Hace algo más de un año publicamos una escueta noticia titulada «Vuelve el fantasma del terrorismo anarquista» en la que informamos sobre la última operación antiterrorista que se había llevado a cabo contra el terrorismo anarquista: en ella explicamos que en la madrugada del 13 de mayo de 2019 dos compañeras anarquistas fueron detenidas y trasladadas a la Audiencia Nacional tras practicarse registros en sus casas y en el Espacio Anarquista La Emboscada. Tras pasar a disposición judicial salieron en libertad, pero se encuentran desde entonces a la espera de que termine la fase de instrucción y se decida si irán a juicio o no.
Por aquel entonces no sabíamos de qué se les acusaba; ni siquiera conocíamos el nombre de la operación policial, pues la causa se encontraba bajo secreto. Los servicios de información de la Policía Nacional se limitaron a detenerlas bajo la genérica imputación de “terrorismo” y “sabotajes”, sin dar más explicaciones. Un juez de la Audiencia Nacional pretendió tomarles declaración a ciegas (a lo que se negaron), sin informar sobre los hechos investigados, ni qué pruebas existían, ni nada.
Algunos meses después se alzó el secreto de las comunicaciones y ahora conocemos que la operación antiterrorista se llamó “Arca”.
Se trataría de la séptima operación de este tipo desde el año 2014, tras haber pasado por las Operaciones Facebook, Columna, Pandora, Pandora 2, Ice y Piñata anteriormente. En estas seis causas judiciales previas siempre se dieron una serie de patrones comunes: se detuvo e investigó a anarquistas por el hecho de serlo, por usar comunicaciones seguras (como correos encriptados), por hacer asambleas y por publicar comunicados en los que manifestaban querer acabar con un sistema opresor. De las cinco operaciones solo una (Columna) terminó con condenas para alguien (los anarquistas chilenos Francisco Solar y Mónica Caballero, que fueron expulsados de la UE tras pasar 3 años en prisión). El resto de casos se archivaron, al comprobarse que no había nada contra ellas y que los informes policiales se acercaban más a obras literarias que a análisis concienzudos.
Ahora, en la investigación de la Operación Arca, sabemos que a las dos investigadas se les vincula con más de 20 acciones (“terroristas”, según la policía): sabotajes a cajeros, incendios de vehículos de seguridad privada, colocación de artefactos explosivos en sucursales bancarias, destrozos en inmobiliarias, etc.
Con motivo del primer aniversario de la Operación Arca, un grupo antirrepresivo se ha solidarizado con las compañeras y ha creado una web llamada Quemando Arcas, desde la cual se dedican a difundir el caso y brindar su apoyo. “No nos importa si para el Estado ellas son inocentes o culpables, si son criminales o terroristas” explican las creadoras de esta página, si bien dejan claro que dudan de la veracidad de las investigaciones. “No queremos legitimar su espectáculo, ni un sistema judicial y político que han creado ellos para sus intereses. La única definición que reconocemos, y en la que nos reconocemos a nosotras mismas desde la complicidad, es la de anarquistas. Porque luchamos por recuperar nuestra vida y nuestra autonomía frente a este sistema autoritario”.
En la web de Quemando Arcas se pueden encontrar distintos comunicados, así como vídeos explicativos, fotos de pancartas colocadas en distintos lugares apoyando a las compañeras e, incluso, un Mapa de Sabotajes. En este último, las creadoras de la web se han dedicado a rastrear más de 40 acciones reivindicadas por anarquistas en distintas webs en los últimos 3 años en Madrid y a indicar cuáles se están investigando dentro de la Operación Arca y cuáles no. Porque otro propósito de la web es “que las acciones no caigan en el olvido”, las haya hecho quien las haya hecho, a fin de que se pueda entender el contexto que las abarca y sus motivaciones: todas las acciones han supuesto daños materiales, nunca personales, y muchas de ellas se llevaron a cabo en solidaridad con Lisa, una anarquista encarcelada por su supuesta participación en un atraco a un banco en Colonia (Alemania) en noviembre de 2014; otras, en solidaridad con distintas activistas detenidas, investigadas o condenadas por participar en las manifestaciones contra la cumbre del G20 en Hamburgo (Alemania) en 2017; y otras contra la gentrificación de los barrios de Madrid, que convierten nuestra ciudad en una urbe en la que ya no se puede vivir.
La imputación de terrorismo se justifica en base a que existe una ideología tras las acciones. Pintadas, sabotajes y pequeños incendios se considerarían mero vandalismo y daños si se trataran de una “gamberrada” apolítica, pero adquieren un cariz de gravedad extrema cuando existe una intencionalidad política detrás. Se las tacha de los actos de violencia más grave regulados en el Código Penal mientras el capitalismo condena a millones de seres humanos a la pobreza y la precariedad con sus desigualdades y miserias y mientras los Estados provocan guerras impunemente. Son estas contradicciones las que visibiliza Quemando Arcas.