Agustín García Calvo nació en Zamora, en 1926, y en esa misma ciudad falleció el 1 de noviembre 2012, no mucho después de aquel 15M en el que se implicó. Como es sabido, ocupó una cátedra de lenguas clásicas en Sevilla y en Madrid, de la cual fue apartado por el régimen franquista en 1965 por su apoyo a las revueltas estudiantiles, y en la cual fue restablecido en 1976. Escritor de diversos géneros literarios y filósofo, las facetas fueron múltiples en quien se reconoce a una figura clave de la cultura contemporánea, recibiendo tres veces un premio nacional: de Ensayo en 1990, de Literatura Dramática en 1999 y de Traducción al conjunto de su obra en 2006. Hay que recordar la rebeldía permanente de García Calvo hacia el poder establecido, por lo que nunca fue amante de recibir galardones; en cierta entrevista, explicaba que si acepto los anteriormente mencionados era porque eran premios muy pequeños, sin que él se presentara a ninguno, y «los jurados son muy grandes y variados y hay más probabilidades de que entre ellos haya gente honesta». Uno de los últimos trabajos en los que participó fue el documental de Basilio Martín Patino sobre el movimiento 15M, el cual utilizaba precisamente el título de uno de sus poemas: «Libre te quiero».
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Una santa triada… ¿ácrata?
A raíz de mi texto anterior, sobre el peculiar Fernando Savater, hay quien me señala que mi perplejidad sobre semejante figura resulta excesiva, ya que él mismo, veterano militante libertario, jamás le consideró un representante del anarquismo. Bien, sin ningún ánimo de expedir carnés de tal o cual ideología, si es que podemos considerar tal cosa al anarquismo, diré que hace no tanto tiempo todavía escuché al autor de Ética para Amador asegurar que todavía se consideraba «libertario» y partidario de la «autogestión social» (todo lo entrecomillado, sic). El mismo autor, ese que me enmienda la plana, dice considerar de toda la vida a Savater un individualista radical, al modo de Stirner (con el que yo mismo, ojo, ya le emparentaba), más cercano a ese engendro llamado libertarianismo (si es que existe tal palabra en castellano). Sea como fuere, dudo mucho que el bueno de Stirner suscribiera ni una sola palabra de lo que sostienen los hoy llamado libertarians, pero lo que está claro es que Savater resulta un enigma intelectual; o quizá no tanto, simplemente es alguien con un afán para provocar metiéndose con lo progre y la izquierda parlamentaria, algo que resulta demasiado sencillo por otra parte. Lo más lamentable es que este fulano realiza esas críticas caminando de la mano, de manera casi literal, con la carcunda más grotesca y con esos que se llaman liberales, propugnando la libertad para su bolsillo, en este inefable país llamado Reino de España. No me extiendo más sobre el filósofo; como dije, no niego la valía de algunas de sus obras y su influencia en el pensamiento, pero hoy me resulta alguien patético a nivel moral e intelectual, si le juzgamos por sus obras actuales (parafraseando las sagradas escrituras).
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A ver si se puede oír esto:
Por la razón y el sentido común podemos decirle a este régimen que padecemos, a todos esos planes de economía futurista que nos invaden desde lo alto, desde donde Estado y Capital (que son lo mismo en todas partes) mandan y nos mandan encima que estemos Seguir leyendo La voz de la rebelión
Algún día habrá que despertar y decirlo ¿no?: pues que sea ahora. ¡Abajo la mentira!
A ver si se puede oír esto:
Por la razón y el sentido común podemos decirle a este régimen que padecemos, a todos esos planes de economía futurista que nos invaden desde lo alto, desde donde Estado y Capital (que son lo mismo en todas partes) mandan y nos mandan encima que estemos informados y preocupados, como si nos fuera la vida en lo mismo Seguir leyendo Algún día habrá que despertar y decirlo ¿no?: pues que sea ahora. ¡Abajo la mentira!
Farsa periódica
No votar, por supuesto. Pero las cosas han llegado a tal extremo, el Desarrollo se ha desarrollado tanto, que ese NO de «no votar» se ha quedado demasiado corto; que con la abstención no basta (y hasta puede tranquilizarle baratamente la conciencia, y que crea V. que con abstenerse ya está haciendo «algo positivo», o sea, en definitiva, votando a su manera), y que hace falta inventar maneras más eficaces Seguir leyendo Farsa periódica