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Aquel 15M

Hace ya una década de aquel 15 de mayo, en el que una manifestación convocada por algo llamado Democracia Real Ya, desembocó en todo un movimiento de rebeldía contra el sistema. No soy nada amigo de elevar a los altares según qué eventos, aunque he de reconocer que aquello entusiasmó y todavía hoy ando en contacto con la madrileña Asamblea de Carabanchel, ya que lo que fueron ocupaciones y campamentos de protestas evolucionó, como no podía ser de otra manera, en la descentralización por barrios de las grandes ciudades. A menudo, y no solo por parte de los más reaccionarios, se considera que la inefable organización política Podemos fue la consecuencia electoralista de aquel movimiento, lo cual hace por supuesto que se nos lleven los demonios a los más ácratas. Pero, ¿qué supuso en realidad del 15M? Hay que decir, por supuesto, que los acontecimientos de aspiración transformadora no surgen de la nada. Por un lado, infinidad de movimientos sociales, a pesar del conformismo de gran parte de la población y de la ignorancia por parte de los medios, llevan trabajando durante años con el espíritu, claramente libertario, que inspiró al llamado 15M.

Por otra parte, estamos hablando de pocos años después de producirse una nueva crisis económica del capitalismo, en 2008, lo que supuso el incremento masivo del paro, echar de manera continua a la gente de sus vivienda y calamidades de todo tipo, especialemente para los más humildes. El movimiento de los indignados posterior a aquellos años, con toda su ilusión y con toda ingenuidad, era horizontal, rechazaba a líderes y jerarquías a pesar de no pocas acaparaciones interesadas, y pretendía transformar las cosas desde abajo. Por supuesto, como la misma sociedad, el movimiento no era homogéneo, pero su naturaleza empujó a los anarquistas a trabajar en él, como no podía ser de otra manera. De hecho, mi manera de entender lo libertario es esa, que sea la propia sociedad, en libertad y solidariamente, la que gestione los asuntos que les atañen. Sin idealizaciones, pero tampoco con críticas gratuitas, aquel movimiento supuso una experiencia para la historia, que esperamos se repita a nivel masico teniendo en cuenta el trabajo cotidiano que siguen realizando de manera pertinaz los movimientos sociales que claramente lo inspiraron.

No obstante, son muchas las preguntas en torno al 15M, probablemente sin respuesta, empezando por lo comentado al principio de este texto, si en origen fue concebido para acabar integrado en las instituciones. Visto hoy, con Podemos en coalición de gobierno, para propiciar que nada cambie en realidad y todo siga más o menos igual. No lo sé, y francamente me es indiferente; sé que en el movimiento había mucha gente honesta y, particularmente, tuve claro el camino a recorrer juntos con unas valores claros. Por otra parte, me hizo mucha gracia el desprecio abierto por parte de cierta izquierda autoritaria, calificando el movimiento de una consecuencia de la «posmodernidad», en la que supuestamente no caben ideologías y hay que hacer tabla rasa de la historia. Si por ideología e historia hay que entender dogmatismo y empecinamiento en recorrer fracasados caminos de conquista autoritaria del poder, yo soy el primero en calificarme de «posmoderno». Como dije, el 15M se produjo en un contexto de crisis del sistema, con multitud de eventos rebeldes en diversas partes del mundo, inspirados por supuesto en el trabajo previo de muchos años de trabajo y luchas sociales. Hoy, una década después, conviene recordarlo con la cabeza lúcida y seguir trabajando en la misma línea.

Juan Cáspar

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