ANARQUISMO REVOLUCIÓN ALBEROLA

Revolución o colapso. Entre el azar y la necesidad, de Octavio Alberola

Revolución o colapso. Entre el azar y la necesidad, libro editado el año 2017 por Queimada, recoge las memorias de Octavio Alberola a través de artículos suyos escrito a lo largo del tiempo, muestras de un anarquismo libre de dogmas y heterodoxo, que llega hasta nuestras días, en los que se nos invita a repensar y reinventar la revolución a través de una llamada a la rebelión en un sociedad adormecida y seducida, en gran medida, una y otra vez por las instituciones.

Octavio Alberola nace en 1928, en la localidad balear de Alaior. En 1939, después de pasar cuatro meses refugiado en Francia, se exilia a México con sus padres, donde comenzará su militancia anarquista con la Juventudes Libertarias y la CNT. En 1948, se produce su primera detención en aquel país centroamericano durante un mes; uno de los motivos de la misma, algo muy significativo para lo que será la vida de nuestro protagonista, fue la denuncia por parte de los jóvenes anarquistas de la traición a la revolución de 1910 por parte de los gobiernos posteriores. Es este primer incidente el que le confirma el carácter demagógico de los populismos revolucionarios y la falsedad de toda revolución institucionalizada. Más triste aún que ello, fue su distanciamiento con los republicanos exiliados, que le reprocharon haberse inmiscuido en la política mexicana. Si dicha ruptura duró al menos dos años, la polémica se extenderá a lo largo de su vida y Alberola no comprenderá cómo se puede conciliar un discurso anarquista con un acomodamiento burgués a la sociedad de clases. Podía ser comprensible hasta cierto punto, después de la dura derrota contra el fascismo español, que los exiliados se adecuaran al contexto del país que les había acogido, pero los jóvenes libertarios reclamaban otra actitud más consecuente con las ideas. Es esto lo que le empujará a colaborar con el periódico Regeneración, órgano de la Federación Anarquista Mexicana, fundado en 1900 por la hermanos Flores Magón, con un papel muy importante en la revolución mexicana. En los artículos parcialmente reproducidos puede comprobarse cómo Alberola reclama ya desde su juventud una innovación en las formas de pensar, también en el seno de un movimiento anarquista que debería estar siempre abierto a la crítica, que pueda dar una mejor respuesta a los problemas nuevos.


La estrecha relación de Alberola con los jóvenes latinoamericanos exilados en México, le hace participar activamente en la lucha contra varias dictaduras. La solidaridad con todos los oprimidos, como lo estaban los españoles con la dictadura de Franco, sería unos de los leitmotiv de su vida. Entre 1956 y 1959, colaborará en la lucha de los exiliados cubanos contra la dictadura de Batista. En 1958, cuando la situación empezaba a ser favorable para los rebeldes de Sierra Maestra, Alberola y los jóvenes libertarios constituyeron junto a otros, republicanos y socialistas, las Juventudes Antifranquistas de México para participar en el Frente Antidictatorial Latino-Americano. Después del triunfo de los rebeldes en Cuba, en 1959, Alberola constituirá en la misma línea el Movimiento Español 1959, con la aspiración de aglutinar a todos los jóvenes exiliados antifranquistas, no importa cual fuera su ideología. En este ambiente optimista, con la caída de la dictadura de Batista, se produce la reunificación de la CNT en el exilio, proceso en el que Alberola se compromete activamente. En 1961, se celebrará en la localidad francesa de Limoges el congreso de reunificación, para la que Alberola viajará como delegado. Será allí donde se decidirá la creación de un organismo secreto, para organizar y coordinar la lucha contra la dictadura de Franco, que recibirá el nombre de Defensa Interior (DI). En 1962, nuestro autor será uno de los designados por la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias para la constitución del DI. Es por esto que partirá de México para integrarse en Francia en la lucha activa contra el franquismo, lo cual le supuso una nueva etapa en su vida sumida en la clandestinidad.

Son estos años, comprendidos entre 1962 y 1975, los que hacen comprender que Alberola tenga una idea del anarquismo y la revolución según la cual teoría y acción están obligadas a fusionarse. Si la lucha contra Franco marca ese periodo, es también la oposición general al capitalismo y a todo sistema de dominación, ya que la dictadura en España se estaba convirtiendo en una pieza más del contexto de la Guerra Fría entre dos potencias, que no eran más que dos regímenes  jerarquizados con similares aspiraciones de dominio. Después de la Segunda Guerra Mundial, se inició un proceso de descolonización, que llegó hasta los años 60 con las luchas de liberación nacional. A pesar de esa voluntad de independencia, los diferentes Estados se encontrarían manipulados igualmente por las dos grandes potencias y, finalmente, por las empresas transnacionales en el inicio de la globalización capitalista. En en ese contexto, donde se aceptaba a nivel internacional la existencia de una dictadura fascista en España, vista si acaso como un mero anacronismo y asegurándose su conversión en un sistema capitalista autoritario, dentro de un paulatino proceso de apertura, por más que la represión a la oposición continuara siendo brutal hasta los últimos días de Franco. Es esta oposición la que se fracturaría en dos corrientes: la reformista, con una actitud hasta cierto punto comprensible de búsqueda de las libertades democráticas y sindicales, pero que acabó aceptando la transición histórica al capitalismo; y por otro lado, los revolucionarios, incluidos los anarquistas y algunos grupos marxistas opuestos a la postura oficial de colaboración de clases del PCE.

A pesar de la creación de esa oposición activa a Franco mediante el DI, Alberola seguirá criticando a una parte del movimiento libertario, que se mostrará inmovilista. Como no podría ser de otro modo, señalará que el anarquismo no es ningún dogma, ni simple retórica, sino una determinada actitud y pensamiento antiautoritarios, obligados a la continua acción para caminar hacia la sociedad libertaria. El movimiento anarquista acabará volviéndose a dividir en dos: por un lado, los que no querían dar motivos a las autoridades francesas, con un obvio doble juego respecto al franquismo, para ilegalizar a los anarquistas; por otro, los jóvenes que deseaban la lucha activa contra la dictadura. Para tal empeño, fundaron la revista Presencia libertaria, junto a grupos de anarcosindicalistas, que también querían implicarse en las luchas sociales emergentes en España. Alberola, frente a todo inmovilismo, señalará en sus artículos la necesidad de una nueva estrategia frente al nuevo escenario de los años 60. Fueron años en los que lograron mantener viva la lucha contra la dictadura franquista, pero creando al mismo tiempo lazos de solidaridad con grupos revolucionarios de otras latitudes, combatientes contra el capitalismo, pero críticos al mismo tiempo con el burocratismo y autoritarismo del llamado «socialismo real», que no era más que otra forma de capitalismo por la vía estatal. Constituía una impugnación de todo concepción revolucionario desfasado, reivindicando los principios libertarios, aunque sin etiquetas ideológicas, de autonomía, horizontalidad y acción directa, que desembocará en los hechos de Mayo del 68. Desgraciadamente, pocas semanas antes de aquel extraordinario evento, Alberola es detenido en Bélgica durante cinco meses, para pasar a un arresto domiciliario y terminar así con su etapa clandestina. En 1974, será de nuevo detenido en Francia con la acusación de estar implicado en el secuestro del director del Banco de Bilbao por los GARI. No tardaría mucho en llegar la muerte del dictador y una deseada Transición democrática, que en realidad no supuso ruptura institucional alguna y sí un fraude producto de la actitud de una gran parte de la oposición, que nunca se planteó combatir el franquismo de modo consecuente.

El compromiso de Alberola con el pensamiento y la acción antiautoritarios no cesará nunca llegando hasta nuestros días. Cualquier persona o grupo libertario, en diferentes latitudes del planeta y gracias a las nuevas tecnologías, puede contar con su ayuda. Damos fe de ello. Por poner varios ejemplos muy generales de su actividad militante, en 1998 forma parte de la creación del Grupo por la revisión del proceso Granado-Delgado, que exige la anulación de las sentencias franquistas; en 2004, participa en la fundación de los Grupos de Apoyo a los Libertarios y Sindicalistas Independientes en Cuba (GALSIC), y también en muchas otras iniciativas anarquistas en Europa. En Revolución o colapso se hace un repaso de esas incontables actividades acompañado de fragmentos de artículos, con una pequeña introducción actual del actor, en los que puede verse su constante afán por renovar el pensamiento anarquista combatiendo, tanto la seducción de toda corriente supuestamente emancipadora que confíe en la vía parlamentaria, como la ortodoxia e inmovilismo dentro del movimiento libertario. A lo largo de estos textos en el tiempo, puede comprobarse la evolución y consecuentes replanteamientos, apostando siempre por un anarquismo abierto a toda corriente honestamente emancipadora. No podemos estar más de acuerdo con él cuando afirma que el anarquismo no es una simple doctrina o ideología, las cuales siempre pretenden adaptar la realidad a sus prejuicios y dogmas, sino una ética y postura antiautoritaria ante la vida, que apuesta por la solidaridad, la autonomía y la libertad para todos, en constante movimiento y superación. No es casualidad que Octavio Alberola confluya necesariamente en tantos aspectos con otro anarquista en la actualidad como es Tomás Ibáñez, autor de Anarquismo es movimiento, el cual realiza uno de los prólogos del libro. Es precisamente la lectura de esa obra la que motivó a nuestro protagonista, una vez más, a replantear su visión del anarquismo en la actualidad del siglo XXI junto a las de otras corrientes emancipadoras. Como el autor escribe en las páginas finales, no son tiempos que inviten a un gran optimismo, aunque tampoco hay motivos para caer en el pesimismo más exacerbado. Las cosas hoy pueden cambiar de rumbo, como tantas veces ocurrió en el pasado, y ello gracias a personas que no se rindieron ante lo que tantos vislumbran como imposible.

Capi Vidal

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