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El socialismo será libertario o no será

Históricamente han existido dos tendencias generales en los movimientos socialistas, que se pueden describir grosso modo como los “de arriba” y los “de abajo”. Ambos lados están dedicados a la abolición del capitalismo, pero difieren significativamente en su visión de la sociedad futura y cómo se debe alcanzar. La diferencia clave entre estas tendencias es su enfoque con respecto al poder estatal. Mientras que los socialistas estatistas ven al estado como el medio para lograr el socialismo, los libertarios lo ven como una barrera.

Socialismo desde abajo:
Los socialistas libertarios durante mucho tiempo han argumentado que los Estados (o los gobiernos) no son instituciones neutrales, sino instrumentos de la regla de clases, establecidos para proteger a una minoría gobernante a través del monopolio de la violencia. Sin la policía, las cárceles, las fronteras militarizadas y un control político centralizado, un Estado ya no es un Estado. Dicha concentración de poder es antiética para la autogestión democrática y, por lo tanto, para el socialismo.

Para lograr un “socialismo libre”, quienes carecemos de poder bajo el capitalismo debemos empoderarnos mediante la organización en las áreas donde vivimos, trabajamos y estudiamos, creando organizaciones populares (es decir, sindicatos de base para trabajadores y arrendatarios, asambleas populares, organizaciones comunitarias) y el desarrollo de poder colectivo, no solo para contrarrestar los problemas que se nos imponen, sino para someter las instituciones que nos rodean al control democrático. Eventualmente, los trabajadores pueden arrebatarles sus lugares de trabajo a sus jefes, los inquilinos pueden tomar las viviendas de los arrendadores y las comunidades indígenas pueden ejercer soberanía sobre los territorios colonizados. Si los movimientos están suficientemente organizados y unidos entre sí, las acciones pueden crecer hasta convertirse en una revolución social a gran escala que siente las bases para una nueva sociedad en la que los gobiernos y las corporaciones sean reemplazados por entidades coordinadas de autogobierno.

Dichas estructuras se deben basar en el principio de democracia directa, en la cual, las personas participan directamente en las decisiones que afectan sus vidas. En lugar de simplemente elegir a nuestros gobernantes (lo que se conoce como “democracia representativa”), la democracia directa empodera a las personas para gobernarse colectivamente a sí mismos.
El mundo es complejo y los detalles siempre dependen de las circunstancias, pero nuestros principios rectores son inflexibles: se debe descartar el poder concentrado en todas sus formas a favor de la libertad, la igualdad y la democracia directa.

Socialismo desde arriba:
Los socialistas estatistas poseen una visión distinta. En lugar de ver la revolución como una ola de transformación desde abajo, se debe –en cambio– implementar desde arriba. Desde esta perspectiva, se entiende el socialismo como una ciencia que requiere administración profesional. Por lo tanto, un núcleo de revolucionarios profesionales (la “vanguardia”) debe tomar el control del estado capitalista en representación de “las masas” (ya sea a través de los medios electorales o militares) y administrar el socialismo mediante los mecanismos existentes de poder. En vez de situar la economía bajo la autogestión de la comunidad y los trabajadores, la tierra y la industria se nacionalizan y se ponen bajo el control directo del estado.

Revolución vs. cambio de régimen:
No existe un atajo hacia el socialismo. Reemplazar una clase gobernante capitalista por una clase gobernante autodenominada “socialista” no es una revolución social, sino un golpe de Estado; un cambio de régimen. Por lo tanto, el socialismo de Estado es una contradicción, que se podría describir con mayor precisión como “capitalismo de Estado”, ya que la población general continúa teniendo la necesidad de alquilarse a un jefe (en este caso, el todopoderoso Estado “socialista”).

Si el núcleo del socialismo es la autogestión colectiva, entonces el socialismo a punta de pistola no puede ser socialismo en absoluto. Incluso el mismo Karl Marx señaló: “la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos“. Una sociedad en que el poder fluye desde abajo hacia arriba solo puede construirse desde abajo hacia arriba. Por lo tanto, resulta lógico que cualquier intento de imponer el socialismo desde arriba terminará fallando en su objetivo profesado. A lo largo de la historia, siempre que un pequeño grupo de personas se ha apoderado del poder estatal en nombre del socialismo, en lugar de crear una sociedad sin clases, el Estado se hace cada vez más centralizado, lo que con frecuencia produce una sociedad más opresiva que la derrocada.

El ejemplo ruso:
La ideología “vanguardista” del socialismo de estado fue desarrollada por primera vez por Vladimir Lenin durante la Revolución rusa y luego se implementó una vez que él junto con el partido bolchevique tomaron el control estatal en 1917. Pese a que efectivamente se esparció una auténtica revolución socialista por el país, fue rápidamente absorbida y anulada por el nuevo Estado “socialista”. Los bolcheviques desmantelaron los recientemente formados consejos democráticos de trabajadores (sóviets) y las comunas agrícolas –los cimientos mismos de una revolución socialista– y los pusieron bajo el control directo del Estado. Mientras que los trabajadores rusos exigían “¡Todo el poder a los consejos!”, Lenin insistió en que: “la revolución exige… que las masas obedezcan indiscutiblemente a la única voluntad de los líderes”. Se encarceló o asesinó a innumerables socialistas en nombre del socialismo mucho antes de que Stalin llegara al poder.

El vanguardismo en sus variadas formas (leninismo, trotskismo, maoísmo, etc.) se consideró como un modelo ideológico a lo largo del siglo XX por parte de muchos que tuvieron éxito en apropiarse del poder estatal. Desafortunadamente, debido al éxito del modelo en producir regímenes autodenominados “socialistas” (Rusia, China, Cuba), la ideología vanguardista se volvió en gran medida un sinónimo del socialismo revolucionario.

Revoluciones socialistas libertarias:
Afortunadamente, no todas las revoluciones socialistas han sido absorbidas por autoritarios. Desde la revolución anarquista española hasta el alzamiento zapatista y la revolución de Rojava en el norte de Siria, existen muchos ejemplos de movimientos que reorganizan la sociedad según los principios socialistas y sin un Estado. Estos movimientos, como cualquier otro, no son modelos universales que se deban replicar, sino ejemplos que nos pueden enseñar lecciones importantes e inspirarnos con la esperanza de una posibilidad revolucionaria.

Arthur Pye

* Extractos del folleto Una introducción al Socialismo Libertario, que en versión completa en español está disponible en http://blackrosefed.org/socialismo-sera-libre-o-no-sera.

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