Me señalan –con razón–, cuando afirmo con contundencia que «los ricos son cada vez más ricos», que también hoy «los pobres son menos pobres que nunca. Y eso es una conquista de la clase obrera». Es cierto. Pero insuficiente.
Os cuento un cuento que me contaba mi abuela sobre la hambruna de 1904, que ella con diez años más o menos, sufrió… Sus condiciones de vida en el pueblo andaluz en que residía eran las siguientes: Como estaban en crisis, los propietarios empleaban a los jornaleros por 60 cms de peseta al día. En esa época era un salario de subsistencia que permitía comer pan cocido en agua. Cuando se podía, tenían para una media panilla diaria de aceite (unos 50cm3), y algo de vinagre y sal. Nada más.
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