Unos de los rasgos más característicos del repulsivo mundo político y económico que sufrimos supone la creación de fronteras de todo tipo. Cuando decimos fronteras, algunas de las cuales son casi invisibles en nuestras llamadas sociedades desarrolladas, también podríamos hablar de muros físicamente explícitos que impiden el acceso a tantos desposeídos hacia lo que creen algo mejor. Aunque esta situación es continua, y usualmente cerramos miserablemebte los ojos ante ella cuando no la justificamos, en los últimos días ha saltado a la palestra la situación de miles de migrantes atrapados y muriendo en la fronteras de Polonia con Bielorrusia. Los gobiernos, malditos ellos, se culpan unos a otros de forzar a todas estas personas, que huyen de conflictos y calamidades de todo tipo en África y Oriente Medio, a pasar un territorio a otro mientras perecen en el empeño. Resulta estremecedor que, mientras escribo estas líneas, tantas personas se encuentran en esa terrorífica situación permitida por la vieja y cruel Europa. En la frontera, policías, soldados y bandas nacionalistas, gentuza de la peor especie, van a la caza y saqueo de los migrantes, que ya son víctimas previas de contrabandistas sin ningún escrúpulo o, directamente, no tardan en ser deportados. Un nuevo horror en tierra polaca, donde ya se produjo un holocausto hace no tanto tiempo; mientras resultaba fácil poner nombre y rostro a los culpables de aquello, ahora hay que señalar a los muchos culpables de esta permanente crisis humanitaria que estamos permitiendo.
No me resulta tan preocupante la cantidad de información falsa que anda circulando, en tiempos donde más medios hay para acceder a ella, como la cantidad de bodoques que están dispuestas a tragarse cualquier cosa que se adecúe a su estrecha concepción del mundo. Desgraciadamente, existen no pocos botarates reaccionarios que aplauden cada vez que un medio difunde, en un titular repulsivamente amarillista, la nacionalidad extranjera de algún supuesto criminal. Los magrebíes, teníamos ya esa sensación, son el grupo más jugoso a la hora de publicar cualquier tipo de delito. Ahora, se evidencia que gran parte de estas noticias repulsivas, especialmente protagonizadas por inmigrantes marroquíes, son sencillamente falsas. De toda la vida, los informativos, incluso en aquellos medios considerados más serios, suelen dar una imagen del mundo mucho más peligrosa y violenta de los que es, al primar el espectáculo sobre cualquier asomo de honestidad. Sin embargo, ahora, en el tiempo de las nuevas tecnologías, en un mundo posmoderno etéreo, fluye la mentira sin ningún escrúpulo. Y, desgraciadamente, falsedades que suelen apuntalar un mundo inicuo, globalizado en algunos aspectos y plagado de fronteras en muchos otros.
Aunque los inicuos medios generalistas, del llamado «primer mundo», no siempre lo reflejen, son habituales las muertes de personas al tratar de atravesar los muros hacia una supuesta sociedad mejor. Estamos ya acostumbrados a los numerosos males cotidianos del mundo en que vivimos: migraciones, campos de refugiados, explotación laboral… Sí, se pone el foco en uno u otro país deprimido cuando la cosa llega a un extremo, ayer Colombia o Marruecos, hoy Cuba, mañana ya veremos, pero no existen medidas radicales para paliar lo más mínimo dichas desgracias perfectamente evitables. El mundo está así estructurado, política y económicamente, y pocos profundizan, si hablamos de piezas dentro de este repulsivo puzle, la mayoría voces marginales. Atendiendo a la inmigración, las políticas de la muy civilizada Europa son cada vez más represivas; se insisten en los muros físicos que han construido regímenes abiertamente autoritarios, mientras se construyen continuamente muros invisibles mucho más efectivos por su perduración en el tiempo y por mantener intacto un statu quo que separa a los que tienen algo de los que no tienen nada.
Pero esa estrategia se choca con la resistencia que las recién llegadas y con la colaboración prestada por la Asamblea de Apoyo a Migrantes en Tenerife, a la que desde Todo por Hacer entrevistamos en estas líneas para que nos cuente lo que está ocurriendo en las Islas Canarias para tratar del romper el cerco mediático
La ubicación geográfica de Canarias la coloca de forma natural en las rutas migratorias habituales para salir del continente. Su situación en el Atlántico la ha convertido también en un punto de conexión tricontinental, un lugar de paso histórico en la travesía de Europa a América. El volumen de emigración canaria fue enorme desde el siglo XVI hasta el XX y aún hoy mantiene diásporas destacables en países como Cuba, Puerto Rico o Venezuela (llamada durante mucho tiempo en Canarias “la octava isla”). La afirmación de que habían más canarios viviendo fuera de las islas que en ellas fue un lugar común a principios del siglo pasado.
Desde hace aproximadamente un año hemos asistido a la mayor llegada de migrantes por mar a las Canarias desde la denominada Crisis de los Cayucos de 2004. La llegada de estas personas no ha sido en absoluto sorpresiva. Se veía venir y se podrían haber llevado a cabo preparativos para recibirlas de una forma decente. La previsión acerca de la reactivación del flujo migratorio hacia Canarias se remonta a dos años atrás, ante el cierre de la ruta entre Libia e Italia. Las llegadas a través del trayecto atlántico, surgido tras la llegada de la primera patera a Fuerteventura en 1995, comenzaron a aumentar progresivamente desde 2018, cuando se superaron las 1.000 personas que alcanzaron las costas isleñas (algo que no ocurría desde 2009). En el segundo semestre de 2019, la tendencia se confirmaba, pero el fenómeno pasó desapercibido para la Administración, que se ha demorado hasta este verano para habilitar espacios donde alojar migrantes. Así, la respuesta del Ministerio de Inclusión y Migraciones del autodenominado “gobierno más progresista de la historia” fue abrir siete grandes campamentos de migrantes en las islas Canarias, siendo el más grande el del muelle de Arguineguín (Gran Canaria).
El asesinato de George Floyd, asfixiado por el policía Derek Chauvin en Minneapolis, fue la gota que colmó el vaso. El mismo día de su muerte miles de personas se manifestaron por las calles de su ciudad. Al día siguiente, centenares de miles más recorrieron las principales urbes de Estados Unidos. Y unas jornadas después, fuimos muchas más quienes nos solidarizamos con el movimiento Sigue leyendo →
Les anarquistas nos oponemos rotundamente a cualquier tipo de discriminación racial, no por el hecho de ser anarquistas, sino porque discriminar a una persona por su país de procedencia o por su color de piel no tiene sentido alguno.
Sin embargo, hoy en día el racismo hacia personas racializadas Sigue leyendo →
“¿Me reciben? Soy Carola Rackete, capitana del Sea-Watch 3 y voy a entrar en aguas italianas, voy a atracar en Lampedusa. No estoy pidiendo permiso, es firme e innegociable. Llevo en una situación desesperada a 42 personas rescatadas de una muerte segura en el Mediterráneo»
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