1ª Como historiadora no me gustan los héroes, ni los mitos, puesto que implican desarrollar una historia imaginaria que altera las cualidades de una persona para darles más valor del que tienen. Me pueden interesar como hecho sociológico que explica la necesidad de mitos y héroes.
2ª Como feminista me gustan menos los héroes y los mitos puesto que parecen una cualidad masculina, es excepcional en las mujeres.
3ª Como anarquista redundo en lo dicho, los mitos y héroes establecen categorías y jerarquías que no son de mi gusto.
Los pasos firmes de la utopía caminaban por el Raval de Barcelona cuando encontraron la muerte el 10 de marzo de 1923. Sobre la espalda de Salvador Seguí pesaba todo el odio acumulado de la burguesía catalana y cayó acribillado por los pistoleros de la patronal en la antigua calle de la Cadena, actual Rambla del Raval. Y es que las calles de este histórico barrio vieron cómo se fraguaban a lo largo del siglo XX diversas escuelas laicas, ateneos populares, asociaciones sindicales, periódicos, y por supuesto, se levantaron las mejores barricadas para defender las conquistas obreras.
Un libro de reciente edición, Apóstoles y asesinos, de Antonio Soler, nos habla de la vida de Salvador Seguí, el militante anarcosindicalista conocido como el Noi del Sucre; en la promoción de la obra, además de un título ya bastante sensacionalista, se insiste en la violencia y en otros cuestionables lugares comunes sobre el anarquismo.
Un espacio en la red para el anarquismo (o, mejor dicho, para los anarquismos), con especial atención para el escepticismo, la crítica, el librepensamiento y la filosofía en general