El caso del periodista ruso-español Pablo González, por circunstancias, lo seguí de cerca. Tampoco sé, a día de hoy, si mucha gente en este inefable país conoce que este reportero se ha tirado dos años y medio en una prisión polaca, en condiciones infrahumanas, acusado sin pruebas de espiar para el ejecutivo ruso y sin juicio alguno. Las enormes pruebas de que el periodista podía ser un espía ruso estribaban en su doble nacionalidad, ya que González es nieto de uno de los llamados niños de la guerra acogidos en su momento por Rusia duranta el transcurso del conflicto civil y social en España. Ha sido tanto el tiempo de este hombre encarcelado, desde los inicios de la invasión militar de Ucrania por parte del ejecutivo ruso, que el gobierno de Polonia pasó de ser uno calificado de extrema derecha a otro considerado de centro derecha. Mucho tiempo sin que el gobierno de España, ese tan progresista, moviera un dedo para su liberación o, ni siquiera, para que se celebrara un proceso judicial. Hace unos días, Pablo González fue al fin liberado en una operación de canje de presos entre Estados Unidos y Rusia; desde ese momento, la miseria moral se ha desatado a todos los niveles, digno de estudio en una sociedad saturada de información basura, con escasa actitud crítico, con pocos indicios de conciencia moral y con una clase política subordinada a intereses diversos.
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Pablo González y la miseria del periodismo en este inefable país
No, no soy justo al generalizar en el título, ha habido excepciones a nivel individual y algunos medios (los menos) en este inenarrable país, que sí se han ocupado y han denunciado lo que están haciendo con el periodista Pablo González en las prisiones polacas. Por otra parte, Reporteros Sin Fronteras sí ha pedido directamente la liberación de una persona detenida hace dos años, sin que se haya producido ningún juicio tras unas «graves» acusaciones de espionaje para Rusia, que tampoco se han sustentado de modo alguno. Recordaremos que González fue detenido pocos días después del comienzo de la agresión del ejecutivo ruso sobre la población ucraniana, en la localidad fronteriza de Przemyśl en Polonia; allí, se encontraba cubriendo el éxodo de ciudadanos ucranianos hacia territorio polaco. Para mayor ignominia, estamos hablando de un país de la Unión Europea y, en cualquier caso, resulta inadmisible que alguien esté encarcelado, en condiciones infrahumanas, durante dos años sin que haya trascendido prueba alguna contra él.
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Al comienzo de la agresión militar del ejecutivo ruso sobre la población ucraniana, a finales de febrero del pasado 2022, uno de los reporteros trasladados a aquella región fue Pablo González, politólogo afincado en Polonia especializado en Europa del Este con doble nacionalidad, rusa y española. Este hombre ya había cubierto el conflicto armado en la misma región en 2014 o el de Nagorno Karabaj, guerra entre fuerzas armenias y azerbaiyanas en 2020 que se remonta a la caída del bloque soviético y cuya tensión no se ha dejado de producir hasta hoy (esos conflictos de los que apenas informan). Pablo González informó, al comienzo de la invasión de Ucrania, de la huida masiva de civiles con artículos en diversos medios, conexiones televisivas y actualización constante en la redes. Todo eso terminó con su detención el 28 de febrero por parte de las autoridades polacas sin que estuviera muy claro de qué diablos le acusaban; después de unos días, el gobierno de aquel país informó acerca del deternido y los cargos que tenían contra él sin mostrar prueba alguna: se le acusaba de ser miembro de la la inteligencia militar de Rusia y de actuar en contra de los intereses de Polonia. No era la primera vez que el reportero se enfrentaba a los servicios secretos de un Estado, ya que unas semanas antes fue retenido por espías ucranianos, mientras que en España sus familares y allegados en el País Vasco recibieron la visita de agentes del CNI para interrogarles sobre un periodista acusado de ser prorruso y haber colaborado nada menos que con el periódico Gara. Todo, tal y como contaron aquellas personas, muy surrealista. Poco después de aquellas acusaciones disparatadas, González fue detenido, algo que llega hasta el día de hoy, más de 10 meses después, sin que haya evidencia alguna de las acusaciones que le hacen.
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