceptar dicha realidad para, al final, acabar echando balones fuera. Una pena.
8. Resulta problemático el trasfondo de este discurso. Compartimos que ciertas luchas quijotescas suelen tener efectos más demoledores de lo que solemos creer entre nuestras filas, pero nos negamos a aceptar el lado opuesto, donde renunciemos a presentar cualquier batalla si no hay posibilidad alguna de éxito, pues existen otras mil variables a tener en cuenta a la hora de saltar o no al césped, como el poso de experiencia y cultura política que heredan las siguientes generaciones, o el que el inicio de la lucha es un paso previo necesario para poder aglutinar diferentes fuerzas, por ejemplo. Dejemos de reducir los debates a simples dicotomías y reconozcamos su complejidad. Aquí hay mucho en juego.
9. Al final, estamos ante el reformismo de toda la vida, con nuevos discursos, bien elaborados y bien atractivos. Que nosotras, las que seguimos en la calle, tenemos que hacer profundos ejercicios de autocrítica, está clarísimo, pero que en Más Madrid convendría que echaran un ojo a los rincones de la Historia, también.
J, vecino de Hortaleza