Bien se sabe, el anarquismo es un movimiento político, ideológico y filosófico que lucha por la liberación total de todas las especies del planeta tierra. Para ello, se hace uso de múltiples armas que permiten que el/la militante y/o simpatizante anarquista puedan alcanzar esta libertad de manera parcial (en vista de que mientras exista capitalismo y autoridad, no podrá existir bajo ningún parámetro algo parecido a la liberación total).
Es así, que el movimiento anarquista funciona mediante una casi organización espontánea: ya sea para el establecimiento de redes de coordinación regional, local o comunal, para propaganda o para levantar un proyecto con un objetivo claro, el anarquismo se va nutriendo de todas estas formas de organización, haciendo así que las principales fortalezas del anarquismo sean la espontaneidad, el libre acuerdo, la no subordinación a un poder central, entre otras tantas. Producto de esto, es que los y las anarquistas no se ven obligados/as a subordinarse a una organización cualquiera, tal como sucede con los partidos, sino que el/la individuo y su bienestar es tan importante como la organización misma. Aunque fortaleza, este modo de organización presenta una gran falencia, y es que al no existir un organismo central que delegue acciones a realizar, que dote de responsabilidades a tal grupo o a cual individuo, la inactividad y la pasividad pueden introducirse en la organización, a tal punto de hacer desaparecer a la organización misma, la cual seguramente inició sus actividades con pomposas declaraciones de guerra a la burguesía, para terminar como una anécdota simpática de un intento fallido por agruparse.
Y es que las organizaciones anarquistas exponen sus falencias no en su modo de acción (ya que la historia nos ha mostrado que los métodos autoritarios verticales sólo conducen a tiranías y revoluciones derrotadas), sino que en sus mismos/as integrantes, debido a que estos muchas veces se ven presos/as de la desmotivación y la pasividad a la hora de crear, afectado de manera notable al funcionamiento colectivo de la agrupación, poniendo así en peligro la existencia de esta. Más aún, al no existir jerarquías, muchas veces sucede que los términos relacionados a las responsabilidades suelen ser confundidos con sesgos autoritarios dentro de la organización, casi caricaturizándola como un partido. Es así, que si bien podemos entender que existan compañeros/as desmotivadas/os, no es tan bien entendido el “paqueo”, el recordar los compromisos asumidos para que funcione la organización, el cumplir las metas propuestas, etc, tanto así que muchas veces se desvalida al compañero/a que muestra su motivación recordándole al resto que hay que cumplir los compromisos, asumiendo que este está “pasando máquina”, pasando a llevar la libertad propia del resto de los/as compañeras, que está asumiendo funciones que no le son competentes dentro de una organización anárquica, etc.
¿Cómo solucionar esta disyuntiva?
Bien lo dijimos anteriormente, la principal fortaleza del anarquismo es la organización espontánea, el libre acuerdo y la autonomía individual, por lo que podemos hallar en estas fortalezas una posible solución. Los/as seres humanos, en tanto que animales sociales, necesitan unirse de una u otra forma para poder desarrollarse y disfrutar de la vida. Debido a esto, es que se entiende que participar dentro de una organización es una cuestión natural, ya que en nuestro mismo ADN va la necesidad de agruparse, de unirnos entre semejantes para poder fortalecernos y desarrollar todas nuestras facetas humanas. Como el anarquismo apunta a la autonomía de los seres, es más que preciso reencontrarnos permanentemente con nuestros postulados, pensamientos, deseos y anhelos: es necesario reencantarnos cada día con la anarquía más aún en nuestro mundo, debido a que este gran parte del tiempo nos muestra que los métodos autoritarios e impositivos son los que mandan, invalidando así a nuestras ideas y caricaturizándolas como un imposible. Reencantarnos debemos también de las organizaciones en las que participamos, ya que ellas son el espacio principal donde debemos desarrollar nuestras ideas, no tan sólo a nivel político ni propagandístico, sino que en las mismas relaciones afectivas, -ya sea de amistad o compañerismo-, que pavimentamos al interior de nuestras agrupaciones.
El anarquismo se encuentra ante una posición inmejorable para poder expandirse y plantearse como alternativa social en nuestra época. Luego de las caídas de los socialismos reales y del desastre neoliberal; en un mundo en donde las dictaduras, tiranías y guerras se suceden en cada instante; en un planeta al borde del colapso ecológico, volver a los postulados anarquistas se hace menester y el primer paso es nuestro. A no decaer, a no desmotivarnos, a subir la moral que allá afuera hay un mundo por conquistar, allá arriba hay un cielo lleno de riquezas y bienestar (según lo que nos ha dicho la iglesia) que hay que traer a la tierra. Buscar la liberación total: he ahí la tarea que debe mantenernos motivados/as.
Cristian Battaglia