Pero esa estrategia se choca con la resistencia que las recién llegadas y con la colaboración prestada por la Asamblea de Apoyo a Migrantes en Tenerife, a la que desde Todo por Hacer entrevistamos en estas líneas para que nos cuente lo que está ocurriendo en las Islas Canarias para tratar del romper el cerco mediático
La ubicación geográfica de Canarias la coloca de forma natural en las rutas migratorias habituales para salir del continente. Su situación en el Atlántico la ha convertido también en un punto de conexión tricontinental, un lugar de paso histórico en la travesía de Europa a América. El volumen de emigración canaria fue enorme desde el siglo XVI hasta el XX y aún hoy mantiene diásporas destacables en países como Cuba, Puerto Rico o Venezuela (llamada durante mucho tiempo en Canarias “la octava isla”). La afirmación de que habían más canarios viviendo fuera de las islas que en ellas fue un lugar común a principios del siglo pasado.
Desde hace aproximadamente un año hemos asistido a la mayor llegada de migrantes por mar a las Canarias desde la denominada Crisis de los Cayucos de 2004. La llegada de estas personas no ha sido en absoluto sorpresiva. Se veía venir y se podrían haber llevado a cabo preparativos para recibirlas de una forma decente. La previsión acerca de la reactivación del flujo migratorio hacia Canarias se remonta a dos años atrás, ante el cierre de la ruta entre Libia e Italia. Las llegadas a través del trayecto atlántico, surgido tras la llegada de la primera patera a Fuerteventura en 1995, comenzaron a aumentar progresivamente desde 2018, cuando se superaron las 1.000 personas que alcanzaron las costas isleñas (algo que no ocurría desde 2009). En el segundo semestre de 2019, la tendencia se confirmaba, pero el fenómeno pasó desapercibido para la Administración, que se ha demorado hasta este verano para habilitar espacios donde alojar migrantes. Así, la respuesta del Ministerio de Inclusión y Migraciones del autodenominado “gobierno más progresista de la historia” fue abrir siete grandes campamentos de migrantes en las islas Canarias, siendo el más grande el del muelle de Arguineguín (Gran Canaria).
El idealismo es necesario, pero no basado en irrealidades ni quimeras, sino en la capacidad real de aplicar las ideas pertinentes para transformar el entorno. Hay que descifrar los límites de los propios mitos, sean ideológicos, teóricos o de cualquier clase; descubrir la falsabilidad de los pensadores de referencia y tratar de aplicar las propias ideas teniendo en cuenta que por muchos antecedentes que tenga lo que te propones, y por más jugo que le saques a experiencias pasadas (la historia debe entenderse como pista, no como remanencia), la realidad es que esta experiencia, esta concreta, nadie la ha intentado antes; sólo tú y los que te acompañan. El discurso exclusivamente autorreferencial se diluye y queda la dura realidad. Es dura, pero es tuya.
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