Caminando por la Gran Vía madrileña, en una capital del Reino de España colonizada en algunas zonas por la población inmigrante china, me topo con un solitario tipo con un pancarta de protesta. En la misma, se alude a la persecución de algo llamado Falun Gong en el régimen chino y como mi ignorancia no tiene límites, le interrogo al respecto. Al parecer, se trata de una enseñanza espiritual, que creo que algo tiene que ver con el budismo, y por algún motivo el régimen chino lleva más de un cuarto de siglo reprimiendo, incluso de manera brutal, a sus practicantes. Me pregunto si existe alguna creencia o ideología ajena al todopoderoso Estado que no esté reprimida en China y también el hecho de que esta en particular lo sea de manera tan despiadada. Si alguien se pregunta sobre por qué, al margen de algunas organizaciones de defensa de los derechos humanos, no se levanta con fuerza la voz denunciando la represión en el régimen totalitario chino, la respuesta puede ser evidente. Hablamos del primer exportador mundial y no sé si la segunda potencia económica, ya que creo que se encuentra muy cerca de los Estados Unidos. Los acuerdos comerciales de China con las grandes potencias «democráticas», al margen de derechos fundamentales de los trabajadores, creo que son un hecho, lo cual hace que vuelva la vista ante ciertas cosas, al igual que ocurre con tantos regímenes despóticos en el mundo. No puedo evitar acordarme de la frase que pronuncio el maléfico empresario Juan Roig: «Tenemos que imitar la cultura del esfuerzo con la que trabajan los chinos en España».
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China, el paraíso perdido
La clase obrera y su papel están clamorosamente ausentes de los preocupantes comentarios sobre los recientes acontecimientos chinos.
La crisis actual que atenaza la economía china, y que ha estallado con la caída de la Bolsa, que ha tenido su epicentro en la Bolsa de ese país, obedece a múltiples causas. Seguir leyendo China, el paraíso perdido
China y nosotros
Todos los ojos del mundo occidental están dirigidos a Hong Kong y sus masas desobedientes. Estamos fascinados con todos esos jóvenes que se manifiestan con sus paraguas. Tenemos miedo por ellos, porque la Historia ha demostrado claramente que el centro político chino no puede soportar que suceda algo así. Las manifestaciones en esta isla son la huida hacia adelante, un pequeño arroyuelo que hay que taponar para que no lleve a la ruptura total. Tras el muro, al otro lado de la frontera, el mundo obrero se mueve sin parar. Seguir leyendo China y nosotros