El mayo del 68, francés, ha dado mucho que hablar e interpretar, desde el mismo momento de lo hechos: ahí están para corroborarlo los tempranos libros de Cornelius Castoriadis, Claude Lefort y Edgar Morin, o los de Alain Touraine, los hermanos Conh Bendit, o el de Pierre Vidal.Naquet, o el de Daniel Bensaid y Henri Weber, etc., etc., etc. Con el paso de los años las mil interpretaciones y las mil tergiversaciones han ido en aumento, en especial cuando las fechas aniversarias se ha cumplido: Serge Audier, François Cusset, Mavis Gallant, Kristin Ross, Jacques Baynac, Patrick Rotman…y los furiosos intentos por aniquilar- por parte de políticos al unísono con algunos protagonistas y herederos- cualquier valor positivo a aquellos días intensos que se plasmaron en una huelga general difícil de recordar y repetir en el Hexágono.
Acercándose el cincuenta aniversario, el año que viene, es seguro que los anaqueles de las librerías se llenarán de obras recordatorias, nuevos análisis y demás. En este orden de cosas y tomando la delantera, la editorial La Linterna Sorda acaba de publicar Esplendor en la noche. Vivencias de mayo 1968, en el que se presentan los testimonios de cómo fueron vividos aquellos momentos por diferentes militantes libertarios. El libro como no podía ser de otro modo subraya el carácter libertario de aquellos días, plenos de hartazgo, libertad y esperanza, y digo que no podía ser de otro modo ya que además de los autores presentes, la realidad de los hechos confirma el sello plural y festivo de aquellos días, que se intentó sofocar o domesticar desde la supuesta izquierda – reformista y dicha revolucionaria- que hablaban sobre agentes provocadores, de hijos de la Coca-Cola y otras gaitas descalificadoras, y desde la derecha que consideraba aquello como la chienlit que dijese el entonces jefe del gobierno. Pagaille, caos, carnaval, etc., etc., etc.
Mas volviendo a la obra que traigo a esta página, ésta se abre con unas útiles notas en las que –bajo el nombre de Claves libertarias y sesentayochistas– Ana Muiña y Agustín Villalba nos sitúan ante una serie de siglas, lugares, instituciones, corrientes de pensamiento / acción y organismos de la época que bien sirven para ubicarnos en el escenario al que vamos a ser conducidos. Tras esta primera puesta a punto con la que entramos en calor, le toca el Turno a Tomás Ibáñez que ofrece tres entregas en las que, tras escribir unas líneas introductorias, se expresan las lecciones para nuestro hoy de aquellos acontecimientos, proponiendo una cronología subjetiva de aquellos días en los que su implicación fue directa. La mirada de Ibáñez no se detiene en el recuerdo sino que plantea las lecciones que se pueden extraer, negando cualquier balance que suponga la valoración del mayo como victoria (para unos las ideas allá reivindicadas hoy en día están en marcha, ejemplo de tal postura sería Gilles Lipovetski) o como derrota (pues según los defensores de la vía leninista: faltaba un partido proletario de vanguardia), propuesta no pertinente ya que en el desencadenamiento de los hechos jugó una papel esencial el factor sorpresa, faltando cualquier proyecto pre-establecido que señalase hacia dónde se debía avanzar y con qué finalidad explícita.
Subraya Tomás Ibáñez, una serie de cambios sustanciales que se impusieron entonces y que perduran con sus más y sus menos, en lo que hace a los movimientos sociales (feminismo, ecologismo…), al modo de organización de los movimientos emancipatorios que en vez de prometer un futuro luminoso, apostaban por el presente, por el ya: la emancipación en acción; sin olvidar la importancia concedida a lo cotidiano, como esfera absolutamente unida a lo político. Aprovecha Ibáñez para señalar los aires de familia que tuvo el 15M con las movilizaciones sesentayochescas y los intentos de adueñarse de ellos por parte de Podemos, como si ellos fueran las representación pura y dura de aquella explosión reivindicativa. Otro aspectos subrayado es el de la lucha no centrada meramente en los aspectos económicos, sino que las luchas e alzaba contra l dominación cultural, existencial…lo que conllevaba un ambiente festivo a las luchas.
El paso siguiente va de la mano de Octavio Alberola y Ariane Gransac, que ponen el acento en cómo la lucha se inició en tiempos de bienestar, reclamando una vida digna ya; esto iba unido al debilitamiento de la idea de progreso, que hasta entonces había sido la bandera aireada por los defensores del orden capitalista. El movimiento supuso una puesta en solfa de los modos de hacer y pensar la política. El hincapié se ponía pues en los aspectos relacionados con la pérdida de la libertad y el despojo de la autenticidad del ser. Los autores señalan algunos antecedentes en los que se veían aspectos que luego estallaron con más fuerza y extensión en el mayo del que hablamos: los zengakuren, la oposición a la guerra del Vietnam con las consiguientes ocupaciones en diferentes campus norteamericanos, muy especialmente en el de Berkeley; las movilizaciones de marzo en Roma, las manifestaciones en Londres frente a la embajada de los USA, el ejemplo de Martin Luther King, etc.
Para detenerse en el caso hispano con sus asambleas universitarias y la importancia que los ácratas daban – frente a las almidonadas e inactivas posturas de los anarquistas burocratizados del exilio- a la democracia directa y la acción directa, alzándose contra la carencia de salidas por parte de los partidos institucionalizados (aunque se mantuviesen en la clandestinidad). Una idea que dominaba esta nueva oleada que se respiraba en algunas universidades hispanas – muy en especial en las madrileñas- era que la revolución había de ser anti-dogmática y solidaria. En el mismo terreno de los preámbulos del mayo francés se citan las acciones contra las embajadas tanto de La Haya como de Turín, lo que llevaba a un semanario de amplia difusión a augurar un verano caliente (la profecía se adelantó un mes).
Aclara Alberola que los acontecimientos le pillaron en una cárcel belga y que se enteraba de las movilizaciones por medio de Ariane que había sido liberada a tiempo y por una radio que tenía un recluso flamenco que se las ingeniaba para hacerle llegar las noticias.
También elogia a Agustín García Calvo, del desplazamiento que se dio por parte de algunos desde la autonomía a los posicionamientos marxista-leninistas, y también se habla del MIL o de los GARI… y la detención que a él le supusieron algunas acciones reivindicadas por estos últimos. Ente las nuevas luchas que tomaron cuerpo a partir de entonces se destaca el ecologismo y el feminismo, cuestión a la que va a dedicar el siguiente artículo Ariane Gransac. Su escrito no está ligado para nada con el mayo del que se habla, sino que se dedica a alertar contra las tendencias que en nombre de la igualdad hace que cierto feminismo se incline a igualarse con los valores dominantes, masculinos. Así, según su modo de ver el feminismo ha de ir absolutamente ligado con una lucha contra el dominio , proponiendo caminos para cambiar las formas de vida, que han de ser guiados por posturas anti-autoritarias, para evitar caer en las redes del poder (he de señalar que en mi opinión hay algunos aspectos que pueden conducir a alguna confusión: así, cuando la reivindicación, justa donde las haya, de a trabajo igual salario igual pueda ser considerada como una reivindicación es señalada como representante de cierto peligro en lo que hace a compartir posturas de poder). Concluye Gransac destacando la importancia fundamental que tiene el cambiar la vida de mujer que habitualmente se une a la reclusión de las féminas en la esclavitud doméstica.
El testimonio de Claire Auzias, se basa en sus recuerdos de aquel año en el que ella estudiaba en un liceo de Lyon; formaba parte así en los menores que seguían la marcha propuesta – y puesta en práctica- por los mayores especialmente en las calles de la capital del Sena. El texto revista una belleza que es realzada por la forma de diálogo que establece ella con otra Claire con la que compartía en los tiempos de revuelta, la participación en manifestaciones, el reparto de octavillas o la alborozada asistencia a las multitudinarias asambleas. En lo narrado se nos transmite los sabores de la espartaquista Rosa Luxemburgo, de Wilhem Reich en aquella república de los niños, guiada por una explosión deseante.
La histórica anarquista, Lola Iturbe, relata el modo en que vivió aquellos días, presentando cierta narración de los hechos, de las fuerzas en presencia y la postura del gobierno, destacando las claras tonalidades anarquistas que indudablemente revistieron aquellas jornadas en las que la unión de los trabajadores, estudiantes, profesionales llevó al país a las vísperas de tomar el cielo por asalto.
Las intervenciones se cierran con la de Miquel Amorós que estudia la presencia de los situacionistas en el mayo del 68, mostrando la travesía recorrida por los , escasos, seguidores de Guy Debord o Raoul Vaneighem, deds el ámbito de la cultura al de la revolución. Varios textos se convirtieron en materiales de estudios entre no pocos movilizados , textos que sintonizaban como una guante con los dedos de la protesta, ya que en ellos se captaban los sentimientos de descontento que anidaban en la juventud. Así desde el inicial la miseria en el medio estudiantil a los clásicos a los célebres La sociedad del espectáculo o El manual de saber vivir para las jóvenes generaciones, el situacionismo planeó sobre el movimiento de ocupaciones al hacer tierra con muchas de las reivindicaciones que florecían en la espontaneidad del movimiento que más se inclinaba hacia la pluralidad de los consejos que a los intentos unificadores de los defensores del partido de vanguardia.
El volumen se completa con una abundante y significativa presencia de fotos e ilustraciones que representan a algunos de los protagonistas a los que se alude, o que escriben, y a los lemas e imaginativos carteles que florecieron en aquellos días como cien flores que reivindicaban una vida nueva, más plena y feliz, en la que los asuntos de la comunidad fueran decididos por el común de los ciudadanos.
Iñaki Urdanibia
Tomado de http://kaosenlared.net/banderas-negras-mayo