¿Izquierda española?

Yo pensaba que iba de coña, pero no, se ha formado un nuevo partido que obedece al folclórico nombre de Izquierda Española. Ya puestos a invitar al jolgorio, yo la hubiera llamado «Izquierda de este inefable país», nos hubiéramos echado unas risas y, seguro, hubieran sacado más votos gracias al previsible animus iocandi de los que acuden a las urnas. Al contrario de lo que podría suponerse con tanta escisión y refundación de la izquierda más o menos radical (sea lo que sea lo que signifique eso), estos se definen como una formación progresista y socialdemócrata que centra su discurso en el rechazo a los nacionalismos. De ahí que adopten el gentilicio de este indescriptible país en el nombre del partido, aunque es de suponer que eso no tiene que empujar a pensar que apuestan por el nacionalismo (español). Al parecer, la cosa se ha aglutinado en torno a elementos que ya militaron en otras fuerzas políticas electoralistas, como el PSOE e Izquierda Unida, así como extintas alternativas al bipartidismo como las defenestradas UPyD y Ciudadanos.

Me entero que uno de los principales promotores de Izquierda Española es un tipo creador de un think tank (sea lo que sea lo que signifique eso) llamado nada menos que El Jacobino. Eso lo dice, todo adoptar un nombre, no ya de algo surgido hace más de dos siglos con la Revolución Francesa, sino de la corriente más autoritaria dentro de la misma. Y es que ser partidario de un feroz centralismo, es decir, de un Estado fuerte, con el subterfugio de esa abstracción que se empeñan en llamar nación, adórnenlo como quieran, yo lo llamo autoritarismo. Mi lúcida sensibilidad libertaria, es decir, federalista, cosmopolita, solidaria y antiestatista, junto con alguna dosis de nihiismo que evite toda tentación dogmática e instituidadk, empuja a poner en sospecha toda aquella propuesta que pretenda crear alguna suerte de igualdad desde un poder centralizado (sea, ojo, grande o pequeño). Pero, sigamos con este nuevo partido que concurre, creo, a unas elecciones este año para pilar cacho en las instituciones de la vieja y mezquina Europa. Insisten sus miembros, como ya he apuntado, en la igualdad territorial (imagino que por eso llevan lo de izquierda en el nombre, por la machacona insistencia en la igualdad) y en demonizar los nacionalismos regionales, para construir lo que desde mi nada modesto punto de vista considero un oxímoron: Estado social.

Diremos lo evidente, las propuestas estatistas, de un fuerte poder centralizado, en aras de la más mínima justicia social han sido un (terrible) fracaso. El nuevo partido es, recordemos, progresista (sea lo que sea lo que signifique eso) y quiere realizar una feroz crítica al (neo)liberalismo. Serían los partidarios de que sea el mercado el que regule la sociedad y provea de bienes y servicios, aunque sabemos también a estas alturas que eso es otra falacia y que el Estado acaba interviniendo de una u otra forma, los que consideran que no es posible lo que venimos en llamar justicia social. Efectivamente, resulta imposible desde el poder gubernamental y la gestión estatal, como preconiza la nueva formación, así como tantos otros partidos de izquierda que aspiran a llegar al poder para, con meros cambios cosméticos, dejar el sistema más bien incólume. Dejémonos de tanto partido, mercadeo de votos y circo electoral y, demostremos, que es posible construir la sociedad desde abajo para abandonar la mezquindad que fomenta el capitalismo, junto a la sumisión producto de dejar la gestión al Estado. Demostremos que, a pesar de la profunda desesperanza que a veces adoptamos, hay una gran mayoría de gente decente, que podemos cuidarnos unos a otros y fomentar los más nobles valores para autogestionar la política y la economía en nombre del bienestar social de todos. Así sea.

Juan Cáspar
https://exabruptospoliticos.wordpress.com/2024/01/08/izquierda-espanola/

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