¿Melancolía o hipotiroidismo?

Una compañera que quiero muchísimo, llevaba varios años por la calle de la amargura. Melancólica, deprimida. Ella decía que porque el mundo era cruel (en resumen). Sicológico (pensaba). Amante ella de las terapias alternativas, y rechazando de plano la medicina convencional por ser portadora de muerte al servicio del poder, se trataba con pamplinas: homeopatía, flores de Bach, oligoelementos, constelaciones familiares, osteopatía, dietas vegetarianas… Y no levantaba cabeza. Mucho peor: empeoraba lentamente. Apática, todo le daba igual, perdió sus amigos y amigas. Así años, yendo de uno a otro, de otro a uno, y gastando una pasta en potingues y en el homeópata de confianza. Y todo su entorno, angustiado.

Finalmente, tras mucho rogarle, la llevé al médico del seguro hace unos meses, del médico al endocrino, pruebas, analíticas, y diagnóstico: hipotiroidismo. Pastilla de tiroxina de por vida. Y se ha recuperado que pega unos saltos que no veas: va al gimnasio, hace yoga, recoge gatos perdidos, lee poesía, se toma la cervecita, al sol del invierno… Qué maravilla. A los setenta años (lo menos), ha resucitado.
Bueno, pues ya me estaba diciendo que tomando no sé cuál suplemento de yodo que le había aconsejado un pendejo, podía dejar la tiroxina. No sé qué cara le he puesto, que me ha dicho enseguida que se va a tomar todo lo que le manden.

La moza discutía de vez en cuando conmigo, en el sentido de que quiere –como anarquista–, lograr la soberanía personal en materia de sanidad, autocurarse y prescindir del médico… Y a esto es a lo que voy.

El anarquismo, aparte de intentar lograr la mayor autonomía individual, reconoce al grupo como interdependiente. Todos dependemos los unos de los otros. Me atrevería a decir que en materia de sanidad, si alguien tiene a su hijito de dos añitos, lleno de ampollas, con fiebre de cuarenta, convulsionando, y sin saber qué hacer, irá disparado al hospital infantil más cercano a pedir a los médicos que salven al bebé. Es más, diría que la soberanía sanitaria no sirve de nada a un muerto. Añadiría además, que la sanidad no es solo la farmacia y el médico, si no el agua potable, el alcantarillado, el alumbrado público, la recogida de residuos, la alimentación diaria, la ropa limpia, los detergentes, el dentista, y el insecticida si aparecen bichos indeseables en el escroto. 

Estos días hablábamos también de las vacunas, que están tan de moda. Ella está radicalmente en contra de la vacunación obligatoria. Yo, en general, no me pronuncio porque dicen que el 90% de la población está vacunada, así que…, ¿para qué hacerla obligatoria, cuando aquí casi todo Cristo confía ampliamente en ese potingue? Por eso, simplemente a título informativo, menciono que la última campaña de vacunación obligatoria que hubo en Europa, se produjo en 1972 en la Yugoslavia Socialista (1). Las autoridades ante un brote de viruela pidieron ayuda a la OMS, implantaron la Ley Marcial, y llevaron a cabo una agresiva campaña de re-vacunación en toda la población. Y eso lo hicieron con vacunas que tenían montones de efectos secundarios. El resultado fue que en Europa se acabó la viruela, y cuatro o cinco años después, se erradicó del resto del mundo (2). Y esa victoria se logró gracias a la colaboración de las naciones y su compromiso en llevar la vacuna a todas partes.

No me canso de repetirlo: las terapias alternativas, solo curan a pacientes sanos. El que está malito de verdad, mejor que se deje de buscar milagritos. Y sabed que en la anarquía habrá soberanía sanitaria, interdependencia colectiva y, por supuesto, mientras llega la panacea, habrá campañas de vacunación, masivas, solidarias y mundiales. 

Acratosaurio rex


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(1) En el brote ocurrido en Yugoslavia en febrero de 1972 por un peregrino que regresó a su hogar desde la Meca con fiebre, tardaron cuatro semanas en saber que se estaban enfrentando a la viruela, y eso que todavía no se había logrado su erradicación mundial… Dos semanas después de regresar el peregrino enfermo, once de sus amigos y miembros de la familia desarrollaron fiebre y exantema. Uno de ellos, un maestro de treinta años, se encontraba en estado grave con petequias en la piel y mucosas, fue tratado en la clínica local, trasladado a un hospital urbano, y trasladado de nuevo a la sala de un hospital de la capital. En el momento en que falleció sin un diagnóstico, el maestro había infectado a 38 individuos, incluyendo dos médicos, dos enfermeras y dos trabajadores del hospital. En las cuatro semanas desde que por primera vez el peregrino experimentó fiebre, tiempo que como dijimos tardaron los médicos y autoridades sanitarias en saber que se estaban enfrentando a la viruela, 150 individuos se infectaron en todo el país. Una campaña masiva de salud pública limitó los estragos. Fueron vacunados 20 millones de individuos, 10.000 contactos conocidos fueron puestos en cuarentena durante, al menos, dos semanas, y las naciones vecinas cerraron sus fronteras. No obstante, contrajeron la viruela 175 individuos y en el brote de nueve semanas fallecieron 35. Estos acontecimientos tuvieron lugar en una población vacunada adecuadamente.
https://core.ac.uk/download/pdf/230316309.pdf
(2) El compromiso de Ia OMS en la erradicación de Ia viruela obedeció a la insistencia de Ia Union Soviética, y el Gobierno ruso ha reclamado justificadamente el mérito de esa iniciativa. En 1958, el académico Viktor Zhdanov, propuso… La erradicación de la enfermedad.
https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/56752/WHF_1998_19_n2_p115-121_spa.pdf

2 pensamientos sobre “¿Melancolía o hipotiroidismo?”

  1. Mis mejores deseos para ti Gustavo. Gracias por tu comentario porque me has recordado mucho a todo lo pasado por mi amiga, que por cuestiones ideológicas o creencias sanitarias, por poco deja el pellejo en el intento. Que tengas una vida larguísima y muy feliz, deseo que hago extensivo a todo cristo.

  2. Yo padezco hipotiroidismo, Y sí, la vida se te pasa de largo, y tú no puedes subirte a su tren por estar anclado a una especie de burbuja invisible que te envuelve en un estado de desánimo, de apatía, de cansancio o fatiga constante, de depresión o melancolía sintiéndote incluso culpable porque no alcanzas el ritmo vertiginoso de las cosas. Tu vida se ve afectada en todos los ámbitos: intelectual, familiar, política y laboralmente. Mi caso fue de síntomas que duraron un año debido a un mal diagnóstico.

    Pero la levotiroxina es fundamental para recuperarse uno mismo y a la gente que poco a poco se ha alejado, no porque sean insolidarios o indolentes, sino porque van al ritmo de la vida y desconocen los efectos de esta condición.

    La hormona sucedánea (levotiroxina) debe tomarse de por vida porque la glándula tiroides la produce deficientemente, y la dosis debe adecuarse en función del nivel de su producción.

    Si el hipotiroidismos no se trata, los efectos no solo son de tipo volitivos o anímicos, cursan también otros síntomas como obesidad, un frío constante que no termina de desaparecer, colitis nerviosa, falta de concentración, mala memoria, tinitus o zumbido de oídos, hambre, bradicardia (latidos lentos del corazón) y una baja de plaquetas.

    Así que amigos ácratas, con el afán de compartir mi experiencia, me gustaría decir que la medicina homeopática no siempre es mala y la medicina alternativa, como dice la publicación, no necesariamente resuelve problemas en personas que tienen una condición física diferente a la del resto. Personalmente, nunca abandonaría o sustituiría mi tratamiento, y menos cuando ahora me siento recuperado.

    Mis mejores deseos en este año que inicia.

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