Repensar, reimaginar, recrear… al hilo de un libro de Amador Fernández-Savater

He leído dos veces seguidas el libro  de Fernández-Savater: Habitar y gobernar. Inspiraciones para una nueva concepción política[1]. La primera lectura fue de asombro, la segunda de reflexión y de tomar notas, también de placer al ir repensando, reimaginando y re-creando lo que había subrayado en la primera lectura.
Soy consciente de que ha sido una lectura apasionada (sí, vehemente; pero con una vehemencia llena de alegría, sin perturbación alguna)  y, por tanto, subjetiva. Digo esto porque es posible que a otras personas con otras trayectorias y otros intereses, el libro de Fernández-Savater no les apasione como a mí, o quizás, más. Ya sabemos que nunca hay una lectura igual y que el libro, en gran parte, lo construyen quienes lo leen. El caudal de posibilidades que ha sabido «encauzar» el autor es tan rico que solo recogeré retazos para animar a su lectura.
I. Repensar
El libro incita a repensar algunos aspectos de la lucha social y política.
«Pero ¿qué es luchar? Podemos pensarlo así: es un acto de interrupción colectiva de las maneras establecidas de ver y vivir, una forma de parar el mundo…» (p. 17). Solo he vivido dos momentos en los que he sentido que se paraba el mundo: en la llamada «Transición», etapa que se abrió a la muerte de Franco, y durante el Movimiento 15 M. En la primera ocasión era tan joven que pensé que había sido una alucinación, unos 35 años después supe que era una realidad emocionada y posible. Ambas experiencias acabaron con ciertos cambios políticos y el ritmo del tiempo volvió a la monotonía… pocas cosas cambiaron.
Este libro es fuente de inspiración para entender la agobiante política: del orden de la gestión dentro de un marco-argolla dado como necesario e inevitable. Mejor optar por la politización: hacerse preguntas radicales sobre lo existente.
Repensar, o mejor confirmar certezas, que hace tiempo van definiendo mi manera de investigar: [basado en un libro de Eugenio Trias]: solo el historiador o investigador enamorado puede revivir un momento o una época. Hay vida si sigue pasando electricidad entre el pasado y el presente.
Reinventar una memoria activa, reproponer historias del pasado para el presente.                                                                                                                                    
Fernández-Savater es un mago mezclando continuamente su palabra con la de otras personas, me gusta mucho esa manera de fusionar palabras sin la pesada losa de citar continuamente las palabras ajenas pero señalando en cada capítulo a los autores y autoras que le han ayudado a repensar y me van a ayudar a mí a hacer lo propio.
II. Reimaginar
Fernández-Savater reimagina la revolución, el nosotros, el enemigo, la organización, la estrategia, el conflicto, las tácticas. Elementos que son necesarios para la lucha pero que es necesario desbrozarlos de tantas concepciones que han llevado a la izquierda al fracaso en demasiadas ocasiones.
Toma el autor de Gilles Deleuze esta afirmación de la que se puede partir para reimaginar: «Hay imágenes de pensamiento que nos impiden pensar». Estas «imágenes» son ideas preconcebidas. Organizan nuestra mirada: lo que vemos y lo que no, lo que valoramos y lo que no. También nos ayudan a orientarnos (o a desorientarnos), a movernos en lo real. Para pensar, para cambiar necesitamos dotarnos de otro imaginario: imágenes que organicen nuestra mirada de otro modo, que nos orienten en sentido diferente (p. 41).
Y encontramos en todos los capítulos del libro propuestas, ideas, imágenes de cambio que no quieren cerrarse sobre sí mismas sino dejarlas abiertas y en construcción permanente. Sabemos el mal resultado de las teorías cerradas y acabadas que derivaron en distopias pese a sus planes emancipadores. Sabemos de los fracasos que conlleva separar a los que piensan de los que ejecutan y las construcciones jerarquizadas y totalitarias a las que da lugar. Conocemos en qué han acabado las noches gloriosas de «toma del poder» de las revoluciones clásicas.
El autor propone diversas fuentes de inspiración en ese depósito de saberes que es el pasado y que hay que actualizar para el hoy. Pero también el Movimiento del 15 M se convierte en manos del autor en una fuente de imaginación y reimaginación necesaria que puso en práctica espacios de subjetivación, de transformación de los lenguajes, las percepciones y los comportamientos (dixit Jacques Rancière).



III. Re-crear

He leído dos veces seguidas el libro  de Fernández-Savater: Habitar y gobernar. Inspiraciones para una nueva concepción política[1]. La primera lectura fue de asombro, la segunda de reflexión y de tomar notas, también de placer al ir repensando, reimaginando y re-creando lo que había subrayado en la primera lectura.

Soy consciente de que ha sido una lectura apasionada (sí, vehemente; pero con una vehemencia llena de alegría, sin perturbación alguna)  y, por tanto, subjetiva. Digo esto porque es posible que a otras personas con otras trayectorias y otros intereses, el libro de Fernández-Savater no les apasione como a mí, o quizás, más. Ya sabemos que nunca hay una lectura igual y que el libro, en gran parte, lo construyen quienes lo leen. El caudal de posibilidades que ha sabido «encauzar» el autor es tan rico que solo recogeré retazos para animar a su lectura.

I. Repensar

El libro incita a repensar algunos aspectos de la lucha social y política.
«Pero ¿qué es luchar? Podemos pensarlo así: es un acto de interrupción colectiva de las maneras establecidas de ver y vivir, una forma de parar el mundo…» (p. 17). Solo he vivido dos momentos en los que he sentido que se paraba el mundo: en la llamada «Transición», etapa que se abrió a la muerte de Franco, y durante el Movimiento 15 M. En la primera ocasión era tan joven que pensé que había sido una alucinación, unos 35 años después supe que era una realidad emocionada y posible. Ambas experiencias acabaron con ciertos cambios políticos y el ritmo del tiempo volvió a la monotonía… pocas cosas cambiaron.

Este libro es fuente de inspiración para entender la agobiante política: del orden de la gestión dentro de un marco-argolla dado como necesario e inevitable. Mejor optar por la politización: hacerse preguntas radicales sobre lo existente.

Repensar, o mejor confirmar certezas, que hace tiempo van definiendo mi manera de investigar: [basado en un libro de Eugenio Trias]: solo el historiador o investigador enamorado puede revivir un momento o una época. Hay vida si sigue pasando electricidad entre el pasado y el presente.
Reinventar una memoria activa, reproponer historias del pasado para el presente.                                                                                                                                    
Fernández-Savater es un mago mezclando continuamente su palabra con la de otras personas, me gusta mucho esa manera de fusionar palabras sin la pesada losa de citar continuamente las palabras ajenas pero señalando en cada capítulo a los autores y autoras que le han ayudado a repensar y me van a ayudar a mí a hacer lo propio.

II. Reimaginar

Fernández-Savater reimagina la revolución, el nosotros, el enemigo, la organización, la estrategia, el conflicto, las tácticas. Elementos que son necesarios para la lucha pero que es necesario desbrozarlos de tantas concepciones que han llevado a la izquierda al fracaso en demasiadas ocasiones.

Toma el autor de Gilles Deleuze esta afirmación de la que se puede partir para reimaginar: «Hay imágenes de pensamiento que nos impiden pensar». Estas «imágenes» son ideas preconcebidas. Organizan nuestra mirada: lo que vemos y lo que no, lo que valoramos y lo que no. También nos ayudan a orientarnos (o a desorientarnos), a movernos en lo real. Para pensar, para cambiar necesitamos dotarnos de otro imaginario: imágenes que organicen nuestra mirada de otro modo, que nos orienten en sentido diferente (p. 41).

Y encontramos en todos los capítulos del libro propuestas, ideas, imágenes de cambio que no quieren cerrarse sobre sí mismas sino dejarlas abiertas y en construcción permanente. Sabemos el mal resultado de las teorías cerradas y acabadas que derivaron en distopias pese a sus planes emancipadores. Sabemos de los fracasos que conlleva separar a los que piensan de los que ejecutan y las construcciones jerarquizadas y totalitarias a las que da lugar. Conocemos en qué han acabado las noches gloriosas de «toma del poder» de las revoluciones clásicas.

El autor propone diversas fuentes de inspiración en ese depósito de saberes que es el pasado y que hay que actualizar para el hoy. Pero también el Movimiento del 15 M se convierte en manos del autor en una fuente de imaginación y reimaginación necesaria que puso en práctica espacios de subjetivación, de transformación de los lenguajes, las percepciones y los comportamientos (dixit Jacques Rancière).

III. Re-crear

Crear: Dar realidad a una cosa material a partir de la nada.

Recrear: Crear o producir una cosa a partir de otra ya existente.

A modo de ejemplo: el paradigma del habitar, la fuerza de los débiles y la potencia.

Crear y recrear está presente en el paradigma del habitar que propone otra sensibilidad, otra mirada sobre la realidad y otro modo de hacer. Supone detectar y entrar en contacto con los puntos de potencia. En este paradigma no hay vacío u oposición entre sujeto y mundo, sino que los mundos se pliegan sobre sí mismos para pensarse y darse formas. No se decreta lo que debe ser, sino que se elabora lo que ya está siendo.

¿Cuál es la fuerza de los débiles? Hay que buscarla fuera de uno mismo, de lo propio, de la propiedad, de la identidad, del patrimonio. Hay que afinar una escucha para detectar las potencias; una sensibilidad para entrar en contacto con ellas; una empatía para hacerte su amigo. Escucha, sensibilidad, empatía: la fuerza de los débiles.

Potencia destituyente (dixit Giorgio Agamben): una potencia que no cristaliza nunca en poder y sí en devenir y en permanecer ingobernables. La potencia no se gestiona: se actualiza o muere. La potencia es heterogénea con respecto al tiempo del poder, a su calendario electoral. La potencia no conoce distinción entre medios y fines, no admite distinciones entre formas y contenidos: en ella el medio es el fin, prefigura el fin, la potencia es medio sin fin. La potencia no es un contrapoder: no está ahí para controlar o vigilar al poder, no se define a la contra, sino por su capacidad creadora de nuevos valores, nuevas maneras de hacer, nuevas relaciones sociales. La potencia no es escasa, se multiplica al compartirse. La potencia no es cuantitativa, sino cualitativa.

Unas hebras con las que crear y recrear, con las que tejer redes en las que no hay un centro desde el que ver todo. De hecho la red vacía el centro y da relevancia a los márgenes, a los extremos. Hacer red (dixit Margarita Padilla) es poner en contacto a otras personas entre sí, colaborar con desconocidos y diferentes. Hacer red es compartir los procesos, no solo los resultados, y reconocer las contribuciones de los demás. Hacer red, en definitiva, es ser generoso, pero no solo con los de tu propia hebra, sino con el 99%.

Y el Epilogo de Rita Segato:

Una politicidad en clave femenina no es utópica sino tópica, pragmática y orientada por las contingencias, no principista en su moralidad, investida en el proceso más que en el producto y, sobre todo, solucionadora de problemas y preservadora de la vida en el cotidiano.

No se trata de biologizar las posiciones. Mujer y hombre no son dos cuerpos sino dos historias que entrecruzándose, llegan al presente, con su archivo de experiencias, habilidades y formas de gestión de la vida  (p. 366). 

Laura Vicente
http://pensarenelmargen.blogspot.com/2021/01/repensar-reimaginar-recrear-al-hilo-de.html

[1] Amador Fernández-Savater (2020): Habitar y gobernar. Inspiraciones para una nueva concepción política. Barcelona, NED.

Deja un comentario