Los montajes policiales contra el movimiento anarquista han estado, y siguen estando, a la orden del día. El militante ácrata Ruymán Rodríguez tenía esta semana un juicio, finalmente aplazado, acusado de haber atentado contra la autoridad. Ruymán denunció a tres agentes de la Guardia Civil, por torturas y detención ilegal, y estos a su vez afirmaron que el activista canario les propinó una patada. Rodríguez es un conocido luchador por el derecho a la vivienda, en la Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC); tanto esta organización, como el Sindicato de Inquilinas de la isla, califican el caso como un montaje y una persecución política. Para entenderlo, hay que tener en cuenta el proyecto autogestionado de La Esperanza, en el que una serie de bloques de viviendas deshabitados en el municipio canario de Santa María de Guía fueron socializados por la FAGC con más de 200 personas realojadas. El sistema tenía que poner remedio a este mal ejemplo de la autogestión y, como no conciben un activismo verdaderamente antiautoritario, fueron a por Ruymán pensando que iban a acabar con el lider del proyecto.
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