Aquí en el Reino, se ha manifestado de manera contundente una y otra vez, que la extrema derecha ha crecido, aparecido, o que nunca se fue, porque no se depuró al franquismo. Los fachas –dicen los expertos– han seguido mandando en empresas, en el Estado, en el Ejército y en la Policía. Vale. Esto lo he escuchado montones de veces en época de elecciones, cuando se nos incita a votar para parar al fascismo. Y resulta que cuanto más se vota… Más fascismo aparece. ¿No es divertido?
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Ultraderecha en las urnas
El inefable Jorge Verstrynge, que empezó su carrera política en el fascismo (y no me refiero a Alianza Popular) y acabó en no sé muy bien qué híbrido totalitario, aseguró una vez que había no pocas similitudes programáticas, dejando aparte ciertos detalles sobre la inmigración, entre Podemos y el Frente Nacional de Le Pen. La expresión de Pablo Iglesias al escuchar esto, balbuceando algo así como que, por supuesto, había más diferencias, no tuvo precio. El excomunista Antonio Elorza ya insinuó en su momento que el auge del partido morado corría el riesgo de reunir las características de lo que se narraba en aquello de La ola como el nacimiento de un movimiento fascista: populismo ideológico, sumisión al líder, etc., etc. Ya se sabe que los conversos, no sé muy bien en base a qué mecanismo, tienden por lo general al despropósito. Aclarararé que no creo que Podemos haya supuesto, ni en un sentido, ni en el contrario, una fuerza que le haya hecho el más mínimo daño al sistema; más bien, una vez que han acariciado algo de poder, han derivado estrepitosamente hacia la más inofensiva socialdemocracia. Cabe preguntarse ahora si el partido de Le Pen, como es sabido con vínculos con Vox y con el mismísimo Putin, es verdaderamente un partido fascista.
Seguir leyendo Ultraderecha en las urnasLa extrema derecha en el sur de Europa y la creación de un ambiente prefascista en Francia
Vivimos unos tiempos en los que todavía denominarse fascista sigue teniendo una valoración peyorativa en la sociedad, lo cual es un límite convenientemente fijado en el imaginario social que no esté bien valorado etiquetarse como fascista. Sin embargo, más allá de ese aspecto puramente lingüístico y simbólico, no está en absoluto condenado ni siquiera está mal visto comportarse como un fascista. Afirmaciones como ‘no soy ni de izquierdas ni de derechas’, ‘solo soy un patriota que defiende a su país’ o ‘no podemos permitir el asalto de nuestras fronteras’, son algunas de los discursos más extendidos socialmente y están enmarcados en una corriente política estructural de signo fascista asumida por las sociedades europeas.
Seguir leyendo La extrema derecha en el sur de Europa y la creación de un ambiente prefascista en FranciaArte (sumamente) reaccionario
No debería sorprender demasiado la llamada ofensiva ultrarreaccionaria concretado en el auge de una extrema derecha en este inefable país que, en realidad, siempre estuvo ahí desde aquella estafa denominada Transición. Hablamos, claro, de una sociedad española con una memoria histórica profundamente distorsionada por la victoria del llamado bando nacional, en una cruenta guerra civil iniciada por un intento de golpe de Estado de los facciosos, y una posterior dictadura de casi cuatro décadas; hechos más que evidentes para cualquiera que tenga bien oxigenado el cerebro, que no terminan de ser condenados por nuestra indescriptible derecha patria. Así, se proyecta colocar pasado este verano de 2021, si no podemos evitarlo, una impactante estatua de varios metros que homenajea el centenario de la Legión y su ubicación no parece casualidad: la céntrica Plaza de Oriente de Madrid; ese lugar que ha dado tantas alegrias a la ultraderecha patria. La impactante imagen elegida, ni siquiera han tenido la intención de maquillarla de modernidad “democrática”, algo que al menos hubiera dado lugar a otro debate, ya que no hay quien se trague eso de observar ahora las fuerzas armadas como colectivos bientencionados esforzados en misiones «humanitarias» en lejanas tierras.
Seguir leyendo Arte (sumamente) reaccionarioReaccionarios de nuevo tipo
Hace 10 años, con las movilizaciones del 15M y el ciclo de luchas que se abrió, se caracterizaba a España como un lugar donde había una pinza que impedía el surgimiento de expresiones de extrema derecha de nuevo tipo como las que surgían en Europa. El Frente Nacional en Francia, Demócratas Suecos, Liga Norte en Italia, UKIP en Reino Unido, los gobiernos de Polonia y Hungría, AfD en Alemania, Amanecer Dorado en Grecia o el FPÖ Austriaco conformaban una amalgama diversa de propuestas desde la extrema derecha. Unos más fascistas, otros más neoconservadores, muchos homófobos, todos antifeministas. La cuestión es que había un resurgir de la extrema derecha sin que hubiese temor alguno a una izquierda revolucionaria cercana al poder, que fue el motivo principal del auge de los fascismos a principios de siglo. La nueva-vieja extrema derecha se había quitado algo de naftalina encima y se mostraba como una opción respetable, relativamente alejada de los cabezas rapadas y las palizas a inmigrantes (aun sin condenarlas), con un discurso antiélites en algunos casos y en todos defendiendo a las familias tradicionales y sus, aparentes, necesidades.
Seguir leyendo Reaccionarios de nuevo tipoPucherazos históricos
Ayer, en un momento tonto, me dio por hacer algo que afortunadamente apenas frecuento, que es echar un vistazo a lo que echan por las ondas televisivas. El caso es que hay un canal indescriptible denominado ElToro.TV, que creo que son los mismos de la Intereconomía de antes, y aparece un rostro de cierta familiaridad, que no era el otro que el del inefable Vidal-Quadras. Ex-pepero y fundador de Vox, lo cual creo que lo dice todo. El fulano no paraba de soltar inquina hacia la izquierda parlamentaria, especialmente hacia el PSOE, por eso del rollo histórico, y llegó a afirmar, creo que pretendiendo hacer un paralelismo con la actualidad, que en el 36 hubo un pucherazo y por eso ganó las elecciones el Frente Popular. Lo más gracioso del asunto es que este tipo, que pasaba hace unos años por ser una derecha civilizada, aseguraba ante la mirada de aprobación del peligroso tarugo Ortega-Smith, que «esta gente es capaz de cualquier cosa hoy, como ya hicieron en el pasado». Lo dice la misma persona que ya ha justificado en el pasado el golpe criminal de Franco, y sus secuaces, por considerar que la izquierda estaba radicalizada y la propiedad privada de los privilegiados corría serio peligro.
Nada nuevo para el mundo conservador-reaccionario, en este peculiar país, que se quiera cuestionar la limpieza de aquellas elecciones del 36, cuando la cruel dictadura franquista fue de lo primero que sostuvo para tratar de justificar su genocida alzamiento. Incluso, muchos anarquistas acudieron a las urnas en aquel momento ante la promesa de la izquierda de liberar a numerosos presos; no, no va a ser el caso ante las inminentes elecciones en mayo de 2021. La cuestión es que Vidal-Quadras, en una mezcla de patetismo e iniquidad, tratando de dar una base sólida a sus aseveraciones, mencionó que ya se había demostrado en cierto libro, llamado, claro, 1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular. Por supuesto, el título ya lo dice todo y la maquinaria mediática más reaccionaria se apresuró a publicar titulares congratulándose de que, al fin, se hubiera demostrado lo que justifica al generalísimo Franco y demás caterva de homicidas. Por supuesto, la inmensa mayoría de historiadores se mostró contraria a la tesis del libro oscilando entre la descalificación por maniqueísmo y una mayor profundidad en la crítica para tratar de desmontarlo. Hubo, claro, alguna paupérrima excepción como la del norteamericano Stanley Payne, cuyos obras antaño parecían tener cierto valor, pero que de un tiempo a esta parte parece haberse pasado al lado oscuro e incluso se le puede ver en saraos con la derecha española más reaccionaria.
La realidad es que hay infinidad de libros sobre historiografía, sosteniendo tesis antitéticas, lo cual resulta no pocas veces sorprendente, aunque creo que lo de este inenarrable país ya resulta patológico. Según nuestras simpatías, podemos valorar unas u otras obras sin perder la perspectiva mínimamente objetiva, y es posible que haya ciertas tendencias, oficiales y academicistas, que puedan ser ser muy criticables. De eso, los ácratas sabemos mucho y, afortunadamente, y por supuesto con mayor o menor fortuna, hay y siempre ha habido militantes e historiadores que se han esforzado en recuperar la historia del anarquismo, la de los perdedores entre los perdedores. Por otro lado, si necesitamos seguir manteniendo una ficción histórica, hay que demonizar de forma pueril y esquemática a la Segunda República y el Frente Popular, algo pertinaz en la diestra hispana. Eso es algo ajeno a la visión libertaria, que pasaba por insistir empecinadamente en una cuestión social que nunca tuvo solución, por lo que tuvo que mostrarse forzadamente crítica con un periodo histórico, esperanzador ante el atraso intolerable del país, pero decepcionante en muchos aspectos. Lo que está claro es que una cosa es mostrarse crítico con la historia, tratar incluso de ahondar en desconocidos recovecos que se han ignorado u ocultado, y otra muy diferente aceptar unos lugares comunes, que tampoco son nada nuevo entre la carcunda, ficción construida para legitimar la dictadura franquista y sus consecuencias. Como, y no creo caer en el maniqueísmo con ello, el público conservador-reaccionario en este país es bastante acrítico, la cosa les suele funcionar a día de hoy tratando de aferrarse patéticamente al poder. Esa es, de forma obvia para el que tenga mínimamente oxigenado el cerebro, la estrategia.
Contra Vox ¿De espaldas o de frente?
En las últimas semanas, tres hechos o escenarios se han planteado para demostrarnos que hay distintas posturas entre quienes creemos, con más o menos entusiasmo, que a esta gentuza hay que eliminarla del espacio público y que su discurso de odio debe ser silenciado. Nos referimos a la polémica acerca de qué hay que hacer cuando visitan nuestros barrios a esparcir su basura y a la difusión o no de sus actos de provocación como los tan conocidos carteles en la estación de Cercanías de Sol.
También a lo sucedido en el debate en la Cadena SER, cuando Pablo Iglesias (el que inició la carrera política en el fango de Intereconomía y ha pasado más horas debatiendo con Inda que nosotras repartiendo este periódico) se negó a participar en el debate cuando la despreciable Rocío Monasterio no condenó las amenazas recibidas por éste. En esto último, no nos meteremos, les dejamos la interpretación a los que viven de la política y de opinar (pero, que Gabilondo se levante antes de la mesa que Mónica García…).
Por qué hay que silenciarles
Por autodefensa y por solidaridad.
Por autodefensa, porque todas somos sus objetivos y su victoria, no solo electoral, sino en la normalización de sus ideas nos harán la vida, por lo menos, un poco más complicada.
Pero también por solidaridad: si bien, como decíamos a todas nos afecta, no es en la misma intensidad. Nacidos en España, con trabajo más o menos precario, no podemos compararnos con lo que va a sufrir un chaval recién llegado de Marruecos si estas bestias no solo pueblan las fuerzas de policía sino que también las dirigen.
Por eso, y partiendo de que hay tantas situaciones como personas amenazadas, llamar a combatirles solo mediante el voto, deja fuera de la respuesta a una gran parte de sus afectados. Personas migrantes sin derecho al voto (o sin las herramientas para saber cómo ejercerlo), menores, currantes que ni de coña van a poder faltar a su trabajo un martes (y no, no todo el mundo conoce ni sabe ejercer el voto por correo) o las que, como anarquistas o anticapitalistas coherentes se niegan/negamos a legitimar este sistema y apoyar una lista creada por la cooptación de los movimientos sociales.
De la visita a Vallecas…
No creemos necesario entrar al detalle de lo qué pasó en Vallecas la tarde del 7 de abril. Un breve resumen: Abascal y Monasterio vinieron a la plaza Roja a dar un mitin rodeados de señores con fachaleco venidos de otros lugares. El barrio respondió y la policía, después de que la gente de Vox rompiera el cordón de seguridad, cargó contra las vecinas. Después, lo de siempre, brutalidad policial y detenciones tanto en el lugar de los hechos como en los domicilios días después.
Lo que nos interesa, a efectos de las reflexiones de este artículo, son las distintas posturas sostenidas en los momentos posteriores a conocer que la extrema derecha nos visitaba. Como es lógico, y siguiendo la tradición antifascista del barrio (no en vano, de aquí salieron Vicente Cuervo y Carlos Palomino cuando fueron asesinados por protestar contra el fascismo), enseguida se hicieron llamamientos a salir a la calle e impedir el acto de provocación.
También desde el principio, comenzaron los discursos que llamaban a ignorar el acto para restarle repercusión y que el boicot no fuera utilizado para que la extrema derecha recibiera más atención en los medios de comunicación.
Desde aquí creemos que el tiempo de no hacerles caso, si es que en algún momento fue útil, ya pasó. Ahora copan las televisiones, tienen concejalías y, lo que es peor, su discurso se ha normalizado y hay gente que cree que es tolerable ser un despreciable racista. Si las vecinas de Vallecas no hubieran impedido que el acto se desarrollara con normalidad, la noticia que hubiera trascendido es que “los vecinos de Vallecas reciben a la formación de Santiago Abascal con los brazos abiertos y acuden a escuchar sus ideas” y ese vecino o comerciante “un poco facha” que todos tenemos cerca, hubiera visto normal acercarse a la plaza y confraternizar con especímenes como él. Y eso no puede ser porque, aunque nos repitamos, ser un racista, un homófobo, un machista… no puede ni debe ser respetado.
Pero no solo Vox buscaba sacar rédito electoral de esa convocatoria. Hay que hacer mención que los partidos del Gobierno (PSOE y Podemos) y Más Madrid sacaron un comunicado horas antes de la cita pidiendo no acudir porque “a la ultraderecha se la combate social y electoralmente con la movilización electoral”. Poco después, su policía (sí, los antidisturbios son dirigidos por Delegación de Gobierno) abría cabezas y detenía aleatoriamente a quienes habían desobedecido las llamadas a la pasividad.
La unanimidad entre los opinadores profesionales y políticos que defendían “no hacerles el juego” y que nos quedáramos en casa, fue rota por un artículo de Antonio Maestre (sí, otro que ha pasado más tiempo con Inda que con su familia) que expresaba con bastante claridad las dudas que surgen con estos actos pero que, entendemos, daba en el clavo al dejar la responsabilidad y la iniciativa a las afectadas: las vecinas vallecanas “Hagan lo que hagan habrá un coste, porque no hay una manera ideal de afrontar una provocación de este tipo y confrontar a la extrema derecha. Si algo se merece Vallecas es el derecho propio a elegir la manera en que decide recibir al fascismo en su propia casa”.
… a los carteles de Sol
El otro ejemplo que adelantábamos era el vomitivo cartel de Vox de la estación de Sol y que rápidamente fue replicado en las redes sociales y en todos los platós de televisión. Los mismos que nos decían que no podíamos caer en su trampa y “darles lo que ellos querían” lograron que nadie se quedara sin ver esas ilustraciones y que solo se hablara de si chavales extranjeros recibían o no demasiados cuidados. Recogidas de firmas, declaraciones políticas, denuncias de la Fiscalía… fueron menos efectivas que las decenas de manos anónimas que no hacían cálculos electorales y que, poco a poco, taparon el cartel con pegatinas y arrancaron trozos hasta que éste solo existía en las bocas de quienes no querían hacerles “casito”.
Golpes de Estado
Dicen que lo que ocurrió, hace unos días, en el Capitolio de Estados Unidos fue un intento de golpe de Estado. No hace falta aclarar, para toda mente bien oxigenada, que ni por asomo. Cuando eso se produzca de verdad, intervendrá a la fuerza el Ejército y, seguro, esa cosa que da tanto miedo en USA que llaman la Guardia Nacional. En España sí que sabemos mucho de pronunciamientos militares y golpes de Estado exitosos. Aunque de momento todo está «atado y bien atado» en la llamada Monarquía constitucional, tal y como padecemos últimamente, con el auge de grupos específicos de ultraderecha, con militares diciendo lo que piensan de toda la vida y con crisis de todo tipo, la situación se las trae. No es nada nuevo en este país, desde esa farsa que llamaron Transición, pero sencillamente la mierda está saliendo abiertamente a flote. Todo este ruido de sables, comenzó mediáticamente con la publicación de un chat, en el que un general de división aseguró querer fusilar (de nuevo) a millones de españoles, así como el posterior envío de cartas al rey pidiendo un nuevo pronunciamiento para poner en orden el país.
Seguir leyendo Golpes de EstadoEl poder de la fascistocracia. Estados Unidos se atraganta en la Fiesta de la Democracia
El mundo entero: “2021 no puede ser peor que 2020”
Estados Unidos: “Sujétame el cubata”
Principio y fin del siglo americano
En 1941, Henry Luce, propietario de la revista Time, se refirió al siglo XX como el “American Century” (“siglo estadounidense”), un periodo marcado por el dominio político y económico del gigante norteamericano en el mundo entero. Según Luce, un derechista ultrarreligioso, Estados Unidos (EEUU) es una nación elegida con un claro “destino manifiesto”, que es expandirse e imponer su autoridad en el mundo entero para lograr la Pax Americana, un periodo de paz duradera tras la Segunda Guerra Mundial a través del control total de la economía mundial.
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